En un contexto en que los jóvenes se han de preparar para afrontar los retos de un mercado laboral cada vez más exigente —falta de oficio, cambios normativos, alta fiscalidad, burocracia—, considero que el sector empresarial debe jugar un papel clave en el desarrollo del talento y competencias de los jóvenes. La conexión entre empresas, jóvenes, centros formativos y Administración es esencial para construir un futuro sostenible y competitivo a escala global (hoy en día competimos en todo el mundo aunque sólo tengamos presencia local). Este enlace debe ser impulsado por la Administración educativa, que debería facilitar y apoyar a las empresas en esta tarea.
Las empresas podemos contribuir mediante jornadas de puertas abiertas, charlas y programas de mentoría, aportando nuestro tiempo y experiencia. Sin embargo, es necesario que el sistema laboral ofrezca fórmulas más flexibles, como los contratos de formación (a tiempo completo en algunos sectores, ya que no se puede hacer media jornada y dejar el trabajo a medias) y una reducción de las cargas sociales. En el caso de la construcción, volver a implementar una figura que había hace años, el "aprendiz”.
Como empresaria, he tenido la oportunidad de participar en diversas charlas en centros educativos. Estas experiencias me permiten romper estereotipos sobre la figura del empresario/a y acercar a los jóvenes a la realidad empresarial. Hoy por hoy, los empresarios, a pesar de la responsabilidad social que tenemos, a menudo nos sentimos desprotegidos ante las leyes actuales y las nuevas que van saliendo. Concretamente en una de las charlas que realicé, me sorprendió un joven que tenía una visión muy acertada del día a día empresarial y esto era porque había hecho prácticas y experimentado de primera mano algunos de los obstáculos que se enfrenta el empresario/a.
Los empresarios, a pesar de la responsabilidad social que tenemos, a menudo nos sentimos desprotegidos ante las leyes actuales y las nuevas que van saliendo
Creo firmemente que en España disponemos de talento, pero la clave es tener una buena actitud y predisposición a aprender y trabajar. A menudo los jóvenes dudan de su potencial por falta de experiencia; por eso les animo a participar en actividades deportivas, culturales o de voluntariado, ya que todas ellas aportan competencias muy valoradas en el mundo laboral, como el trabajo en equipo, la constancia o la responsabilidad. Pero desafortunadamente cada vez cuesta más encontrar jóvenes que alternen los estudios y el trabajo y, para mí esto es un error. Si voy a una charla y consigo que un alumno salga de allí interesándose por las empresas, por dar clases, por organizaciones lúdicas como pueda ser una institución deportiva y se vincula, ya me siento satisfecha. Las empresas queremos personal con buena actitud porque la mayoría de conocimientos y experiencia, si no la tienen, se la podemos proporcionar (a excepción de ciertas posiciones).
Así pues, mi motivación para participar en las jornadas Escuela-Empresa es contribuir al desarrollo del talento del futuro, inspirando a los jóvenes y acercando el mundo empresarial a las aulas. Me gusta inspirarlos y cuestionarlos.
Recomiendo esta experiencia a todos los empresarios y empresarias, ya que no sólo aportamos valor a los jóvenes, sino que también recibimos su energía e ilusión, enriqueciéndonos tanto personal como profesionalmente.
