Casa Saleta, productos singulares que se pueden pagar en pesetas

La tienda de Santa Cristina d'Aro, a punto de hacer 150 años, es un reclamo por los compradores curiosos

Fachada de la tienda Casa Saleta, en Santa Cristina d'Aro Fachada de la tienda Casa Saleta, en Santa Cristina d'Aro

Hace quince años que desapareció la peseta, pero hoy en día todavía hay quién se encuentra por casa al hacer limpieza o un traslado. De hecho, el Banco de España calcula que quedan para cambiar 273.039,4 millones de la antigua moneda; es decir, 1.641 millones de euros. Una cantidad nada desdenyable de dinero repartido en manso de personas a quienes suele hacer pereza ir hasta el banco a hacer el cambio. Para todos ellos, al corazón de Santa Cristina d'Aro hay una opción más divertida para sacar provecho a las pesetas que todavía guardan en cajones, trasteros y monederos antiguos: Casa Saleta.

Esta pequeña tienda, que de aquí a poco hará 150 años, todavía cobra en pesetas. Montse Sala, su actual propietaria y bisnieta del fundador, precisa que casi nunca han dejado de hacerlo. "Cuando hacía medio año que había desaparecido la moneda, desde el Ayuntamiento pusieron en marcha una campaña entre los comercios locales porque durante una semana aceptaran pesetas. Fue bestial, tuvieron que alargarlo a dos semanas, y cuando acabó nosotros decidimos que seguiríamos cobrando en pesetas porque hay mucha gente que todavía tiene arrinconadas por casa", explica.

Sala: "El que hemos hecho ha sido especializarnos en productos que no se encuentran al supermercado"

La peculiaridad de cobrar con pesetas, que después intercambian por euros en el Banco de España, los ha colocado al mapa para muchos curiosos, pero no sólo por eso es conocida Casa Saleta. El otro gran reclamo es la singularidad de los productos que venden: una máquina para poner tapones de corcho a las botellas, un abridor de uriços o espuma de afeitar Floïd. "No nos pelearemos nunca por un taladro porque siempre perderemos a la hora de ofrecer el precio más bajo. El que hemos hecho ha sido especializarnos en productos que no se encuentran al supermercado", destaca Sala.

Façana antiga de la botiga Casa Saleta
Antigua fachada del comercio local. Cedida

Una estrategia de compra surgida de la lógica que, hoy por hoy, está permitiendo que esta centenaria tienda levante cada día la persiana. "Actualmente, la gente viene a mirar y a chismorrear como si esto fuera casi un museo, y algo siempre cae", asegura la propietaria, que apunta que muchos de los clientes son extranjeros. Para ella, esta filosofía de compras es un juego: "Me gusta buscar y cuando veo cosas extrañas o poco comunes, las compro".

Un punto de compra por diligencias

Reinventarse en vez de intentar competir con las grandes superficies -a pocos metros hay dos supermercados, uno de ellos de dos plantas- ha permitido que esta tienda de pueblo siga teniendo una razón de ser 147 años después de la guarda inauguración.

Jeroni Sala abrió Casa Saleta el 1870, después de recibir la tienda como un regalo de boda. Al principio, era un punto de parada para las diligencias que iban hacia Girona. En aquella época, Santa Cristina d'Aro no llegaba al millar de habitantes, y la mayor parte de ellos vivían en zonas alejadas del centro, como Solius o Romanyà. Venían grana, vino, comer por el ganado y también roba. "Tenemos que tener en cuenta que muchos de los habitantes de la zona vivían a labrador y se autoabastien de gran parte de alimentos", resalta Montse Sala, que todavía guarda facturas de las primeras décadas de vida de la tienda.

Jeroni Sala abrió Casa Saleta el 1870, después de recibir la tienda como un regalo de boda

Los años de antes de la guerra ya se amplió el catálogo de productos a la venta, y el primero gran cambio llegó más tarde, en 50, de la mano de los primeros turistas de la Costa Brava. A los alimentos se sumaron las postales, los flotadores y los souvenirs, y también los primeros elementos de ferretería. Cuando a los 70 se popularizaron los supermercados se notó una bajada muy grande de las ventas, y fue a partir de entonces cuando empezaron el camino de especialización que los ha llevado a ser un reducto del pequeño comercio en una zona tomada por las grandes superficies, sobre todo a la vecina Playa de Aro, que cada vez se asemeja más en una calle comercial de cualquier gran ciudad.

Una de les factures antigues que conserva Casa Saleta
Una de las facturas antiguas que conserva el comercio. Cedida

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