Can el Arxer, vistiendo casas desde el 1903

El comercio es una de las pocas casas de ropa que quedan en Sant Feliu de Guíxols y que dirige una de las sobrinas de la fundadora

El 1903 nació Can el Arxer, una tienda textil de Sant Feliu de Guíxols / Cedida El 1903 nació Can el Arxer, una tienda textil de Sant Feliu de Guíxols / Cedida

A principios del siglo XX, no existía el prêt-à-portero ni las grandes cadenas de ropa, y difícilmente dos personas coincidían en una misma sala vestidas igual. El más habitual en aquella época era que las personas, sobre todo las mujeres, compraran ropa a metros porque después el modisto los hiciera las prendas de vestir a medida. En este contexto, el 1903, nació Can el Arxer, una tienda textil que en un primer momento se ubicó en la calle Mayor de Sant Feliu de Guíxols (Baix Empordà).

Los propietarios eran la Conxita y la Rosina Bosch, y sus respectivos maridos. A la cabeza de un tiempo, la Rosina y su marido marcharon a Barcelona para montar una fábrica de guantes, sombreros y bufandas -que no hizo mucha fortuna- y la Conxita y en Francesc Arxer se quedaron al frente de la tienda. Fueron unos buenos años, e incluso se trasladaron a un local más grande en la plaza Maragall. Venían ropa por metros, complementos y ropa por el hogar.

Ca l'Arxer és una de les poques cases de roba que queden a Sant Feliu de Guíxols

Can el Arxer es una de las pocas casas de ropa que quedan en Sant Feliu de Guíxols / Cedida

Los tiempos felices se truncaron con la llegada de la Guerra Civil. En aquel momento, Can el Arxer había vuelto a cambiar de lugar y estaba situada en la calle Verdaguer. Sus propietarios tenían que cerrar durante muchas horas, puesto que vivían bajo la amenaza permanente de los bombardeos del Canarias, un buque de guerra que solía atacar la zona. De hecho, para evitar este sufrir constando, el que hacían era marchar a casa de unos amigos en Castell d'Aro -a unos 10 kilómetros- y cada día iban y volvían andando.

La carencia de transporte hacía que la busca de género a la capital fuera una auténtica odisea

Un golpe acabó la guerra y en Jaume, el hijo de la Conxita y en Francesc, volvió del frente, se puso al frente del negocio. La tienda volvió a rutllar, pero tampoco fue una época fácil, puesto que ni la gente tenía mucho dinero ni era fácil conseguir género. De hecho, la carencia de transporte hacía que la busca de género a la capital fuera una auténtica odisea.

Todo y las adversidades, Can el Arxer siguió adelante, y hasta muy entrados los 70 vendieron muchos metros de ropa, tanto para hacer ropa para las personas como para el hogar. También seguían teniendo salida los complementos, sobre todo en invierno, que era cuando hacía más frío. Con la llegada de las tiendas de confección, pero, el negocio de la ropa por metros cayó en picado. Fue entonces cuando en Jaume decidió apostar fuerte por la lencería de casa, que antes de los 90 ya era la fuente principal de ingresos.

El negocio de la ropa por metros cayó en picado con la llegada de las tiendas de confección

Un negocio con un futuro poco claro

La llegada de las grandes superficies, pero, los va aigualir la fiesta. Primero fue El Corte Inglés, en Girona, y después Ikea y otras tiendas similares en los alrededores de Barcelona. "La gente ya no busca la calidad por la ropa de casa. Comprar sábanas nuevas, por ejemplo, es mucho menos prioritario que estrenar una blusa o unos pantalones", admite la Conxita, nieta de una de las fundadoras.

Hace cinco años que ella se jubiló y traspasó el negocio a una de sus sobrinas, que lo aguanta todo y la competencia que los hacen las grandes multinacionales que pueden vender ropa por el hogar a precios mucho más bajos. La Conxita explica que durante los años de la burbuja inmobiliaria hubo una punta de trabajo, sobre todo en productos como las cortinas. También sacaron rendimiento a su fama dentro del pueblo, que los permitió cerrar acuerdos con agencias inmobiliarias que usaban sus tejidos para preparar las casas.

"La gente ya no busca la calidad por la ropa de casa. Comprar sábanas nuevas es mucho menos prioritario que estrenar una blusa o unos pantalones"

Ahora la cosa ha cambiado, y la Conxita no tiene muy claro si Can el Arxer podrá llegar a hacer cien años más. "La clave es ir descubriendo qué quiere la gente, y ser basta habilidosa por sí voces que una cosa no tiene salida no venderla más. También hacemos muchas más ofertas y oportunidades", concluye.

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