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Mango y la sombra de la muerte del fundador

Más allá de las sospechas sobre el caso Andic, no hay duda de que Mango está en buenas manos y tiene un futuro brillante como estandarte de la capacidad empresarial de los catalanes

La rueda de prensa de Mango para presentar los resultados de 2024 | EP
La rueda de prensa de Mango para presentar los resultados de 2024 | EP
Roger Vinton
Escritor
24 de Octubre de 2025 - 05:30

Estos días, la multinacional catalana Mango ha sido noticia en los medios, pero no por sus éxitos comerciales, sino por una situación bastante más sórdida. Aunque algunas cabeceras habían publicado erróneamente que el caso de la muerte del fundador de la compañía, Isak Andic, había quedado cerrado, la realidad es que la investigación continuaba. Y lo que se ha sabido ahora es que las múltiples contradicciones de Jonathan Andic, hijo de la víctima, en la declaración que hizo a los Mossos han conducido a que la jueza haya modificado su condición, con lo cual ha pasado de testigo a imputado.

 

Un pasado lleno de disputas y humillaciones es terreno abonado para que mucha gente esboce teorías conspirativas sobre las causas de la muerte. Que el punto donde se produjo el resbalón tuviera un resalto pocos metros más abajo -donde quedó detenida la chaqueta del difunto- tampoco ayuda mucho a disipar sospechas. Sea como sea, la investigación seguirá su curso, pero Mango es mucho más que la situación que vive en los juzgados.

La historia de esta multinacional familiar tan exitosa comienza con la llegada de los padres de Isak Andic Ermay a la ciudad de Barcelona, procedentes de Turquía (se trataba de una familia de judíos sefardíes). Muy pronto, con solo catorce años, el futuro emprendedor demostró sus dotes comerciales vendiendo camisetas en la escuela donde estudiaba. Existen múltiples versiones sobre los primeros pasos de Andic en el mundo del comercio de moda. Según algunas fuentes, la primera apuesta profesional fue con la ropa tejana, que comercializaban desde una tienda de la Rambla para, después, hacia 1972, evolucionar hacia la ropa de mujer.

 

Otros cronistas hablan de una tienda en la Vía Augusta, también en Barcelona, la cual fue el primer cliente que le compró una partida de blusas importadas de Turquía. El buen resultado del negocio empujó a Andic a ir doblando la apuesta hasta que el volumen vendido ya aportaba unos márgenes generosos. Con los estudios de Económicas colgados, se lanzó decididamente al comercio de ropa, a través de una parada en un mercado de la calle Balmes, un punto de venta al que pronto se unirían otros también en el centro de la ciudad (Puerta Ferrisa, Portal del Ángel y la Rambla). Uno de los productos clave de su catálogo eran, como hemos comentado antes, los pantalones tejanos. De hecho, la estética de sus primeras tiendas era muy americana y se llamaban “Isak, los genuinos tejanos”.

El gran salto vino en 1984, con la apertura de una tienda en el mismo paseo de Gràcia de Barcelona, ya con el nombre de Mango (cabe decir que, a pesar de ser el epicentro de la ciudad, el paseo de Gràcia todavía no era la pasarela de glamur en la que se convirtió desde los años noventa). Aquella tienda fue el punto de inflexión, porque desde entonces su crecimiento fue exponencial, como lo muestra el hecho de que cuatro años más tarde ya dispusieran de trece tiendas y en 1992, año olímpico, de un centenar.

La Mango de hoy es una multinacional muy consolidada y con gestión profesional, que ahora recae en el ejecutivo Toni Ruiz Tubau, de quien hablaremos más adelante. El año pasado, la facturación de la empresa superó los 3.300 millones de euros, con un crecimiento del 7,6% respecto al ejercicio anterior. El beneficio operativo se elevó hasta los 636 millones, mientras que el resultado neto fue de 219 millones.

La aventura internacional de Mango, iniciada en 1992 con dos tiendas en Portugal, ahora supone el 78% de la facturación total, gracias a la presencia en 120 territorios diferentes

Todas las cifras de la compañía son realmente espectaculares, y es que pueden presumir de tener 2.850 puntos de venta en todo el mundo, de los cuales 260 se abrieron durante 2024. La aventura internacional, iniciada en 1992 con dos tiendas en Portugal, ahora supone el 78% de la facturación total, gracias a la presencia en 120 territorios diferentes. La plantilla de la empresa es de 16.400 personas, mayoritariamente mujeres (un 78%) y con una media de edad de solo 31 años. Pero el éxito no solo se basa en las tiendas físicas, porque el comercio en línea de la empresa no para de crecer y hoy ya supone un tercio de la facturación total.

El corazón que late sin parar para mantener viva esta red de tiendas en todo el mundo es una mega instalación ubicada en Lliçà d'Amunt (Vallès Oriental) de 280.000 metros cuadrados, donde los mil trabajadores que hay y toda la maquinaria instalada colaboran para poder gestionar 85.000 prendas de ropa cada hora. Es, sin duda, uno de los grandes orgullos de la empresa.

Pero no todo ha sido un camino de rosas para la firma catalana, porque desde 2015, y después de acostumbrarse a generar beneficios alrededor de los 100 millones de euros anuales, las cosas se empezaron a torcer. Poco antes del declive, Andic había hecho público que su hijo ya ejercía como consejero delegado de la compañía, una circunstancia que no parece estar descorrelacionada con la caída en los resultados. Si en 2015 los beneficios se redujeron hasta casi extinguirse, durante los años sucesivos la cuenta de resultados mostró pérdidas por primera vez en la historia, a la vez que la facturación quedó estancada.

Después de unos años complicados, la salvación llegó de la mano de quien hasta entonces era el director financiero, Toni Ruiz, que como consejero delegado consiguió enderezar el rumbo de Mango

La pequeña recuperación mostrada en 2019 quedó en nada tras las voluminosas pérdidas del año de la pandemia, con un agujero superior a los 200 millones. La salvación llegó de la mano de quien hasta entonces era el director financiero, Toni Ruiz, que como consejero delegado logró enderezar el rumbo de Mango hasta reverdecer las glorias del pasado. La labor de Ruiz fue reconocida por el fundador de la compañía, que le cedió un 5% del capital del grupo.

Veremos qué desenlace tiene el caso con el que empezábamos este texto, pero no hay duda de que ahora Mango está en buenas manos -las de Ruiz-, y tiene un futuro brillante por delante como estandarte de la capacidad empresarial de los catalanes.