Sombras del pasado de Mutua Madrileña

Historia asegurada de una lucha de poder con protagonistas como Florentino Pérez o Villarejo

Ignacio Garralda es el director de la Mutua Madrileña. | EP Ignacio Garralda es el director de la Mutua Madrileña. | EP

Desde hace unos años nos encontramos en todas partes la aseguradora Mutua Madrileña, de la que podríamos pensar que es la invitada de última hora en la mesa de las grandes compañías de seguros. Nada que ver con el pedigrí de Mapfre, Catalana Occidente y Ocaso, para poner algunos ejemplos. Sí, menos conocida, pero no por eso recién llegada, porque a finales de los setenta ya se había ensartado hasta los primeros puestos del ranking español de facturación. Poco conocida, porque sólo se dedicaba a asegurar coches, Mutua Madrileña Automovilista, se decía, y trabajaba fundamentalmente en la capital del Estado, donde casi todo el mundo tenía el vehículo asegurado.

La firma castellana es hoy una habitual de la publicidad tanto en la televisión como en la prensa escrita. A su omnipresencia en los medios, hay que añadirle la visibilidad que otorga el hecho de patrocinar un torneo de tenis importante en el calendario internacional, el bautizado como MutuaMadrid Open. La implantación en Catalunya de la compañía es probablemente superior a la que puede parecer a primer vistazo. La razón es que la gran mayoría de los seguros que vende en nuestro país los hace bajo la marca SegurCaixa, que por denominación y por logotipo podría parecer que pertenece a CaixaBank, pero que en realidad tiene como máximo accionista a los madrileños. También la compañía de asistencia sanitaria Adeslas figura en su cartera.

"La implantación de Mutua Madrileña en Catalunya es probablemente superior a la que puede parecer a primer vistazo: la gran mayoría de los seguros que vende aquí es bajo la marca SegurCaixa"

El crecimiento de la última década les ha llevado a liderar el ranking español de primas en los ramos aseguradores no-vida (todo aquello que no es seguro de vida), con casi 5.300 millones de euros durante 2019. Quedan por detrás Mapfre, con 5.200 millones, Allianz (2.500 millones), Catalana Occidente (2.200 millones) y Axa, que cierra el quinteto de las grandes con una cifra muy similar a la de la compañía con sede en Sant Cugat. En el ranking combinado de seguro de vida y no-vida, Mutua Madrileña baja hasta el tercer puesto, en una lista liderada por VidaCaixa -la aseguradora de CaixaBank- y donde el resto de protagonistas por orden de facturación son nombres muy conocidos como Mapfre, Allianz y Catalana Occidente.

La política del Real Madrid

Los beneficios generados para pertenecer a esta élite del sector les permitió realizar una inversión tan vistosa como fue la adquisición de una de las torres del complejo bautizada como Cuatro Torres Business Area, en el tramo norte de la Castellana, en Madrid. Su edificio lleva por nombre "Torre de Cristal", costó 288 millones de euros, y con sus 250 metros es la más alta de las cuatro y también de España.

Curiosamente, el contratista que la levantó fue ACS, la compañía de Florentino Pérez, una persona clave en el proceso de recalificación de los terrenos donde están construidas. Porque las cuatro torres que perfilan el skyline de Madrid de una manera casi grotesca en una ciudad eminentemente plana no están ubicadas en un lugar casual, sino que ocupan los terrenos de la antigua ciudad deportiva del Real Madrid. La recalificación de estas parcelas resultó de facto una operación de rescate público-privada del club blanco, que en aquel momento, en 2001, estaba en una situación financiera insostenible, con una deuda de unos 250 millones de euros.

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En el plano político sólo los socialistas se opusieron, porque Partido Popular, Esquerra Unida y sindicatos se sometieron a los deseos de Florentino Pérez y permitieron sacar adelante el cambio de categoría de aquellos terrenos. Para conocer la historia de estas parcelas hay que viajar hasta 1955, en pleno franquismo, cuando los propietarios de las fincas fueron expropiados para construir equipamientos deportivos. Precisamente esta finalidad puramente deportiva es la que argumentaron los antiguos propietarios cuando reclamaron que se les devolviera los terrenos, dado que se había incumplido el requisito previo de la expropiación. Pero sus quejas no tuvieron mucho recorrido y el Madrid pudo hacer su gran negocio, porque los cerca de 500 millones de euros obtenidos después de la recalificación permitieron sanear del todo las finanzas del club blanco y construirse una ciudad nueva de trinca en el área residencial de Valdebebas.

Tensiones en el consejo y un golpe de estado

Volviendo al hilo inicial de la narración, hay que decir que tradicionalmente Mutua Madrileña era una compañía que interpretaba su rol mutual con mucha convicción, hasta el punto de que no era sencillo asegurarse allí. Hacía falta que alguien de confianza ya mutualista te avalara, y entonces pudieras entrar a formar parte de la gran familia. A pesar de estas restricciones, el volumen de automóviles asegurados era ingente, y esto había sido tradicionalmente la base de su éxito. Bien, y quizás también su resistencia a abrir la mano y pagar siniestros, un factor de peso para entender su rentabilidad tan elevada. El 2002, con el acceso a la presidencia de José María Ramírez Pomatta, las cosas empezaron a cambiar.

Una de las primeras medidas de la nueva administración fue la constitución de un fondo de pensiones ideado por el presidente para él mismo, pero que daba cobertura a todos los miembros del consejo de administración. La generosidad del sistema que implantó se consideró un dispendio exagerado entre la masa social propietaria de la entidad, pero los sufridos mutualistas no fueron capaces de pararlo y los nuevos gestores lo pudieron aprobar en la asamblea de 2004, mientras la prensa madrileña lo calificaba de escándalo.

"La ausencia de Ramírez Pomatta por un grave problema de salud fue aprovechada a finales del 2007 por parte de los disidentes para llevar a cabo un golpe de estado y destituirlo"

Las diferencias en el si del consejo de administración no tardaron en aflorar, en buena medida porque los consejeros consideraban que Ramírez Pomatta tenía un estilo de dirección tirando a déspota y no se sentían bien tratados. Los años fueron pasando en medio de un mar de tensiones, hasta que a finales de 2007, a los directivos descontentos se les abrió el cielo: su presidente tenía que abandonar temporalmente sus funciones para mirar de resolver un grave problema de salud. La ausencia de Ramírez Pomatta fue aprovechada pocos meses más tarde por parte de los disidentes para llevar a cabo un golpe de estado y destituirlo.

Así pues, el enero de 2008 el controvertido presidente había dejado de serlo, pero no de manera provisional como él pretendía, sino que sin ninguna posibilidad de recuperar el cargo. La decisión fue impugnada ante la justicia, pero no hubo marcha atrás. El siguiente paso que dio la nueva dirección fue el desguace del sistema pensiones, aquel que en todo el mundo había parecido tan generoso, de forma que Ramírez Pomatta se quedó sin cargo y sin pensión de jubilación. Esta segunda decisión también tendría recorrido judicial, y su desenlace tardaría años en saberse. Como declaró el presidente destituido al poco de perder el cargo, "acordar el relevo cuando estaba entre la vida y la muerte no parece nada elegante".

"Guapo, rico y listo"

El inductor del golpe de estado fue Ignacio Garralda Ruiz de Velasco, un abogado madrileño con unos apellidos largos de aquellos que tanto gustan en la meseta. La prensa afín al nuevo presidente no regateaba elogios, y lo definía como "guapo, rico y listo. Un verdadero amo del universo en la terminología wolfiana". Y es que Garralda no era un recién llegado en el mundo del poder y del dinero, justo al contrario. Titular de una de las plazas por oposición más elitista y lucrativa del Estado, la de agente de cambio y bolsa, fue fundador de la sociedad AB Asesores Bursátiles, posteriormente vendida por una fortuna a los americanos de Morgan Stanley.

La compraventa se llevó a cabo en 1999 y reportó a Garralda y a sus socios una suma fabulosa, pero que durante mucho tiempo permaneció secreta. Con el tiempo se ha sabido que la cifra en cuestión rondaba los 50.000 millones de pesetas, lo que traspasado a euros serían unos 300 millones. Quien no participó del reparto del pastel fue un socio de AB que había vendido sus acciones sólo tres años antes, el 1996: se trataba de Luis de Guindos Jurado, que aquel año abandonó el mundo financiero para pasar a la política de la mano de José María Aznar López.

"Ignacio Garralda ocupa una silla en el consejo de administración del CaixaBank por la que percibe una retribución de 103.000 euros anuales. También se sienta en el consejo de Endesa"

La aventura de los americanos en la selva de la banca privada y de negocios española duró apenas nueve años, hasta 2008, cuando se consumó el enésimo accidente de la banca foránea para hacerse un agujero en el mercado estatal. Ante la evidencia, Morgan Stanley optó por vender su filial española en "la Caixa" por un importe de 600 millones de euros. Un movimiento que propició también la llegada a la entidad catalana del entonces empleado de Morgan, Gonzalo Gortázar Rotaeche, que con el paso de los años ha acabado siendo consejero delegado de CaixaBank.

Por cierto, de resultas de la alianza entre el banco catalán y Mutua Madrileña en el ámbito de los seguros, hoy en día Ignacio Garralda ocupa una silla en el consejo de administración de CaixaBank por la que percibe una retribución de 103.000 euros anuales. También se sienta en los consejos de Endesa y de la Sociedad de Bolsas.

La pensión vitalicia

Como hemos indicado antes, el asunto de la pensión de Ramírez Pomatta se alargó como un chicle hasta 2014, cuando el Tribunal Supremo sentenció que el antiguo presidente de la Mutua había abusado de manera flagrante en autoasignarse una pensión vitalicia que tenía un valor total de 13,9 millones de euros y esta quedó definitivamente anulada.

"Una de las herramientas que usaron los consejeros sublevados para dejar fuera de combate su presidente fueron los servicios del ahora célebre comisario Villarejo"

Cuando parecía que el asunto del asalto al poder de Mutua Madrileña era cosa del pasado, este año, doce años después del inicio de las hostilidades en el corazón de la compañía, todavía han trascendido nuevos detalles sobre aquellos hechos. En febrero se conoció que una de las herramientas que usaron los consejeros sublevados para dejar fuera de combate su presidente fueron los servicios del ahora célebre comisario Villarejo, el gran astro de la consultoría sobre guerra sucia y cloacas. Según dicen las investigaciones, ya después de ser destituido, Ramírez Pomatta fue investigado por órdenes del director de seguridad de la mutua, que debía querer conjurar cualquier posibilidad de contraataque por parte del presidente caído. El coste de la operación superó el medio millón de euros.

Ahora hace cinco años, el 2015, Ramírez Pomatta claudicó ante su precaria salud, muriendo a los 72 años de edad. La otra cara de la moneda, Ignacio Garralda continúa liderando Mutua Madrileña y haciéndose fotografías con el ganador de cada año del trofeo de tenis MutuaMadrid Open, sin que nunca echemos de menos su mirada de triunfador.

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