Estudió Derecho, pero la abogacía no le sedujo. Tampoco le acabó de convencer la gestión de comunidades de vecinos. Àlex Picas de la Rosa buscaba algo vocacional, un proyecto que le permitiera trabajar con criterio propio y tener contacto directo con el cliente. Y sí, lo encontró en la gestión integral de patrimonios de alquiler de terceros. Era el año 2011, cuando con el envoltorio del despacho familiar Farrés & Picas de la Rosa nacía Picas de la Rosa, una firma barcelonesa que acompaña a los propietarios en la rentabilización de sus activos.
Este año, la empresa ha dado el paso más ambicioso desde su fundación con la adquisición de Ducat Finques, la firma familiar fundada en 1982 en el corazón del Paseo de Gracia. “Ducat nos aporta volumen”, destaca Picas a VIA Empresa, que ve la operación como un paso natural en la evolución de la firma y asegura que el trato con los fundadores ha sido la clave de bóveda para hacerse con el legado.
La integración de Ducat Finques suma 200 nuevos activos valorados en más de 50 millones de euros, que elevan la cartera por encima de los 600 inmuebles y sitúan el volumen por encima de los 350 millones
La integración suma 200 nuevos activos valorados en más de 50 millones de euros, que elevan la cartera por encima de los 600 inmuebles y sitúan el volumen gestionado por encima de los 350 millones de euros. El crecimiento es del 30% y permite a la firma escalar con más solidez en un mercado altamente tensionado. Hoy, la empresa paga más de seis millones de euros anuales en rentas.
Pero si viajamos hacia los inicios, cabe decir que estos fueron bastante intensos: “Cuando llamaba un cliente, parecía que fuéramos más potentes de lo que éramos, porque en realidad era yo solo con un teléfono”, recuerda Picas entre risas. El paraguas del bufete de su padre fue el trampolín para esbozar la primera cartera. Con el tiempo, la credibilidad del despacho dio cobertura a un proyecto que ha construido una relación de confianza casi insólita en el sector: “Desde 2011 no hemos perdido ningún cliente”, asegura Picas, que detalla cómo un único propietario se marchó en busca de un servicio más barato, pero acabó volviendo.
Al mismo tiempo, la firma ha hecho del arraigo local un activo estratégico: “Opero localmente porque conozco muy bien las zonas. No quiero cerrar ninguna puerta, pero por el momento puedo afirmar que no nos veréis fuera de Catalunya”, explica el fundador. Barcelona y su área metropolitana son su terreno natural: desde el Eixample hasta l'Hospitalet de Llobregat, Sant Boi o Castelldefels, pasando por Sabadell y Terrassa, Picas cuenta con un conocimiento de mercado que le permite calibrar rentas, anticipar movimientos de demanda y consolidar un modelo a medida que escala de manera orgánica.
Un mercado exigente y una cartera heterogénea

Y es precisamente esta mirada metropolitana la que explica una cartera heterogénea capaz de aglutinar perfiles bien diversos, como family offices -que buscan estabilidad a largo plazo-, inversores -que quieren optimizar rendimientos de manera pasiva-, o particulares, que prefieren delegar la gestión integral de su patrimonio a la firma. “Tanto los grandes como los pequeños tienen cabida en nuestra empresa”, reivindica Picas, que defiende la importancia de tratar a cada propietario con la misma dedicación.
Buena parte de estos clientes perciben el patrimonio inmobiliario como un valor refugio, que se aleja completamente del alquiler de temporada y que, además, ofrece una rentabilidad atractiva. Sin embargo, también afrontan diversos obstáculos, principalmente derivados del aumento constante de la legislación que afecta al sector. Estas regulaciones, explica Picas, perjudican tanto a los propietarios como a los inquilinos, ya que muchos optan por retirar sus inmuebles del mercado de alquiler y ponerlos a la venta.
En este contexto exigente, Barcelona continúa siendo un gran polo de atracción, con una demanda que no se detiene y una oferta que no crece al mismo ritmo. “Hay demanda, pero falta oferta”, resume el fundador. El precio medio de alquiler se sitúa en torno a los 1.000 euros mensuales, una cifra que Picas matiza: “Realmente es un dato que ofrezco, pero me resulta sesgada, porque depende mucho de la zona donde vayamos a mirar. Hay bastante diferencia entre distritos”, asegura. Pero si tomamos el grueso del mercado, “la media aproximada sí que ronda este importe”, afirma.
Las regulaciones del sector perjudican tanto a los propietarios como a los inquilinos, ya que muchos optan por retirar sus inmuebles del mercado de alquiler y ponerlos a la venta
Con un equipo compacto formado por cuatro profesionales en las áreas comercial, jurídica, administración y comunicación, Picas de la Rosa combina agilidad y especialización. El modelo de gestión directa, sin intermediarios ni externalizaciones, es parte esencial de su propuesta de valor. El equipo gestiona activamente las propiedades, negocia las renovaciones, controla el estado de conservación y vela por la relación equilibrada entre propietario e inquilino
Restate Brothers y la apuesta por el *flipping*

En paralelo a la consolidación de Picas de la Rosa, Àlex puso en marcha en 2016 -cinco años después- un segundo proyecto con su hermano: Restate Brothers. Picas reparte sus esfuerzos a partes iguales entre las dos consultoras. Esta actividad inversora, sin embargo, se centra en activar el mercado a través de la compra, reforma y reventa de edificios. Es lo que en el sector se conoce como flipping, una práctica que requiere velocidad, olfato y capacidad de decisión. “El flipping consiste en coger un activo que puede parecer agotado, transformarlo y volverlo a poner en circulación con más valor”, explica el fundador.
“La coexistencia de ambos proyectos ha generado sinergias reales”, subraya Picas. La gestión patrimonial estable les aporta solidez financiera y credibilidad, mientras que la compraventa intensiva inyecta dinamismo y agilidad. La combinación, dice, les permite aprovechar mejor las oportunidades y multiplicar el impacto de cada acción.
Un millar de activos en tres años: el horizonte fijado
Cuando es preguntado por un horizonte no demasiado lejano, Picas responde a VIA Empresa con la previsión de alcanzar el millar de activos gestionados en un período de dos o tres años. Una hito que, más que un número redondo, fija el objetivo de volver a plantear una operación de adquisición similar o superior a la de Ducat Finques, la cual ha marcado un punto de inflexión en la trayectoria de la firma. Ahora bien, el fundador -que evita la etiqueta de CEO porque dice no sentirse representado- matiza que estos movimientos no se pueden forzar: "tienen que surgir de la oportunidad, de la coincidencia entre la necesidad y el momento", explica.
Para orquestar este futuro escenario, Picas rehúye la concreción de cifras de facturación y prefiere poner el foco en los movimientos tangibles. La firma ultima la apertura de una segunda oficina en la ciudad condal, concebida como un punto de encuentro y asesoramiento con sus propietarios. Con esta nueva sede, el fundador quiere reforzar la proximidad y convertir Barcelona en un nodo de conexión con el mercado, capaz de dar musculatura al crecimiento que espera -con total seguridad- obtener durante los próximos años.