Una sola tierra

El papel de las empresas en la lucha contra el cambio climático es cada vez más protagonista

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En 2022 se cumplen 50 años de la designación del 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente. Es la fecha más importante del calendario oficial de Naciones Unidas para concienciar y mover a la acción global por la protección medioambiental. Este año Suecia acoge la celebración del 5 de junio y a los más de 150 países que se unen bajo la bandera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Organizaciones no gubernamentales, comunidades y celebridades de todo el mundo se suman al Día Mundial del Medio Ambiente para defender causas ambientales. También las empresas. De hecho, las empresas aprovechan esta semana para lucir sus programas e iniciativas en materia de sostenibilidad.

El lema de la campaña de 2022 es “Una sola Tierra”, y destaca la necesidad de vivir de forma sostenible y en armonía con la naturaleza a través de estilos de vida más ecológicos. “Una sola Tierra” fue también el lema de la Conferencia de Estocolmo de 1972. Cincuenta años después, el mensaje sigue siendo vigente. Lo que ha cambiado en este medio siglo es la urgencia, el pronóstico y la gravedad de la situación.

La acción climática es indiscutible, urgente y prioritaria para 2022

Aun habiendo conseguido algunos logros medioambientales a través de la acción multilateral, la ciencia sigue siendo irrefutable y clara con su mensaje: los modelos insostenibles de consumo y producción están agravando la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de naturaleza y biodiversidad, además del incremento en la contaminación y los desechos.

Debemos valorar las empresas que ya están actuando y que lideran el camino de la sostenibilidad. Mañana es tarde para todos. Al fin y al cabo, solo tenemos una Tierra

La emergencia climática es uno de los principales retos estratégicos a los que deberán enfrentarse las compañías de todo el mundo para proteger nuestro futuro y el del planeta. La ONU estima que el coste anual de los desastres naturales, por ejemplo, está entre 250.000 y 300.000 millones de dólares. No hay compañía que pueda sentirse inmune o al margen ante el cambio climático.

El decisivo papel de las empresas en la lucha contra la emergencia climática

Aunque la sociedad en su conjunto tiene la responsabilidad de contribuir al desarrollo sostenible, las empresas desempeñan un papel decisivo al respecto. El impacto en el bienestar colectivo e individual de las organizaciones es obvio, ya que ayudan a mejorar la vida de las personas a través de sus productos y servicios, contribuyen al desarrollo económico y social y su actividad tiene un efecto directo sobre el entorno y el medio ambiente.

Cada vez más las empresas saben que deben desempeñar un papel protagonista y ser creativas e innovadoras si quieren resolver los desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad. Muchas compañías ya han sopesado los riesgos y las oportunidades que supone posicionarse y han incorporado la sostenibilidad a su propósito corporativo, así como la acción contra el cambio climático a sus estrategias. La sostenibilidad en el ámbito empresarial es ya una exigencia más que una recomendación o una moda. Las empresas se ven a sí mismas como motor del cambio y conductoras de la triple sostenibilidad aportando valor económico pero también valor social y medioambiental. La sostenibilidad, no obstante, aporta a las empresas numerosas ventajas, entre ellas, posicionarse como referentes, mejorar la competitividad empresarial, mejorar la imagen de marca ante inversores y clientes, aumentar las ventas, ahorrar en costes y mejorar la productividad interna y el compromiso de los empleados.

En busca del santo grial del modelo productivo sostenible

El mayor reto de las empresas en materia de sostenibilidad, sin embargo, es el cambio de su modelo productivo. Frente al modelo de desarrollo mayoritario actual basado en el aumento continuo de producción y consumo, que agota los recursos y provoca un deterioro del planeta y la salud, destacan alternativas como el desarrollo sostenible o la economía circular. El desarrollo sostenible persigue un crecimiento económico que no dañe el planeta ni comprometa el bienestar de las generaciones futuras, mientras que la economía circular, por su parte, busca alargar la vida de materiales y productos dentro del flujo económico, reducir los residuos, reciclar, reutilizar, reparar, compartir y renovar primando la circularidad frente a la linealidad de la economía del usar y tirar.

Actuar ahora (mañana será tarde)

La ciencia climática advierte de que se agota el tiempo del que disponemos para recuperar el equilibrio entre las personas y la naturaleza. En los próximos años, la Unión Europea deberá reducir sus emisiones un 55% (para el 2030) y ya son más de 120 países los que han anunciado su objetivo de neutralidad climática. En la consecución de estos objetivos las empresas tienen mucho que decir, pero, sin embargo, según ECODES y el Pacto Mundial de Naciones Unidas, las empresas españolas no están adaptando sus modelos de negocio lo suficientemente rápido a los retos que plantea el cambio climático. Parece que la ambición de las empresas en este ámbito no es suficiente y los planes y acciones que buscan reducir el impacto negativo de nuestro sistema económico se quedan cortos.

Necesitamos visión de futuro para entender que la transformación hacia una economía neutra en carbono está en marcha y es imparable. Las empresas que no emprendan con determinación esta transformación simplemente no serán competitivas. En algunos casos puede incluso que desaparezca su modelo de negocio. Por ello, debemos valorar las empresas que ya están actuando y que lideran el camino de la sostenibilidad. Mañana es tarde para todos. Al fin y al cabo, solo tenemos una Tierra.

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