En las últimas semanas el banco helvético ha sido protagonista en las secciones de economía de la mayoría de medios por su supuesta mala salud, que le podría llevar a un hundimiento inmediato. El pasado 4 de octubre el diario francés Le Monde publicó una noticia en la que se hacía eco de los rumores de colapso de la entidad: fue uno de los primeros grandes medios que se atrevió a usar una palabra tan funesta para analizar la situación de Credit Suisse. Lo cierto es el viernes 23 de septiembre las acciones del grupo bancario cayeron a plomo, con un retroceso superior al 12% respecto al día anterior. Ampliando el foco, vemos que las acciones del gigante suizo empezaron en 2022 por encima de 9 francos y, en el momento de publicarse la noticia, ya estaban casi un 60% por debajo, con una capitalización que había ido menguando hasta poco más de 10.000 millones de euros. Más datos inquietantes: los seguros que protegen de impagos de deuda, aquello conocido como Credit Default Swaps, o simplemente CDS, aumentaron de precio hasta máximos históricos, asignando una probabilidad de quiebra del 20%. Con este escenario, enseguida un nombre se hizo presente en la cabeza de la mayoría de los analistas: Lehman Brothers, aquel banco de inversión hundido en los preliminares de la crisis financiera de 2008. ¿Sería posible la caída de otro coloso de las finanzas? En espera del nuevo plan estratégico que los gestores del banco presentarán este jueves, echemos el ojo a este asunto.
Credit Suisse es uno de los dos gigantes de la banca helvética, junto con la UBS (este, producto de la fusión en 1998 entre la Union de Banques Suisses y la Société de Banque Suisse). Los dos forman parte del selectivo grupo de bancos de inversión de ámbito mundial conocido como Bulge Bracket Banks, es decir, los nuevo grandes del sector a nivel planetario. Sus compañeros en este círculo tan elitista son Bank of America, Barclays, Citigroup, Deutsche Bank, Goldman Sachs, JP Morgan Chase y Morgan Stanley. Por cierto, la expresión Bulge Bracket, de difícil traducción, nace del lenguaje que aparece en la documentación que utiliza el sector financiero para establecer las compañías que lideran la suscripción de títulos en una nueva emisión, pero se ha acabado extendiendo para acabar teniendo el significado genérico de "firmas de primer nivel".
Los dos años de gestión de Gottstein: pérdidas gigantescas, quiebras e, incluso, una multa millonaria por blanquear capitales del tráfico de cocaína
El origen de Credit Suisse se remonta a 1856, cuando el magnate de los ferrocarriles Alfred Escher fundó la Schweizerische Kreditanstalt (Institución de Crédito Suizo). Curiosamente, también fue el creador otras entidades financieras muy conocidas en todo el mundo, como las aseguradoras Swiss Re y Swiss Life. En 1978 se asociaron con los americanos de First Boston, para acabar absorbiéndolos. Durante unos años, en la década de los noventa fueron también los propietarios de la prestigiosa aseguradora Winterthur -con una importante presencia en la ciudad de Barcelona- que acabaron vendiendo a los franceses de Axa. Hoy en día sus ramas principales son la gestión de patrimonios y la banca de inversión. Hace pocos meses se supo que su máximo accionista es la compañía de los Estados Unidos Harris Associates (10% de las acciones), que está en manos del grupo francés Natixis. Por cierto, Harris Associates es una firma de inversiones con sede en Chicago que en la actualidad gestiona 99.000 millones de dólares. El primer ejecutivo de Credit Suisse es Ulrich Körner, un economista alemán con pasado en UBS y PriceWaterhouseCoopers. Ocupa esta posición desde el pasado más de agosto y podríamos decir que desde entonces no gana para disgustos: a inicios de octubre hizo unas declaraciones públicas en las que aseguraba que el banco estaba en una situación crítica -palabras que provocaron la caída de la cotización que mencionábamos a comienzos de este artículo- quien sabe si para cubrirse las espaldas ante lo que pueda venir. Lo cierto es que su ascenso al cargo de CEO fue la solución de urgencia ante las pérdidas monstruosas del segundo trimestre de 2022, que superaron los 1.600 millones de euros, muy por encima de las expectativas de los analistas. La gestión del anterior máximo ejecutivo, Thomas Gottstein, se resume en dos años de pesadilla para el banco suizo, que las ha visto de todos los colores: pérdidas gigantescas, quiebra de las sociedades Archegos y Greensill, e incluso una multa millonaria por blanquear capitales de una red búlgara de tráfico de cocaína. A pesar de su apellido, Gottstein no parecía estar tocado por la mano de Dios ni disponer del Santo Grial de las finanzas.
Los agujeros de Credit Suisse: Greensill, 10.000 millones de dólares; Archegos, 4.700 millones, ...
El caso de Archegos, es bastante singular. Se trataba de un fondo de inversión creado por el millonario de Nueva York Bill Hwang. Se dice que, gracias a sus posiciones sumamente arriesgadas y siempre a crédito consiguió la proeza de perder 20.000 millones de dólares en dos días. El agujero que le tocó asumir en Credit Suisse ascendió a 4.700 millones. Respecto a Greensill, la historia es bastante diferente, pero tiene un desenlace idéntico. Se trataba de una firma bancaria que proporcionaba liquidez a las empresas para poder mantener viva la cadena de suministros. Antes de la pandemia ya habían llegado a movilizar más de 140.000 millones de dólares prestados al sector productivo, en buena parte procedentes de titulizar la deuda de estas empresas y comercializarla como activo financiero. Como no podía ser de otro modo, el Credit Suisse de Gottstein decidió invertir cuantiosas sumas en este producto, hasta el punto de que cuando Greensill colapsó el volumen de activos de esta firma en manos de los suizos podría llegar a los 10.000 millones de dólares. De todas las piezas que han ido cayendo desde que la crisis de la entidad es pública –un buen puñado de empleados de alto nivel están abandonando la compañía en todo el mundo– la de más peso es la de Rafael López Lorenzo, el responsable cumplimiento normativo y previamente auditor interno de la compañía, un economista onubense con pasado profesional a Caja Rural, PriceWaterhouse Coopers, IBM y JP Morgan.
El siguiente capítulo de esta historia repleta de curvas lo viviremos cuando los mercados reaccionen en un sentido o en otro al nuevo plan estratégico que Ulrich Körner tiene previsto presentar este jueves, 27 de octubre. Muchos cambios tendrá que prometer si quiere parar la hemorragia que está desangrando su empresa. Mientras tanto, la sabiduría popular ya ha rebautizado la entidad como "Debit Suisse".