¿Qué pasa con Grifols? (con lo bien que íbamos...)

El periplo de de la compañía en los últimos años es una historia de éxito que se ha visto repentinamente interrumpida por el peso excesivo de la deuda, que ha puesto nerviosos a los mercados

El presidente de Grifols, Víctor Grifols, junto a los coconsejeros delegados Raimon Grifols y Víctor Grifols Deu | Grifols El presidente de Grifols, Víctor Grifols, junto a los coconsejeros delegados Raimon Grifols y Víctor Grifols Deu | Grifols

A mediados de años ochenta, en plena fiebre de fusiones bancarias, el ministro español de Economía, Carlos Solchaga Catalán, le explicó al legendario banquero vasco Pedro Toledo Ugarte -presidente del Vizcaya- cuál era la situación del sector con una frase tan corta como contundente: "U opas o te opan". Parece un trabalenguas, pero refleja lo que estaba pasando en aquel momento, donde un grupo de entidades bancarias de dimensiones similares tanto podían ser compradoras de algún competidor como ser compradas si se lo pensaban mucho. En un mundo empresarial donde las finanzas han pasado por encima de otras consideraciones de negocio, a menudo sucede que la manera de defenderse de un intento de abordaje por parte de alguna compañía de la competencia no es otra que fagocitar un rival para ganar peso y convertirse en un bocado más voluminoso y difícil de deglutir por algún enemigo apostado detrás de una esquina del laberinto bursátil.

Algo de esta carrera enloquecida para crecer de manera no orgánica es lo que le ha pasado a Grifols en los últimos tiempos. Seguramente, su voluntad para ganar dimensión de manera rápida tiene más razones de negocio que no de estrategia financiera, pero el desenlace ha sido el mismo. En una coyuntura en que los tipos de interés alrededor de cero han convertido el dinero en aquellos caramelos de leyenda urbana que iban rellenos de droga y que supuestamente algunos indeseables regalaban a la puerta de las escuelas, muchas empresas no se han podido resistir a hacerse adictas al crédito para financiar su crecimiento. El periplo de Grifols en los últimos años es una historia de éxito que se ha visto repentinamente interrumpida por un balance bastante desequilibrado por el peso excesivo de la deuda, circunstancia que ha puesto nerviosos a los mercados, donde la acción ha perdido buena parte de su valor (antes de la pandemia la compañía valía en bolsa cerca de 19.000 millones de euros y ahora cerca por los 5.500, con una caída del 60 % solo en el último año). De momento, esta coyuntura ha provocado que Víctor Grifols Roura haya dejado su cargo de presidente y haya sido sustituido por un presidente ejecutivo, ubicado en el organigrama por encima de los dos CEOs. Pero de todo esto hablaremos más adelante.

Se pueden plantear estrategias que la familia Grifols no ve con buenos ojos: vender divisiones de negocio o una ampliación de capital, que sería especialmente dolorosa porque controlan alrededor del 30% del capital

Vamos por partes. La deuda que amenaza con estrangular la compañía es de cerca de 9.000 millones de euros, una carga muy pesada para una empresa que gana dinero, pero que no lo hace al ritmo que se había previsto cuando encadenó toda una serie de compras apalancadas, de forma que los créditos a pagar ya se han convertido en un problema. Juzgar si,  en su momento, fue acertado o no asumir tanta deuda a cambio de crecer resultaría complejo y, en cierto modo, estéril porque ahora lo que les toca a los gestores es encontrar la salida en el laberinto, que no es una tarea nada trivial. Además de la solución obvia (ingresar más), hay varios caminos que pueden transitarse para ir reduciendo el problema, pero todos van ligados a efectos secundarios poco deseables para unos u otros. El primero que planteó la dirección de Grifols antes de ser sustituida fue la suspensión del dividendo durante un determinado número de años (hasta 2024 y condicionado a determinada ratio deuda/Ebitda) para acumular recursos con los que reducir deuda. Es de suponer que no es una medida muy atractiva para los fondos de inversión que ahora mismo son titulares de grandes paquetes de acciones de la empresa. Pero anunciar esta medida no fue suficiente para contener los nervios de los mercados, de forma que es probable que, a partir de ahora, se planteen las estrategias que la familia Grífols no veía con buenos ojos: una de ellas sería vender divisiones de negocio para hacer caja, lo que implicaría un frenazo en seco a la estrategia de crecimiento de los últimos años, y otra sería llevar a cabo una ampliación de capital para que entrara dinero fresco en el balance. Esta segunda es especialmente dolorosa para la familia, que en la actualidad controla alrededor del 30% del capital de la compañía y que verían como su participación queda fuertemente diluida. En cuanto a la opción de sacar al mercado alguno de los negocios de la empresa, el lunes comentábamos en la red social Twitter que "Para resumirlo, uno empresario cree que el todo vale más que la suma de las partes, mientras que un financiero cree que la suma de las partes vale más que el todo", y precisamente ahora, según dicen los expertos, Grifols se encuentra en la situación que sus negocios por separado valen más que el global de la compañía, un escenario propicio para la aparición de bisturís sobre la tabla del consejo de administración.

Steven Francis Mayer: el perfil de financiero duro proveniente del mundo de los fondos de inversión puede servir para calmar las ansias de los inversores más inquietos

Como avanzábamos, esta crisis de deuda ha propiciado la caída del presidente, Víctor Grífols, ante la presión de los mercados que pedían señales contundentes que la empresa estaba dispuesta a ejecutar con urgencia con un plan para enderezar la situación. De momento, la solución la han encontrado en casa en la figura de Steven Francis Mayer, que ocupaba una silla al consejo de administración de la firma como independiente. Su perfil de financiero duro proveniente del mundo de los fondos de inversión podría servir para calmar las ansias de los inversores más inquietos. Formado en las universidades de Princeton y Harvard, en la actualidad es el primer ejecutivo de Iron Horse Acquisition, un vehículo inversor surgido de Cerberus Capital Management, la firma de inversiones donde Mayer ocupó cargos relevantes hasta 2018. También se sienta en el consejo de administración de la firma de redes Acterna Corp. Estaremos atentos a las decisiones que próximamente deberá tomar el nuevo máximo ejecutivo de la empresa familiar catalana.

El negocio funciona y, realmente, el único problema es la deuda. Por lo tanto, el riesgo de recibir una opa por parte de un competidor aumentará cada día

Si nos entretenemos en mirar las cifras de Grifols, comprobaremos que la facturación esperada para este 2022 es de 5.800 millones de euros -muy por encima de los ejercicios anteriores-, y que el margen de negocio continúa siendo bastante ancho para acabar ofreciendo beneficios en la cuenta de explotación. Es decir, el negocio funciona y, realmente, el único problema es la deuda. Por lo tanto, en vista de estos datos, si la cotización continúa explorando nuevos mínimos, el riesgo de recibir una opa por parte de un competidor aumentará cada día.

Por cierto, volviendo al principio de este artículo, hay que aclarar que Pedro Toledo, siempre brillante, comprendió rápidamente el mensaje y reforzó su posición en el Vizcaya, para luego proponer una fusión entre iguales con el Banco de Bilbao, de la que en 1988 surgiría el BBV. La relación entre las dos entidades fue nefasta desde un principio, y solo la muerte de Toledo por una extraña dolencia allanó el camino para encontrar un presidente de consenso. Murió en la Clínica Mayo, de Rochester, con solo 54 años.

Més informació
Steven F Mayer, nuevo presidente ejecutivo de Grifols
Grifols proveerá al gobierno de Canadá con tratamientos de inmunoglobulinas
Grifols reduce un 46% su beneficio por la compra de Biotest
Grífols reduce los beneficios en un 70% por la pandemia
Hoy Destacamos
Lo más leido