Vitol, el engranaje secreto de la economía mundial

También en economía las cosas no son exactamente lo que parecen

Una refinería de petróleo quemando gas sobrante en Alemania | EP Una refinería de petróleo quemando gas sobrante en Alemania | EP

En estas páginas a menudo hemos puesto sobre la mesa el nombre de empresas o entidades que tienen un papel capital en el mundo de la economía y de las finanzas internacionales, y que acostumbran a no formar parte del imaginario colectivo. En otras palabras, firmas clave que no son, en ningún caso, conocidas por el gran público. Por aquí han desfilado nombres como BlackRock, Black Stone, Vanguard o Cargill, algunos hace pocos años muy desconocidos y otros que todavía lo son a pesar de su papel central en la economía. Esto permite entender el mundo del dinero a partir de la imagen de un iceberg donde lo que se contempla a simple vista es solo una pequeña parte de la realidad. Hoy redoblamos la apuesta y sacamos a la superficie una empresa de la que a buen seguro la mayoría de lectores no habrán sentido a hablar nunca; se trata de Vitol, un operador energético que vive rodeado del secretismo y que factura aproximadamente unos 279.000 millones de dólares, una cifra que ya de entrada parece monstruosa, pero que todavía causa más espanto si sabemos que la suma de las ventas de Telefónica, Repsol, Mercadona, Naturgy y Endesa se queda apenas alrededor de los 170.000 millones de euros. Hay que decir que el dato que Vitol publica bajo el epígrafe revenues tenemos que suponer que no se corresponde al concepto clásico de ventas de productos, sino al del valor de las mercancías intermediades.

Ellos mismos dicen en su presentación que están instalados en el corazón de los mercados energéticos mundiales sirviendo como intermediarios eficientes entre productores y consumidores. Vaya, una manera de no decir gran cosa. Lo cierto es que sí, son intermediarios, o traders, y su mercancía son materias primas vinculadas a la energía: petróleo, gas natural, carbón, electricidad, etc. A pesar del secretismo que los rodea, sí que presumen de algunas cifras, como la mencionada facturación gigantesca, los 7,6 millones de barriles de petróleo y otros productos negociados cada día (equivalente al consumo agregado de Alemania, Francia, Italia y España), los 6.200 trayectos de barco que hacen cada año o los 367 millones de toneladas de petróleo y otros productos transportados a lo largo de un año.

No hay duda que el ecosistema perfecto de Vitol son los conflictos y la volatilidad. Además tensión geopolítica, más posibilitado de grandes ganancias

Viajamos en el tiempo para encontrar los orígenes de esta compañía. En agosto del 1966 dos neerlandeses llamados Henk Viëtor y Jacques Detiger pusieron en marcha el negocio en la ciudad de Rotterdam después de recibir un préstamo de 10.000 florines (unos 2.800 dólares) del padre de Viëtor a cambio de un 8% anual. Más tarde trasladaron la sede a la ciudad de Ginebra, en la siempre discreta Confederación Helvética. El primero de ellos, Viëtor, es todavía uno de los profesionales más respetados del mundo de las energías, de donde se semi-jubiló hace muy poco, en abril del 2020. En la actualidad forma parte del consejo de administración de la firma Knight Sterling, dedicada también al trading de petróleo crudo y productos refinados. El secretismo se mantiene también en esta compañía, que a su presentación corporativa afirma que "la discreción es clave". Por su parte, Detiger es también un hombre casi invisible, pero el octubre del 1984 fue objeto de un retrato a la revista Texas Monthly. Allí se lo definía como un hombre esbelto y elegante, cerca de la cincuentena, con trajes hechos a medida y cigarros habanos no aptos para todos los públicos. En aquel momento, hace cuatro décadas, el grupo que había fundado ya movía 5.000 millones de dólares anualmente. Durante la primera década de vida del negocio, el primer ejecutivo fue Viëtor, que lo abandonó en 1976 para dejar a Detiger, que ocuparía el cargo durante catorce años. La compañía solo ha tenido tres CEOs más: Ton Vonk (1990-1995), Ian Taylor (1995-2018) y Russell Hardy, que es el actual. Cinco líderes en más de cinco décadas; no hay duda de que el secretismo permite aislarse de las turbulencias y dilatar los mandatos. En 1990 los dos fundadores vendieron la compañía a un grupo de unos cuarenta trabajadores por una cifra entre los 100 y los 200 millones de dólares y desde la transacción se sucedieron los mandatos de Vonk y Taylor, los que construyeron el gigante que es hoy Vitol.

Siempre que hablemos de esta compañía tenemos que tener en cuenta ciertas prevenciones por la evidente falta de información fiable, pero parece que las acciones de la sociedad pertenecen a un hólding luxemburgués llamado Vitol Holding II S.A .,y que las acciones de este están en gran medida en manos de unos 350 trabajadores de la firma, la identidad de los cuales es secreta. Se cree que ninguno de ellos atesora más de un 5% del total del capital. Según una investigación del Financial Times del 2015, la compañía repartió en aquel momento un dividendo entre sus accionistas de 1.200 millones de dólares. Otro medio anglosajón, Bloomberg, iba más allá y el 2016 aseguraba que en cincuenta años de vida, la empresa nunca había tenido pérdidas y que su máximo beneficio se había obtenido el 2009, con la cifra récord de 2.280 millones de dólares. Unos beneficios que implicaban un ROE (Return on Equity, o sea, rentabilidad sobre la inversión hecha) del 56%, una absoluta anomalía en comparación con la economía convencional. Para hacernos una idea, esto quiere decir recuperar toda la inversión hecha en solo dos años o, comparándolo con otras firmas de las que mueven el mundo, el mejor ROE de la historia de Goldman Sachs ha sido del 31% (1999). Por su parte, Reuters asegura que el 2021 los beneficios de Vitol se han disparado hasta los 4.000 millones de dólares.

Se pueden permitir cierto oscurantismo porque son una compañía privada en el sentido anglosajón del término: no cotizan en bolsa, y por lo tanto no están sometidos a los exigentes requisitos de transparencia de las empresas que sí lo hacen. Juntar los conceptos privacidad extrema y materias primeras tiene que desembocar por necesidad en malas prácticas e, incluso, en corrupción. Así es en el caso de Vitol, que a menudo ha sido relacionada con los ámbitos más oscuros del comercio mundial. Ya en 1967, y según explica el experto en commodities Javier Blas, la Guerra de los Seis Días les proporcionó grandes beneficios gracias al cierre del Canal de Suez. Más tarde, cuando una revuelta acabó con el largo mandato del coronel Muamar el Gaddafi (2011), Vitol apareció en medio del conflicto para responder a las peticiones cataríes de suministrar combustible a los rebeldes libios. Como los sublevados no tenían dinero para pagar, ofrecieron como contrapartida petróleo crudo de gran calidad procedente de los pozos del país. También se implicaron con el estado canalla -en la terminología de los americanos- Irán, dado que adquirieron petróleo iraní cuando estaba prohibido y lo distribuyeron a sus clientes, básicamente el mercado chino. Tuvieron que montar una operación rocambolesca para esquivar las restricciones al tráfico de petróleo iraní y también para borrar las huellas de su participación, pero en este caso fueron descubiertos y la misma Vitol lo reconoció en un comunicado público. Esto no es todo, porque también tuvieron un papel clave en el programa bautizado como "petróleo por alimentos" que la ONU diseñó (1995) para hacer aflorar el petróleo del Irak de Sadam Husein, sin que el dictador ingresara dólares a cambio y que acabó transformándose en un nido de corrupción. Hace pocos meses, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador calificó a Vitol de compañía corrupta y los amenazó con romper todo tipo de relaciones de negocio con ellos si no revelan el nombre de los funcionarios de Pemex (la petrolera estatal) a los que sobornaron para conseguir contratos. En el año 2020 Vitol firmó un acuerdo para cerrar una causa relativa a sobornos a cargos públicos en Latinoamérica (entre los cuales había el caso de México) a cambio de abonar 135 millones de dólares. En este agitado 2022, en que grandes petroleras han roto relaciones con Rusia a causa de la invasión de Ucrania, Vitol está intensificando el transporte del petróleo y gas rusos; no hay duda de que su ecosistema perfecto son los conflictos y la volatilidad. A más tensión geopolítica, más posibilitado de grandes ganancias.

Mientras que cuando la mayoría de mortales hablamos de la economía mundial pensamos en las multinacionales que vemos cada día anunciándose en los medios, unos pocos iniciados saben que los verdaderos engranajes que mueven el dinero de punta a punta del planeta son firmas como Vitol y otras similares. También en economía las cosas no son exactamente lo que parecen.

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