Las siete hermanas y el mercado del petróleo (la droga del capitalismo y sus 'dealers') II

Las siete empresas más poderosas del oro negro quedaron reducidas a cuatro: ExxonMobil, Shell, BP y Chevron

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La industria del crudo que surgió desde la ruptura de los años setenta se caracterizó por el fin del petróleo barato, la ruptura del oligopolio de las siete hermanas, la aparición de nuevos jugadores en todo el mundo y la creación de un mercado spot (al contado) del petróleo, a diferencia de los acuerdos a plazo que imponía el cártel dominante hasta entonces. Lo que nos interesa de este nuevo panorama es constatar cómo evolucionaron las siete compañías dominantes y qué nuevos competidores les surgieron.

El 1984 una decadente Gulf, que ocupaba el sexto lugar dentro de las siete grandes, fue adquirida por Chevron (la antigua Socal o Standard Oil de California) en una operación que supuso un desembolso de 13.200 millones de dólares por parte de los californianos. La compañía resultante pasó a ser la tercera del ranking, detrás Exxon y Mobil . Esta última era la denominación que la Socony había adoptado a partir del 1963. Precisamente estas dos compañías se fusionaron en 1999, dando como resultado el líder indiscutible del sector y haciendo el viaje inverso de destrozo que habían hecho las compañías de John D. Rockefeller en virtud del dictamen antitrust del Tribunal Supremo de los Estados Unidos el 1911. La operación se estructuró cómo una adquisición de Mobil por parte de su rival, que invirtió 77.000 millones de dólares. Solo un año más tarde, Chevron deglutió otro de sus competidores, en este caso la Texaco, en una operación valorada en 45.000 millones de dólares. Con esta compra, Chevron subió un escalón a la lista, pasando de ser quinta a cuarto. Las dos compañías que se mantuvieron intactas respete fusiones entre las siete hermanas fueron la anglo-holandesa Royal Dutch Shell y la British Petroleum, que era la Anglo-Iranian Oil Company (AIOC) después del cambio de denominación que aplicó el 1954.

La industria del crudo que surgió desde la ruptura de los años setenta se caracterizó por el fin del petróleo barato, la ruptura del oligopolio, la aparición de nuevos jugadores en todo el mundo y la creación de un mercado spot

Así pues, hoy en día las siete germanas han quedado reducidas a cuatro, que son ExxonMobil, Shell (nueva denominación de Royal Dutch Shell), BP (denominación actual de BritishPetroleum) y Chevron. El perfil de cada una de ellas es el siguiente:

ExxonMobil

Tiene la sede a Texas (Estados Unidos) y una facturación de 277.000 millones de dólares. Los beneficios de 2021 ascendieron a los 23.000 millones. Sus principales accionistas son los sospechosos habituales, es decir, Vanguard, State Street, BlackRock, Fidelity, Capital Research, junto con otros fondos de inversión menos conocidos cómo Geode Capital y Northern Trust. Entre todos acumulan el 20 % del capital. Su primer ejecutivo es el texano Darren Woods, que es poseedor de un paquete de 74 millones de euros en acciones de la compañía. Ascendió al cargo el 2017, cuando su antecesor, Rex W. Tillerson, fue nombrado Secretario del Tesoro al gobierno de Donald J. Trump.

Shell

Tiene la sede en La Haya (Países Bajos), a pesar de que parece que próximamente se trasladará a Londres (Reino Unido). La facturación llega a los 255.000 millones de dólares, con unos beneficios de 15.600 millones. Su capital está extremadamente atomizado, sin que ningún accionista llegue al 1 % de los títulos. El CEO es el neerlandés Ben van Beuren, ingeniero químico, que el 2019 percibió una remuneración de 10 millones de euros por su cargo.

Chevron

La compañía californiana es la tercera de las nuevas cuatro hermanas con sus 156.000 millones de dólares de facturación y 15.600 millones de dólares de beneficios. Su estructura accionarial es muy parecida a la de ExxonMobil, con el paquete de fondo de inversión que ya conocemos (Vanguard, State Street, BlackRock, Fidelity, Capital Research, Geode Capital y Northern Trust) como máximos accionistas. Este grupo, junto con la firma Berkshire Hathaway de Warren Buffett, acumulan cerca del 25% del capital. El primer ejecutivo y a la vez presidente es Michael Wirth, un ingeniero químico de Colorado (Estados Unidos) que entró a trabajar en Chevron el 1982, justo al acabar de licenciarse. Su retribución bordea los 30 millones de dólares anuales.

BP

Tiene la sede en Londres (Reino Unido) y una facturación de 150.000 millones de dólares, con unos beneficios superiores a los 10.000 millones. Cómo en el caso anterior, el accionariado está muy atomizado, sin que ningún titular llegue al 1% del capital. El CEO es Bernard Looney, un ingeniero eléctrico irlandés que ha hecho toda su carrera profesional a la compañía. Ahora se cumplen justo dos años de su nombramiento como primer ejecutivo de British Petroleum. Su retribución del 2020 fue solo de 1,74 millones de libras esterlinas, una cifra muy inferior a los 13 millones de dólares de su antecesor a causa de las grandes pérdidas de la compañía en el ejercicio 2020. La orden en que hemos presentado estas cuatro compañías intenta reflejar las cifras de facturación de cada una de ellas, pero es fácil encontrar discrepancias relevantes entre las diversas fuentes consultadas.

Después de siglo y medio de explotación intensiva, según algunas fuentes la humanidad ya ha dejado atrás el peak oil y, en consecuencia, hace aproximadamente un lustro que se ha entrado en una fase inédita de producción decreciente

Pero como decíamos, el panorama ha cambiado mucho desde que existía el oligopolio y ahora las cuatro compañías resultantes son solo una parte de los jugadores al tablero mundial. Las firmas propias de los países productores se han posado al mismo nivel de ellas e, incluso, en algunos casos las han superado. Hoy en día, las dos petroleras más grandes del mundo son chinas, Sinopec (que salió a bolsa el 2001, en una operación de 1.400 millones de dólares) y Petrochina (en la bolsa desde 2000, en una OPV de 2.900 millones de dólares), seguidas por Aramco, la compañía pública de la Arabia Saudí, que tuvo una ruidosa salida a bolsa en 2019 con la que batió todos los récords: levantaron 26.400 millones de euros sacando al mercado solo un 1,5% del capital, mientras que todo el resto de las acciones continuó en manos del reino de Arabia Saudí. Otra de las petroleras que forman parte del top ten mundial -a pesar de que a mucha distancia de las tres indicadas- es la francesa Total, que tiene a sus propios trabajadores como uno de los principales accionistas (tienen un 6,4% del capital y un 10,7% de los votos).

Después de siglo y medio de explotación intensiva, según algunas fuentes la humanidad ya ha dejado atrás el peak oil y, en consecuencia, hace aproximadamente un lustro que se ha entrado en una fase inédita de producción decreciente. Esto no quiere decir que las reservas estén cerca de evaporarse, pero sí que los costes de extraer crudo son crecientes y por lo tanto, con un impacto determinante sobre el precio de combustibles y otros derivados del petróleo. Por otro lado, alternativas como el fracking o fractura hidráulica, que en los Estados Unidos ha proporcionado una producción extra muy relevante, no parecen una opción en los países donde se considera que genera unos daños colaterales inasumibles. La combinación de los varios picos de producción, tanto del petróleo cómo otras materias primeras, con las necesidades perentorias que provoca la llamada emergencia climática dibuja un futuro muy dificil de prever para la economía mundial.

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