Los empresarios son los creadores de la economía real

En el séptimo aniversario de VIA Empresa, además de felicitar a quienes iniciaron el proyecto y felicitarnos los que colaboramos, querríamos aprovechar la oportunidad para hacer una pequeña reflexión sobre la dirección de empresas y organizaciones en general y quizás volver a los temas clásicos en esta materia.

Estos días vemos como se habla insistentemente de la "nueva normalidad", o expresiones parecidas, como si, a partir del coronavirus, todo tuviera que cambiar y ya tuviéramos un mundo "nuevo". Cómo decíamos en un artículo anterior, la profesión de profeta es arriesgada, de forma que no querríamos caer en ella. Querríamos sólo hacer notar que los cambios sociales suelen ir muy lentos, a lo largo de los años, y que pocas veces las cosas cambian sustancialmente por un choque como el del covid-19. La gripe española de 1918 provocó (quizás, los números no son del todo claros) 50 millones de muertos, la primera guerra mundial había apenas acabado, y, a continuación, tuvimos los "roaring twenties" donde todo el mundo echó la casa por la ventana, acabando en el que fue la Gran Depresión.

"La profesión de profeta es arriesgada, de forma que no querríamos caer en ella"

Más allá de esto, querríamos señalar que pensamos, como piensa en Pfeffer, un conocido profesor de Stanford experto en temas de organización, que en dirección de empresas propiamente dicho, no ha cambiado gran cosa. Somos, por lo tanto, en el mismo lugar (aproximadamente) que ahora hace siete años, cuando VIA Empresa empezaba.

Dirigir bien empresas es una tarea que nunca se aprende del todo. Lo qué alienta un buen empresario es mejorar día a día, a través de satisfacer necesidades que todavía no están. Para hacerlo, hay que tener ideas, pero sobre todo, ponerlas en práctica para verlas funcionar. Es un acto creativo, como lo son otras muchas profesiones, pero que tiene que tener en cuenta diferentes tipos de conocimientos que la hacen una de las profesiones más completas que existen. Pero es importante distinguir algunas cosas.

Hace quizás un par o tres de años, salía en el diario una encuesta hecha por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología en la que se ponía de manifiesto que más del 70 % de las personas entrevistadas (más de 6.000) pensaban que el Sol da vueltas alrededor de la Tierra. Platón, a esto le llamaba la "doxa", es decir, las opiniones intuitivas sin ningún fundamento que tiene mucha gente de la calle, y que creen que están basadas en la experiencia. A las empresas, esto les pasa más a menudo del que parece, y, sobre todo, de lo que tendría que pasar. Y en la política. De hecho, los tuits de Trump incluso superan la "doxa" platónica de buena fe, siendo mentiras que quieren crear la "doxa" que le conviene en cada situación.

En dirección de empresas hay algunas verdades de las que podemos estar convencidos. Están basadas en la ciencia, en un razonamiento muy hecho y comprobado en la realidad. Pero es imprescindible ir más allá. Con estos conocimientos no hay suficiente. Necesitamos "sabiduría práctica", que es la capacidad de deliberar qué es bueno y qué es malo (para uno mismo, para la empresa y para la sociedad) en una situación concreta, en unas coordenadas concretas, con unas personas concretas y en un entorno determinado. A veces se le llama "sabiduría política", cosa que no es exactamente lo mismo, pero se asemeja mucho, y que de ninguna forma no quiere decir, como se interpreta a veces, la capacidad de engañar como la de Trump.

"Los empresarios pues, tienen que ser "artistas" eficientes, con toda la ciencia y la intuición necesarias para esta eficiencia. Tienen que incorporar, además la sabiduría práctica"

Los empresarios pues, tienen que ser "artistas" eficientes, con toda la ciencia y la intuición necesarias para esta eficiencia. Tienen que incorporar, además la sabiduría práctica en sus decisiones, porque la riqueza la crean poniendo en valor la colaboración entre personas, por lo tanto cada situación es diferente a la anterior, nunca exacta. Así pues, un medio de comunicación que fomente como tendrían que ser las empresas y muestre como se tendrían que dirigir, y que ayude a apoderar los empresarios, para hacerlos entender mejor a que se enfrentan, y valorarlos socialmente como eje generador de riqueza por todo el mundo, es imprescindible. Un medio que ponga al alcance de todo el mundo este conocimiento, lo comparta, con espíritu crítico, poniendo en valor aquellas empresas catalanas que funcionan, y nos ayudan a avanzar, es una herramienta de país a la que nunca tendríamos que renunciar.

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