Carlota Pi (Holaluz): "no puedes hacer una revolución sólo con los ricos"

La presidenta ejecutiva y fundadora de Holaluz promueve el activismo de sofá: fácil y que no comporte gastos

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Holaluz nació a un bar. Carlota Pi, Ferran Nogué y Oriol Vila se acababan de graduar de un MBA en IESE y querían celebrarlo. Estaban inspirados y tenían ganas de cambiar el mundo. Tenían muy presentes las enseñanzas y directrices de los profesores que los habían acompañado en esta experiencia. Concretamente de uno que decía que una compañía bien gestionada y con una organización viable podía convertirse en una herramienta para cambiar el mundo. Podría parecer perfectamente una reflexión naif, ilusa, pero realmente aquel mensaje caló y, de hecho, provocó según palabras de Carlota Pi que "en aquel bar, aquel día, se hiciera la luz". La luz de Holaluz.

Pi ha sido la protagonista de la última charla del ciclo Catalunya 5.0. Un viatge al cor de l'empresa, que ha tenido lugar al mágico espacio de PANGEA The Travel Store y ha sido moderada por el periodista David Escamilla y organizada por la agencia Comunicación & Más. Bajo el nombre Innovación Sostenible & Digitalización Humanista, Escamilla y Pi han repasado la trayectoria de Holaluz, el éxito escandaloso de la compañía en su primera década y la revolución de valores -y de los tejados- que ha extendido con su modelo de negocio y con su manera de "conectar la energía verde a las personas"; su gran porqué.

El pistoletazo de salida de Escamilla pone a tono la conversación: "Nos encontramos en la economía 4.0, con una gran obsesión por la productividad, la tecnología, la inteligencia artificial, el Internet de las cosas... Pero cuando todo esto significa exclusión y divinización de la tecnología, cuando el ser humano va detrás con la lengua fuera y un banco no atiende a la gente mayor de la manera que se merece, en este momento, la misma tecnología está haciendo un flaco favor al ser humano. El 5.0 supone la rehumanización de la tecnología". Y Holaluz representa un buen ejemplo.

Pi: "Nos sentimos con el deber de innovar para aquella gente que no es ni cliente de Holaluz, para aquellos que todavía no han nacido"

Su finalidad última "es cambiar el mundo", "conectando las personas con la energía verde" y "poniendo en el centro a las personas, al cliente", el grande olvidado del sector energético. "Nos sentimos con el deber de innovar para aquella gente que no es ni cliente de Holaluz, para aquellos que todavía no han nacido", explica Pi. Y éste es un estadio que va mucho más allá de ganar dinero, aunque si lo haces bien, lo ganas también: "Holaluz se decidió en un bar, en tres horas. Tres días después teníamos tres clientes -ellos mismos-. Tres meses más tarde estábamos buscando tener 100. Hoy en día tenemos 378.000 clientes". Su facturación en el 2021 logró los 400 millones de euros. Cuentan con un equipo de 300 personas en la sede de Barcelona y con 150 instaladores para la revolución de los tejados.

"¿Por qué la energía?", le pregunta Escamilla a Pi. La energía forma parte de los tres grandes ejes verticales de la humanidad. Los otros dos son la educación y la sanidad.

Green energy rebel, desde el sofá

En España las familias destinan de media 1.000 euros de electricidad al año. Y más allá de conseguir electricidad, "tú puedes decidir en qué estás invirtiendo estos 1.000 euros", explica Pi. Puedes convertirlos en una herramienta para cambiar el mundo, sin gastar más, sin hacer ningún esfuerzo. La de Holaluz a esto lo llama "activismo de sofá: fácil y que no implique más gastos".

Quieren que mucha gente se convierta en green energy rebel, desde el sofá. Que se sumen a la revolución. Que formen parte de esta herramienta que han creado para cambiar el mundo, pero cómodamente. "Porque no podemos hacer la revolución sólo con los ricos", indica.

Pi: "Eléctricamente hablando, España es una isla"

Saben que la comunicación es importante para que la gente tome conciencia de "que sus decisiones de compra son determinantes para que el mundo vaya en una dirección o en otra". Como también saben que la tecnología es indispensable para conseguir este cambio, pero tiene que estar bien orientada. Tiene que estar al servicio de las personas.

Consiguen que la energía sea más barata gracias al uso intensivo de la tecnología y los datos. Utilizan inteligencia artificial para ayudar a los clientes a ahorrar dinero "incluso cuando ellos mismos no son conscientes", explica Pi. Reconoce que su sistema funciona "con mucha tecnología detrás y con muy poca interacción del usuario", pero orientado al usuario. Digitalización humanista.

El yin y el yang, el gas y la electricidad

Con el gas no tienen la misma maniobra, no sólo porque no forma parte de su estrategia troncal, sino porque "la tecnología que tenemos con el gas en España es de principios del siglo XX", critica. Y también la estructura. De hecho, para dar un mejor servicio con el gas, Holaluz se tuvo que independizar en el 2014-2015 de todos los proveedores y así desarrollar su propia tecnología. "Si soy Amazon, tendré que tener cuidado de qué repartidores tengo porque forman parte de la experiencia", ejemplifica Pi, y añade que para suplir las carencias del sistema han tenido que "ir tirando de software y algoritmia. Necesitamos hacer magia con la tecnología que tenemos".

Con la energía, después de tres años de trayectoria lanzaron una tarifa plana. La primera tarifa plana de Europa. Pi admite que al principio la competencia los trató de locos, pero después los empezó a copiar. Lo asume como parte del liderazgo. A lo largo de los años han lanzado productos innovadores al mercado "y esto nos da seis meses de margen hasta que nos copian -relata Pi-, pero lo que no nos podrán copiar nunca es nuestro para qué", su finalidad.

La revolución de los tejados

La revolución de los tejados es el último grito de Holaluz. Es la verdadera palanca de cambio. No sólo hacia una economía de energías verdes, sino incluso, para acabar con la problemática de España en cuanto a la electricidad, que se refleja actualmente con los precios más altos de la historia.

"Eléctricamente hablando, España es una isla", relata Pi. Entre el mar y los Pirineos, su interconexión con Europa se ve limitada, "es del 2%. El gas, en cambio, llega por muchos lugares y por barcos de gas licuado." Teniendo en cuenta esta limitación geográfica, toda la demanda eléctrica de España, por lo tanto, se tendría que producir dentro de la península. Además, las tendencias tecnológicas nos indican que el consumo de energía irá a más en los próximos años. Y ante esta demanda creciente, si no se aumenta la oferta, la luz costará cada vez más dinero.

Pi: "De aquí unos años, tener una placa fotovoltaica en casa para el autoconsumo será tan común como llevar un smartphone encima"

Y aquí somos capaces de producir y aumentar la oferta: "España tiene uno de los ratios de sol más altos de Europa, y no solo esto, sino que tiene diez millones de tejados privados para abastecer a las familias que viven bajo estos tejados y a muchas más", anuncia ilusionada Pi. Es la revolución de los tejados. Es el escenario perfecto que, desgraciadamente, ha tenido durante años un principal enemigo: "una regulación que ha ido en contra", pero que por fin ya está fuera del mapa.

La visión de Pi es firme: "No te puedo decir la fecha exacta, pero de aquí unos años, tener una placa fotovoltaica en casa para el autoconsumo será tan común como llevar un smartphone encima". Lo que a día de hoy es anecdótico acontecerá estructural.

De los tejados, a las oficinas

Pi sabe que tiene una empresa impregnada de talento y cree que parte del éxito recae en la selección -"escogemos gente muy preparada que tenga una alineación perfecta con nuestros valores"- y en la retención: "en Barcelona la competencia con el talento es salvaje, la gente buena siempre tiene opciones y, por lo tanto, pueden escoger. Tienes que conseguir que te escojan a ti".

Tienen un modelo organizativo determinante: no tienen horarios, trabajan con equipos transversales y repasan las cifras, los KPIs y los objetivos cada semana. Concretamente, los lunes a primera hora. Si defines bien los objetivos, consigues que todo el mundo sienta el proyecto como suyo. "Que más me da si trabaja un miércoles o un sábado: que cada cual haga un uso responsable de su libertad". En los procesos de selección, Pi recomienda los periodos de prueba: cuando han pasado unos meses y has revisado la checklist de expectativas, "pregúntate: con la información que tengo ahora, volvería a contratar a esta persona?"

Cree que también es clave hacer sentir a las personas parte de un todo. No solo parte de una empresa, sino también de un propósito. Parte de una revolución, sea desde el sofá o en la oficina.

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