En la investigación de la productividad y el perfeccionamiento de los procesos, tanto empresariales como de la vida cotidiana, a veces, a los humanos nos hace falta una mano, una ayuda. En el transporte, la industria, la salud y muchos otros ámbitos cotidianos, la robótica nos tiende una mano que, aunque sea de hierro, acero o cualquier otro material lejano a lo humano, no solo facilita nuestro día a día, sino también nuestro progreso. Tanto es así que, según el informe elaborado por ACCIÓ La robótica en Catalunya, la facturación mundial de las industrias vinculadas a este sector pasó de los 22.000 millones de euros en 2018 a superar los 50.000 millones en 2020. Además, Cataluña tiene un papel considerable en Europa Occidental: las 147 empresas que trabajan con robótica en Cataluña sitúan el territorio como la cuarta región en número de proyectos y la quinta en cantidad de puestos de trabajo creados. Pero es que, en el ranking de ciudades, Barcelona ocupa la segunda y la tercera posición respectivamente.
Teniendo en cuenta que de los 22.000 millones de euros facturados por el sector de la robótica en el año 2018, la robótica industrial representó el 75% del total, es decir, 16.500 millones, se puede afirmar que siempre ha sido el sector más avanzado. Sin embargo, con los últimos avances en tecnología, están surgiendo nuevos ámbitos, como el de la robótica asistencial, un sector en crecimiento destinado a ayudar a los profesionales de hospitales, centros de rehabilitación y residencias, así como a capacitar a las personas que necesitan asistencia en su hogar, para que puedan realizar de forma autónoma sus actividades diarias. Aunque el sector de la robótica siempre se lo ha cuestionado, muchos de los usuarios de la robótica asistencial no pueden evitar preguntarse: ¿estamos preparados para convivir con los robots?
La facturación mundial de las industrias vinculadas al sector de la robótica pasó de los 22.000 millones de euros en 2018 a superar los 50.000 millones en 2020
¿Qué es un robot?
"Es una cuestión complicada porque, para empezar, con la definición de robótica ya no nos pondremos de acuerdo", señala Guillem Alenyà, director del Institut de Robòtica Informàtica i Industrial (IRI), quien agrega que "si preguntas a cinco personas que trabajan en el sector, cada uno te dará una definición diferente y, de hecho, los organismos internacionales ya proponen definiciones que difieren un poco, por lo tanto, definir la robótica asistencial es aún más complicado".
No obstante, a pesar de que la robótica se convierta en un campo multidisciplinario y pueda ser entendida desde diversos puntos de vista, hay una serie de factores en común que pueden, al menos, acercar las diferentes definiciones que existen: "Un robot debe tener impacto en el entorno que lo rodea, debe poder cambiarlo", comenta Alenyà, quien añade que otro factor con el que "todos están de acuerdo" es que un robot "debe entender la situación actual y, de alguna manera, adaptarse o cambiar las decisiones dependiendo de lo que ve. Debe ser programable, tener cierta autonomía y poder mover elementos de su entorno".
La robótica surgió en el entorno industrial hace aproximadamente unos 50 años
A pesar de que la robótica surgió en el entorno industrial hace aproximadamente unos 50 años, en forma de grandes brazos mecánicos programados para realizar tareas repetitivas, ha continuado evolucionando para ponerse a disposición del sector de los servicios, donde se origina la robótica asistencial. "A diferencia de la robótica tradicional, los robots no se desarrollan en un entorno tan controlado; estos tienen que interactuar con una persona y, por lo tanto, deben tener una capacidad adaptativa a entornos muy variables y altamente desestructurados", explica Pere Homs, director general de Enginyers Industrials de Catalunya.
¿Estamos preparados para convivir con ellos?
"No, no estamos preparados porque hemos visto muchas películas que nos han generado unas expectativas muy altas", señala Alenyà. "Actualmente, nosotros, técnicamente o por cuestiones de precio, no somos capaces de producir los robots que todos nos imaginamos gracias o por culpa de las películas", añade.
El experto destaca que, además, la privacidad de los usuarios es una de las cuestiones que más debate genera: "Con los móviles estamos regalando mucha información a compañías privadas y, a veces, no nos damos cuenta porque estos no tienen ese componente de cosa que se mueve y que está a nuestro alrededor. Como el robot sí lo tiene, comienza a despertar estas cuestiones, y está bien que lo haga, pero en el caso del móvil también nos las debería despertar".
En esta misma línea, Homs considera que la inteligencia artificial aún es "muy justita", ya que nos encontramos en el inicio de una gran revolución. En este sentido, dar el paso del mundo digital al mundo físico supone un avance que aún requiere más desarrollos: "Cuando sales de la pantalla y tienes que moverte por un entorno donde hay una escalera, o puede haber un zapato en medio, el robot tiene dificultades que no tiene un algoritmo que se encuentra dentro de un ordenador", explica el director general d’Enginyers Industrials de Catalunya.
Y los robots, ¿están preparados para convivir con nosotros?
"Esta es la frontera del conocimiento en el mundo de la robótica", señala Homs. Efectivamente, lograr que los robots dispongan de capacidades sensoriales y cognitivas básicas para tomar decisiones en un entorno constantemente cambiante es un desafío, en la actualidad, lejos de ser alcanzado. "Seguramente, la respuesta cambiará drásticamente dentro de dos años, cuando la inteligencia artificial haya evolucionado más que ahora. Los cambios se producirán de forma continua, a medida que incorporemos los avances en los diferentes ámbitos de nuestro día a día".
La robótica asistencial en Catalunya: vivir en un piso sin ascensor
Ambos expertos consideran que, en Catalunya, la robótica asistencial cuenta con un tejido "muy bueno": "Existe una red de asociaciones de personas mayores y de cuidadores que tienen muchas ganas de recibir ayuda de la tecnología, tenemos una red de hospitales que están muy acostumbrados a experimentar con nuevas tecnologías, tenemos una buena oportunidad porque somos un territorio de pymes que aprovecha el conocimiento. Lo que no tenemos, sin embargo, es el apoyo de la administración pública", señala Alenyà, quien destaca que, por este motivo, "cuesta mucho" poner en marcha nuevos proyectos en comparación con otros países como Alemania o el Reino Unido: "En estos territorios están invirtiendo mucho dinero, y nosotros aún estamos a tiempo de ser pioneros, pero necesitamos ese impulso para poder llevar a cabo proyectos de la misma magnitud".
De hecho, la Nit de la Robòtica, que celebró su novena edición el pasado 19 de octubre, representa un punto de encuentro y un reflejo de los diversos actores del sector y de la situación en Catalunya, que hace un mes reunió a más de 200 profesionales con la robótica asistencial como protagonista de la noche. "Desde el Col·legi Enginyers Industrials de Catalunya, cada año sacamos pecho de un sector pequeño, pero muy potente, y todas las grandes empresas del sur de Europa tienen su voz aquí", explica Homs.
El robot, una herramienta para las tareas cotidianas
Alenyà, quien no se perdió la cita del pasado mes de octubre, explica que a pesar del debate generado en torno a la adopción de la robótica asistencial, la adopción es positiva. "No debemos ver a los robots como sustitutos de las personas que cuidan a la gente, sino como herramientas de estos profesionales".
Alenyà: "No tenemos que ver z los robots como sustitutos de las personas que cuidan a la gente, sino como herramientas de estos profesionales"
El experto lo ejemplifica con los profesionales que, según el grado de dependencia de un paciente determinado, acuden con más o menos frecuencia a los hogares: "Con el futuro que nos espera, con cada vez más personas mayores y menos profesionales para cuidarnos, no podemos sustituir a los cuidadores por robots, sino que estos deben complementar su tarea".
En este sentido, la robótica asistencial pasa a primer plano desarrollando tareas como la emisión de recordatorios o favoreciendo las interacciones sociales con el núcleo familiar: "No debemos imaginar un robot como una máquina con la que converso, sino como una herramienta que me facilita hablar con mis conocidos, mis hijos o mis nietos". Así, en las pequeñas acciones de nuestra cotidianidad se encuentra el papel que debe adoptar la robótica asistencial para permitir que las personas se queden más tiempo en sus hogares. "Porque la alternativa, si no hay suficientes profesionales, es echarte de casa y enviarte a una residencia".