Psicóloga ejecutiva y especialista en liderazgo estratégico

Cultura de empresa: no es lo que dices, es lo que permites

11 de Octubre de 2025
Ivette Castro | VIA Empresa

“Aquí tenemos una cultura muy abierta.” “Nuestros valores son el respeto, la transparencia y el trabajo en equipo.” Todo esto suena muy bien hasta que miras qué pasa cuando alguien dice lo que realmente piensa. En muchas empresas catalanas, la cultura no es lo que se anuncia. Es lo que se permite. Es la manera como se habla (o se calla) en los equipos. Es el tono con que se dan instrucciones. Es si se puede decir “esto no va bien” sin sufrir represalias. La cultura es como el wifi: no la ves, pero lo conecta (o desconecta) todo.

  1. El problema no son los valores, es la incoherencia que toleramos. Es muy fácil escribir que valoramos “la colaboración”. Otra cosa es que cuando alguien dice “esto no me ayuda”, le respondan con un “es cosa tuya” y cambien de tema. Los valores que se viven de verdad no son los que se declaran. Son los que no hace falta recordar porque se respiran.
  2. ¿Quieres saber qué cultura tienes? Mira qué calla todo el mundo. Cuando alguien hace una broma sexista y nadie dice nada. Cuando una decisión que perjudica al equipo se comunica con un “ya lo hemos decidido arriba”. Cuando una reunión acaba con caras largas y nadie lo verbaliza. Eso también es cultura. Una cultura que genera distancia emocional, desconexión y pérdida de sentido.
  3. Un ejemplo que seguro has vivido (y no lo sabías). En una empresa de servicios, la dirección repetía constantemente que la clave era “el cliente interno” aunque cada vez que alguien pedía apoyo, recibía un “ahora no toca”. El equipo dejó de pedir. Y al cabo de unos meses, se perdió más talento por el desánimo que por la carga de trabajo. Cultura no es lo que se dice en los discursos. Es lo que pasa entre reunión y reunión.
  4. Fortalezas que no ves, resultados que no llegan. Muchas empresas tienen personas con fortalezas clave que nadie ha detectado. La que cuida el ambiente. El que siempre escucha antes de hablar. La otra que resuelve conflictos sin hacer ruido. Y como esto no sale en ningún informe, no se reconoce. Y el día que se van, alguien dice: “No hacía tanto, pero se nota que ya no está.” Esta es la parte silenciosa de la cultura. Y a menudo, la más valiosa.
  5. La mentalidad que marca el tono (sin decirlo). La manera en que una dirección piensa se filtra en cada decisión. Si la mentalidad es “mejor no incomodar”, esto se traduce en evitar conflictos y no corregir actitudes. Si es “ya se las apañarán”, se genera individualismo. Y si es “hagamos ver que todo va bien”, ya sabes cómo acaba la película.
  6. Cómo cambiar la cultura sin hacer un plan de 40 páginas. Pregúntate qué estás tolerando que no representa los valores. Detecta las fortalezas que sostienen el buen clima. Cambia una sola acción repetida cada día (una mirada, un reconocimiento, una pregunta real). Y sobre todo, deja de premiar en silencio aquello que te resta.
  7. El giro final: ¿qué pasaría si te preguntaran...? Imagínate que tu equipo pudiera responder honestamente esta pregunta: ¿Qué actitudes reales se recompensan aquí? Lo que respondan es la cultura que tienes. No la que querrías. No la que declaras.