Profesor del Departament d’Economia i Empresa de la Universitat de Barcelona (UB)

El impacto de la guerra de los aranceles en Can Barça

11 de Mayo de 2025
Iván Cabeza | VIA Empresa

El pasado 2 de abril, el bautizado por el presidente estadounidense Donald Trump como el “Día de la liberación”, ha provocado, después de décadas de estabilidad comercial global, un tsunami de incertidumbre en la economía mundial. Los motivos de esta decisión excéntrica, un incremento discriminado “a la carta” de los aranceles a la producción, pueden ser diversos, incluso pueden ser sólo una invitación a la negociación. Pero, como mínimo, buscan dos posibles objetivos:

 

a) La necesidad del gobierno estadounidense de estabilizar los “déficits gemelos”, es decir, que el déficit fiscal de EE.UU. no sirva para financiar el déficit comercial. Esto, en términos generales, quiere decir que la deuda estadounidense que financia el desequilibrio en el gasto público no sirva para financiar las importaciones, y que, por tanto, la deuda estadounidense deje de financiar a gobiernos y empresas extranjeras; y b) Proteger la producción estadounidense y de rebote los puestos de trabajo de los estadounidenses, sobre todo los del midwest del país, poco eficiente y que tantos votos le ha suministrado.

La historia económica, sin embargo, es terca y nos avanza que, en estas circunstancias, esta política no saldrá bien, y que, si no se rectifica, la inflación y la recesión están casi aseguradas a medio plazo.

 

Ahora bien, estas decisiones no afectan de la misma manera a todos los sectores, que sí tienen un impacto claro en las empresas productoras, pero mucho menos directo en las empresas proveedoras de servicios.

La industria del deporte se ha convertido en un elemento nuevo y clave en la revolución del sector del entretenimiento, siendo ya un elemento importante en términos de PIB y generación de puestos de trabajo.

¿Cómo puede afectar este nuevo paradigma comercial a esta emergente industria del deporte?

Hay 4 consecuencias probables:

  1. Subida de los costes de producción. Las empresas productoras de ropa y calzado tienen desde hace décadas deslocalizadas sus fábricas en el sudeste asiático y las seguirán teniendo, por el coste que implicaría deshacerlo. Esto implica que, en función de los aranceles, el coste de fabricar una pieza de ropa se incrementará por el precio del impuesto y la clave será quién asumirá este coste, si el productor o el consumidor. Cabe decir, sin embargo, que si los costes de una camiseta del Barça son de 100 euros, el coste de producirla es de entre 10 y 12 euros. Por lo tanto, el incremento del precio, que será sobre el coste, no será tan elevado.
  2. Inestabilidad de la moneda. El debilitamiento probable del dólar puede hacer que las exportaciones a EE.UU. o a otros países que lo utilicen sean aún más complicadas.
  3. Hábitos de consumo. Los consumidores son especialmente sensibles a la inflación, y hasta ahora el deporte se había mantenido en parte al margen del encarecimiento generalizado de los precios. Pero el aumento de costes derivado de los aranceles puede alterar este equilibrio: aunque el incremento sea limitado en términos absolutos, el efecto psicológico puede ser considerable. Más allá de los sobrecostes puntuales, el verdadero riesgo es que se deteriore la percepción del valor por parte de los aficionados, afectando directamente a su predisposición a consumir entretenimiento deportivo, ya sea en forma de producto, contenido o experiencia.
  4. Patrocinios comerciales. ¿Qué sentido tiene que una empresa que quiere introducirse en un mercado concreto y que hasta ahora utilizaba el patrocinio de eventos o franquicias deportivas para ganar visibilidad y confianza, mantenga esta inversión cuando, por efecto de los aranceles, su producto ha quedado encarecido y ha perdido competitividad? Cuando las barreras comerciales erosionan el precio como ventaja estratégica, la lógica del marketing se ve cuestionada.

Promocionar un producto que ya no puede competir es, sencillamente, una inversión fallida. Esta desconexión puede comportar una desinversión publicitaria en el ámbito deportivo, con consecuencias graves para clubes, ligas y eventos internacionales que dependen en gran parte de estos ingresos. De hecho, ya existe preocupación por el posible retroceso de patrocinadores globales en eventos como el Mundial de Fútbol 2026 en Estados Unidos o los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 2028.

"El Barça sólo genera aproximadamente un 20% de sus ingresos fuera de nuestras fronteras, principalmente a través de patrocinadores extranjeros"

Y, ¿cómo puede afectar esta inestabilidad comercial en nuestra casa, y en particular, al FC Barcelona?

De momento, el impacto es limitado. El Barça solo genera aproximadamente un 20% de sus ingresos fuera de nuestras fronteras, principalmente a través de patrocinadores extranjeros. En cambio, el 65% de los ingresos provienen de los derechos de televisión, las competiciones y la explotación de instalaciones —esta última, actualmente disminuida por el exilio obligado a Montjuïc—, y solamente se podrían ver afectados si una eventual recesión modificara a la baja los hábitos de consumo de los aficionados globales.

En cuanto al área comercial, sí que podría haber una ligera afectación si la escalada arancelaria se generaliza, especialmente en lo que respecta a la producción y venta de merchandising, gestionada por BLM, la empresa propia del club que lidera con éxito esta línea de negocio.

Más allá de esto, los grandes retos del club —ahora que ha vuelto a confiar en la Masía como eje deportivo— se mantienen en otros frentes: la gestión de una deuda estructural monumental, la creación de nuevas fuentes de ingresos, el recorte de gasto, la internacionalización y el desarrollo urgente del área digital.

De momento, la guerra comercial no es el principal quebradero de cabeza del club, pero no deja de ser un factor a tener en cuenta en un contexto económico cada vez más incierto.