Ingeniero y escritor

Control de la competencia: solo debería ser europeo

09 de Septiembre de 2025
Xavier Roig VIA Empresa

Estos días vivimos los últimos capítulos de un sainete que se llama OPA del BBVA al Banc Sabadell. Personalmente, no estoy a favor de esta OPA, por motivos meramente sentimentales y de interés local. Aunque el Torna a Sorrento interpretado en los últimos meses por la dirección del Sabadell haya pretendido eclipsar la Fuga en do mayor que ejecutó cuando decidió marcharse hacia Alacant, somos muchos los que pensamos que la grandiosidad de una fuga no puede ser equiparada a una napolitana, por muy popular que sea. Sin embargo, a pesar de aquella mala jugada, sigo pensando que la poca o mucha catalanidad del Banc Sabadell no debería perderse. Y que los servicios que da al tejido empresarial no podrán ser sustituidos por ningún otro banco foráneo. Porque, yo no lo dudo, de aquí a poco, el Banc Sabadell será una filial participada del BBVA

 

Todo esto lo digo porque las falacias que en los últimos meses se nos han intentado vender, diciendo que esta OPA reducirá la oferta que la clientela bancaria española -ergo, catalana- tendrá, constituyen un auténtico insulto a la inteligencia. El consumidor bancario español quedó atrapado por el cártel bancario español ya hace años, como resultado de la Gran Recesión que comenzó en 2007. A raíz de la desaparición del 50% del sistema financiero catalán que representaban las cajas de ahorros, quedamos todos en manos del dictado de cuatro grandes bancos: BBVA, Santander, Caixabank y Sabadell. Ellos se repartieron el pastel y desde aquel despropósito, y para continuar con el símil gastronómico, se pasan el porrón.

"Las falacias que en los últimos meses se nos han intentado vender, diciendo que esta OPA reducirá la oferta que la clientela bancaria española tendrá, constituyen un auténtico insulto a la inteligencia"

Me gustaría -deseo imposible- que los responsables políticos de aquella fechoría dieran, algún día, explicaciones en el Parlament. Está claro que, viendo el nivel que corre por el Palau de la Ciutadella, no creo que todo ello fuera demasiado útil, la verdad. También querría recordar a aquellos que decían que Catalunya tenía demasiadas cajas y que, cuando les decías que en Italia, Alemania o Francia, tenían más, te respondían "¡ya caerán, ya!". Aún espero. En resumen, desde el punto de vista de la oferta bancaria, el daño ya está hecho. Ahora, que sea un foráneo o un nacional quien intente asfixiarme, no me importa demasiado. El Banc Sabadell, junto con otros, trabajó para reducir la competencia a niveles ofensivos para el consumidor. Pues ahora, que se lo trague. 

 

La historia del desastre bancario español -ergo catalán- debería hacernos abrir los ojos a un problema grave. Los españoles tenemos una especial maestría a la hora de pervertir modelos. Y el conocido principio de subsidiariedad tan lógico en un modelo federal como el europeo, se utiliza para extorsionar al ciudadano sin que los poderes superiores puedan hacer nada. Quiero decir que una concentración bancaria similar a la española no sería aceptable a escala europea. Y la Comisión Europea actuaría. Pero como solo afecta al mercado español, Europa tiene poco, o nada, que decir. 

"El Banc Sabadell, junto con otros, trabajó para reducir la competencia a niveles ofensivos para el consumidor. Pues ahora, que se lo trague"

Las autoridades de la competencia en los ámbitos catalán y español constituyen unos rincones donde van a sestear elementos que los partidos en cuestión premian. La explicación de por qué la regulación de la competencia debería ser a escala europea es fácil. Y ahora lo entenderán. 

Yo que, salvo para los miembros de mi familia, no soy nadie, tengo relativamente fácil encontrarme con el alcalde o un concejal de mi población. Usando algún contacto, también puedo encontrarme con un consejero de nuestro gobierno. Trabajándomelo un poco más podría encontrarme con un ministro del gobierno español. ¡Ojo! Hablo de encontrarme para defender mis intereses, si fuera el caso. Aquello que se llama "hacer lobby" y que, a menudo, es el eufemismo de "tratos de favor", "intereses compartidos", etc. -que es como se negoció el reparto del pastel bancario español en 2012-. Ahora bien, encontrarme con un comisario europeo para venderle una moto que la presidenta Von der Leyen debe aprobar, les aseguro que es prácticamente imposible. 

¿Entienden por qué, pues, ni que sea regulada por burócratas, los asuntos de competencia deben ser gestionados siempre lo más lejos posible del mercado del proveedor?