Ingeniero y escritor

Regulación de los altos cargos públicos: alguna buena noticia

29 de Julio de 2025
Xavier Roig VIA Empresa

En El Análisis del jueves pasado (La corrupción es una percepción) mencionaba algunos casos de corrupción que no eran percibidos como tales. Uno de ellos era el hecho de que los numerosísimos cargos nombrados a dedo por los gobiernos de turno -práctica habitual en Catalunya y en España, pero no fuera de aquí- contribuyeran con una cantidad de su salario al partido al que pertenecen. Parece mentira que alguien encuentre algo de positivo en esta práctica.

 

Para enumerar alguno de los defectos. Primero, el número de cargos nominados por los partidos que entran a formar parte del poder -dar apoyo al gobierno también implica este privilegio- debería tender a cero. Por lo tanto, nada de lo que se derive puede ser bueno. Ahora bien, hay quien, encima, quiere ver buenas intenciones en un hecho que se deriva de una mala praxis. Y consiste en decir que los nombrados pagan por ocupar este cargo.

Analicemos esta segunda derivada de un hecho perverso. Desde la perspectiva del partido. Podemos decir que chupa de forma irregular dinero público para financiar las arcas del partido. Desde la perspectiva del designado. Paga una cantidad para ocupar un cargo que debería ser ocupado por un profesional de la carrera pública. O sea, practica una mordida para obtener un beneficio irregular. Adicionalmente, ocupa un cargo para el que no ha sido preparado y no tiene ni idea. Es decir, el contribuyente está estafado dos veces: sus impuestos van a mordidas y, encima, no recibe el servicio adecuado que debería recibir. ¿O es que alguien se piensa que las pifias continuadas que últimamente sufrimos -obra pública, designación en plazas públicas como por ejemplo en enseñanza, los famosos casos de la DGAIA, etc.- suceden porque Dios nos tiene manía?

 

Pero, claro, el problema de determinada corrupción -y el caso que nos ocupa es muy significativo- es que detenerla perjudica a mucha gente. A demasiada. En este caso, el individuo que ocupa el puesto de trabajo y que, probablemente, fuera de la sombra del poder no tendría futuro -no al menos con el salario equivalente y el bajo nivel de exigencia que se le aplica-. Pero párense a hacer cuatro cálculos. Si se estima que los cargos designados a dedo por el gobierno catalán que llega al poder son unos quinientos, y cada uno de estos terráqueos paga, pongamos por caso, y como mínimo, unos 200 euros al mes al partido, observaremos que el partido recaudaría unos 100.000 euros al mes. Un millón doscientos mil euros al año. ¡No está mal!

"¿Por qué nos pasan cosas propias de república bananera? Porque somos una república bananera"

Y esto no son imaginaciones mías. Una exdirectora general de uno de los departamentos de la Generalitat -que hace tiempo lo fue durante tres años y porque la fueron a buscar- me explicaba que, en general, la miraban de reojo porque ella no pagaba mordida -no era de partido-. Quiero decir con esto que estamos ante una práctica donde la honestidad es la excepción. Accedan al siguiente enlace de la web Professionalitzem.cat y observarán por qué nos pasan cosas propias de república bananera: porque somos una república bananera.

Ahora parece que el gobierno de la Generalitat quiere presentar un proyecto de ley que profesionalice la función directiva en los diferentes departamentos del gobierno. Bienvenida sea.

Nos felicitamos. Debido a lo que he argumentado antes, de oposición no faltará. Están los individuos -¿lobby parlamentario?- y los partidos -a ver qué agua le echan al vino-. Lo iremos siguiendo...