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'Enshittification': la mierda de la tecnología

10 de Noviembre de 2025
Gina Tost | VIA Empresa

Cory Doctorow inventó un término que debería sonar a todo el mundo: enshittification. Es ese proceso silencioso pero implacable por el cual cualquier plataforma digital consolidada empeora por sistema. No es un accidente, es casi una ley de la gravedad tecnológica: cuanto más poder tiene una plataforma, más priorizados son sus intereses y más degradada queda la experiencia del usuario.

 

Un ejemplo reciente: la cama inteligente Eight Sleep, que dejó de funcionar cuando el servidor tuvo una caída. ¿Una cama que necesita conectarse a Internet para "funcionar" y que se calienta y te deja sin dormir si no le llegan los datos? Esto es más un nuevo género de terror, que un futuro ideal. Y no es un caso aislado: tenemos coches que solo funcionan con una app que no tiene cobertura en un puerto de montaña y apaga los sistemas del coche, hacer fotos a los QR de los restaurantes para leer la carta, neveras que deciden qué puedes comer de acuerdo con sensores internos que fallan en temperaturas frías, e interruptores que se encienden cinco segundos más tarde de pulsar el botón porque la wifi va lenta. Bienvenidos a la era donde tu objeto "inteligente" te hace la vida un poco más mierda.

"El 'enshittification' es este proceso silencioso pero implacable por el cual cualquier plataforma digital consolidada empeora por sistema"

Doctorow explica que las plataformas siguen un patrón claro: primero conquistan usuarios con servicios brillantes, después extraen todo lo que pueden de los actores intermedios y, finalmente, maximizan beneficios degradando la experiencia. TikTok, Google Search, Amazon, cafeteras, camas o Spotify: muchos entran en este patrón, solo que con niveles diferentes de sutileza. La ironía es que nos venden la degradación como “la gran innovación”. Pero si tenemos un mínimo de memoria tecnológica, vemos cómo hemos ido cayendo en esta trampa muy poco a poco. 

 

En los 90 teníamos videojuegos donde solo pagabas una vez y listo. Google mostraba exactamente lo que querías sin tener que filtrar resultados patrocinados en los primeros puestos. Y Internet, esa maravillosa jungla de ideas, blogs y webs, no tenía 50 pop-ups cada vez que visitabas un sitio web, y la gente era amable y servicial.

La enshittification es omnipresent: Apple y su obsesión por cerrar ecosistemas, Spotify que decide qué puedes escuchar, TikTok que prioriza contenido pagado, Meta y sus escuchas activas, y Google que usa tu propia búsqueda contra ti con resultados patrocinados. Incluso los gadgets domésticos más inocentes, como un termostato o una bombilla, pueden ser una pesadilla.

Creo que hay una responsabilidad explícita cuando se desarrolla un servicio: la tecnología debería ayudarnos, no capturarnos. Debemos defender la autonomía, la interoperabilidad, la accesibilidad y la transparencia. No es solo nostalgia: es recordar que la experiencia digital podría ser mejor, más libre y más justa. Que el futuro no sea solo un ecosistema cerrado de intereses corporativos, sino un espacio donde el usuario aún pueda sentir que controla, disfruta y decide.

"Y mientras nos venden un colchón con wifi, quizá valga la pena recordar que antes, solo antes, jugar era solo jugar, viajar era solo viajar y navegar por Internet era lento del cagar"

El enshittification nos recuerda que no todo lo que brilla es innovación, que muchos “mejores servicios” son, en realidad, una degradación disfrazada de progreso. Y mientras nos venden un colchón con wifi, quizás valga la pena recordar que antes, solo antes, jugar era solo jugar, viajar era solo viajar y navegar por Internet era lento del carajo

Si queremos que la tecnología sea realmente útil, debemos señalar antes de que esta degradación sistemática se instale: crear alternativas, exigir transparencia, buscar siempre la accesibilidad universal y recuperar un mínimo de control sobre aquello que es necesario. No solo resistir, sino demostrar que la innovación puede ser útil, robusta y justa.