Etnógrafo digital

A Musk se le acaban las palancas

24 de Julio de 2025
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

Hace mucho tiempo que Elon Musk ha dejado de ser aquel emprendedor al que todo le salía bien. Desde aquella dudosa adquisición de Twitter por una cifra desorbitada, hasta el juicio actual en California que le podría costar la licencia de venta de Tesla en el estado, pasando por los cohetes que le explotan antes de despegar. La pátina de triunfador se le ha ido deshaciendo a cada tuit.

 

La combinación de guita, drogas, traumas y supremacismo ocasiona una explosión combinatoria de despropósitos que hace imposible saber cuál será la siguiente. Solo podemos estar seguros de que no será buena para las personas a título individual ni para la humanidad en general.

El litigio que tiene con el Estado de California se arrastra desde hace muchos años, desde que en 2015 comenzó a vender Tesla con la promesa de que llevaban un sistema de conducción totalmente autónoma; no hay ningún vehículo comercial a la venta que lleve (en estándares de la industria, Nivel 5 de conducción). Especialmente sangrante es el caso de un anuncio de 2016 donde se ve un Tesla conduciendo solo mientras un mensaje dice que no ha habido la asistencia de ningún humano; el vídeo resulta que estaba manipulado y la filmación se hizo con el Tesla controlado remotamente. Por todo ello Tesla podría perder la licencia de venta en California. La pérdida de valor de la marca, la caída en picado de las ventas, su incapacidad de innovar y el fracaso en vehículos como la furgoneta Cybertruck ayudan a entender las decisiones aparentemente contradictorias de Musk en X.

 

Después de la venta de X a xAI, la CEO de X, Linda Yaccarino ha dejado la empresa. Marioneta de Musk que nunca había tenido poder ejecutivo real, fue fichada por el magnate para tratar de tapar la fuga de anunciantes en 2023, a raíz de la readmisión de todos los grupos nazis, de ultraderecha y conspiranoicos varios que Twitter había expulsado de la plataforma. Yaccarino, que había estado al cargo de la publicidad y las alianzas en NBCUniversal, debía detener la sangría y volver a llevar ingresos publicitarios a X. No pasó. Especialmente, después de que Musk, presuntamente hasta arriba de ketamina, le dijera al director de Disney, presente en la sala, “fuck you”, desde lo alto del escenario donde hablaba sobre publicidad en X. Toda una lección de marketing y relaciones públicas.

El trabajo de Yaccarino, es decir, el regreso de anunciantes a X, tuvo un repunte a raíz del corto idilio testosterónico entre Musk y Trump: dada la influencia del primero sobre el segundo, se sobreentendía que el paquete de inversión en publicidad anual en X para grandes empresas incluía ciertos beneficios por parte de la administración. Dicho de otro modo: si no te anuncias en X, te caerá una inspección. Al Capone no lo habría hecho mejor. 

Sin la palanca de la administración Trump y con X bajo control de xAI, la figura de Yaccarino tenía menos sentido que nunca, si es que nunca lo había tenido. Este escenario turbulento explicaría lo que está pasando en X —y seguramente, lo que pasará. Veámoslo.

"Sin la palanca de la administración Trump y con X bajo control de xAI, la figura de Yaccarino tenía menos sentido que nunca"

La última novedad de X es el lanzamiento de dos avatares basados en su IA Grok: Rudi, un panda rojo en 3D, y Ani, un avatar de estilo anime. El primero tiene una versión alternativa llamada Bad Rudi, que se comporta de manera maleducada, vulgar y que insulta a los usuarios. La segunda, de cuerpo estilizado y voz insinuante, lleva un corsé, medias de malla y un lazo en el cuello. Ani se comporta como una amante sumisa y en cualquier interacción busca provocar las pasiones más bajas del usuario. Después de un cierto tiempo de interacción, tanto un personaje como el otro desbloquean nuevas características: en el caso de Ani, se quita la ropa, se muestra en ropa interior y las conversaciones se vuelven sexualmente explícitas.

Usuarios de Grok han compartido capturas de pantalla donde estas funcionalidades son accesibles a pesar de tener activado el modo infantil o si el móvil está configurado para un menor. En algunas capturas se ve como a pesar de decirle a Ani “soy menor de 13 años”, Ani ha continuado con las insinuaciones sexuales.

No es que me escandalice el contenido en sí, ni os explico esto porque tenga ninguna mente puritana, no. Más que escandalizarme, me aterra que esto esté en las manos de un psicópata supremacista como Musk. Los avatares corren sobre su lamentable modelo Grok, que justo una semana antes del lanzamiento de estos avatares proclamaba a los cuatro vientos consignas antisemitas, alababa a Hitler y se presentaba al mundo como MechaHitler (en referencia al videojuego Wolfenstein 3D).

El mismo modelo que cuando se le pregunta por temas mal llamados divisivos como el genocidio en Gaza, la guerra en Ucrania o la política estadounidense, lo que hace es consultar la opinión que Musk tiene del tema. O sea que, más que ampliar la inteligencia colectiva del conocimiento humano, Grok lo que hace es ampliar la estupidez individual de los prejuicios de su amo. Esto es lo que hay detrás de estos avatares y de los que están en preparación (Musk ya ha anunciado un tercer avatar de género masculino, con nombre aún por confirmar).

"Más que ampliar la inteligencia colectiva del conocimiento humano, Grok lo que hace es ampliar la estupidez individual de los prejuicios de su amo"

Es un terreno muy peligroso que los grandes como Google o OpenAI no han querido transitar por miedo a los peligros para los usuarios y por el riesgo reputacional. Meta ha hecho algún intento que ha tenido que echar atrás. Empresas más pequeñas como Character AI o Chai han hecho de la creación de avatares basados en IA su modelo de negocio; ambas cuentan con sendos casos de suicidio por culpa de avatares que han animado a los usuarios a suicidarse —un menor, en el caso de Character AI.

Si queréis ver el terror con vuestros propios ojos, sólo tenéis que ir a la tienda de aplicaciones del móvil, buscar Grok y daros cuenta de que la aplicación está clasificada para mayores de 13 años, los más débiles y quienes más habituados están con este tipo de interacciones virtuales. Eso sí, previo pago de la cuota premium de Grok de 30 euros al mes.

La última palanca, contra los más débiles. El rey va desnudo.