La UE, España y Catalunya están envejeciendo. No es grave todavía, pero una comunidad que envejece inicia su decadencia. El cambio de la estructura demográfica de un país tiene muchas consecuencias. Modifica la demanda social en sectores como la educación y la sanidad, el mercado de trabajo, la competitividad, el modelo de consumo, la financiación de los servicios públicos, el medio ambiente o la cohesión social, entre otros.
Las causas del envejecimiento son bastante conocidas. Una baja tasa de natalidad y el aumento de la esperanza de vida gracias al progreso médico y de las condiciones de vida. En España la expectativa de vida al nacer es de las más altas del mundo, de 84,4 años para las mujeres y cinco años menos para los hombres.
¿Cuál es la situación del envejecimiento en la UE, en España y en Catalunya? En los tres ámbitos la población mayor de 65 años está aumentando. En la UE en 2001 era del 16% del total y, ahora, en 2024, es del 21,6%. Las proyecciones estiman que en 2050 será del 28,5%. En Catalunya en 2024 era del 19,4%, algo más baja que la media de la UE. También está aumentando la media de edad de la población que en 2003 era de 42,2 años y, ahora, en 2024, ya ha subido a 44,7 años. Empíricamente hablando, la productividad individual alcanza su máximo alrededor de los 50 años.
En España la expectativa de vida al nacer es de las más altas del mundo
Hay un fuerte debate sobre el impacto económico, social y cultural de la inmigración; pero en todo caso la inmigración es imprescindible para Catalunya dada la baja natalidad que tiene, apenas de 1,2 hijos por mujer, cuando, para mantener el mismo nivel de población, debería ser de 2,1.
Si un país no aumenta su población, envejece y se transforma el modelo de sociedad. Por un lado, disminuye la fuerza de trabajo, la capacidad productiva y el dinamismo económico: se cierran escuelas, hay más demanda de atención sanitaria y necesidad de residencias para la gente mayor, hay que dedicar más recursos a las pensiones, se deja de construir viviendas y los ingresos fiscales disminuyen. Por otro lado, el aumento de la población tiene un impacto muy directo en la demanda de servicios públicos, especialmente en los relacionados con la vivienda y la salud, los cuales deberían aumentar con el mismo ritmo que el aumento de la población. Y también impacta y causa tensiones en la integración social y cultural del país: son cuestiones de difícil solución.
Si queremos evitar que en Catalunya la población envejezca, hay que incentivar la natalidad y la conciliación familiar y, en paralelo, facilitar de forma controlada la inmigración para cubrir las necesidades de personal cualificado que la economía necesita. También por razones humanitarias habrá que atender a las personas que, por cuestiones políticas o como consecuencia de guerras, se encuentran en situaciones muy graves. En todo caso, se deberá tener presente la capacidad de integración y de aceptación social.
Pero un aspecto clave es transformar el modelo productivo español y catalán, que están muy basados en sectores de baja productividad. Se debe avanzar hacia sectores de más valor añadido y aumentar la productividad. Por eso hay que invertir en investigación, educación y en nuevas tecnologías y disponer de una fuerza laboral más cualificada. Un aumento de la productividad reduce la necesidad de personal laboral.
Para garantizar el progreso presente y futuro en Cataluña le hace falta un aumento moderado de la población que la rejuvenezca, la dinamice y aumente su productividad. Una Catalunya fuerte y dinámica tendría más peso dentro de España y de la Unión Europea, lo que le permitiría garantizar mejor su bienestar económico y social.