Economista y cofundadora de WeEQUAL

Vacatio, tiempo sin obligaciones: y tú, ¿qué harás?

01 de Agosto de 2025
Eva Villa-Massanas | VÍA Empresa

Mi primer trabajo después de la universidad fue en Estados Unidos. Allí descubrí una diferencia cultural: que los miserables siete días de vacaciones laborales que me ofrecían no parecían interesar a mis compañeros. No recordaban cuándo habían tomado las últimas, y lo decían con cierto orgullo. Eso sí, allí en los años noventa ya existía el trabajo remoto. A las cinco de la tarde, la gente corría literalmente a coger el tren y huía a los suburbios, y todo el mundo estaba desconectado digitalmente.

 

Hoy toca hablar de vacaciones y recordar que es un derecho laboral relativamente reciente. Los primeros en implementarlo fueron los franceses en 1936, con ya dos semanas. En nuestro país se aprobaron antes, en 1931, una semana, pero muy pocos pudieron disfrutarlo.

Otro dato de diferencias culturales y que quizás no esperabais es que el país con más días pagados de vacaciones (incluidos los festivos, que son sobre todo religiosos) es Irán con 56, seguido de San Marino -con 46- y el Yemen, que suma 45.

 

Y antes de entrar en materia, recordemos que existe un término para describir a los que no pueden estar fuera de su hogar ningún día, la llamada pobreza vacacional. En el caso de nuestro país es de las más altas de Europa, un 18%. Sólo nos ganan Grecia con un 20%, Bulgaria con un 24% y Rumanía (32%). Por lo tanto, somos muy afortunadas las personas que podemos disfrutarlas y hay que recordarlo siempre.

Vacaciones proviene de la palabra en latín vacatio, que significa libre de obligaciones. Ahora bien, curiosamente, una de las palabras más relacionadas con la palabra vacaciones es justamente la palabra estrés.

Estrés logístico

Pongamos el caso de que quieres ir a cenar a un restaurante en el Empordà con la familia en el mes de agosto. Tienes que reservar la mesa a más tardar en el mes de mayo y dejar la Visa por la penalización si cambias de plan. Si quieres ir a la playa en la Costa Brava, tienes tres opciones: a) comprar una moto, b) aparcas el coche en el pueblo más cercano sin playa, y así haces un dos por uno (caminata / running y playa), c) ir cuando oscurece. Por la mañana no, porque sigue existiendo la práctica ancestral de llevar las sillitas o las toallas al amanecer, y así bloquear el espacio.

Estrés con perspectiva de género

Según me dice la IA ( últimamente estoy muy enganchada, lo reconozco), hay estrés con perspectiva de género, pero no del que yo intuía. Los hombres pueden sufrir de inseguridad laboral (tienen miedo de que los echen durante su descanso) y nosotras podemos sufrir un impacto hormonal (que afecta a nuestro ciclo menstrual y deseo). En cualquier caso, me parece un poco sesgada la respuesta. Si hay alguna persona experta que lea este artículo que nos ilumine, por favor.

Estrés de compartir

Antes volvíamos en septiembre y tocaba el café y cenitas para explicar lo que habíamos hecho. Ahora lo publicamos. A mí me toca Instagram, pero como miembro de la generación X sin demasiados adornos, no tengo que tener un muro ordenado de colores “sincronizados”, porque parecería que me lo ha hecho alguna hija o una community manager.

Y creo que este es el gran estrés de los que no sufrimos pobreza vacacional. Quién es más original y cómo lo comparto con el mundo. He hecho un estudio absolutamente no científico, basado en observaciones y he tipificado en cinco versiones las vacaciones de la mayoría (o sea, que originales somos bien poco):

  1. La happy family (hoy en día quizás más bien modern family): todos juntos comiendo, haciendo castillos en la arena, paddle, pícnics con la abuela...
  2. La descubierta interior: recargo pilas y me dedico a mí misma las vacaciones, retiro a un lugar donde paso hambre, medito mucho, me encuentro con gente que habla poco, leo todos los libros que he ido poniendo en una lista todo el año y que pesan lo que no está dicho... Y vuelvo nueva.
  3. La viajeros por el mundo: aquí encontramos muchas tipologías, desde gente muy profesional que trabaja todo el año para montarse un superviaje que olé tú, y otros que viajan por primera vez, como la entrañable familia que me tocó en un Ryanair a Pescara la semana pasada. Por cierto, no entiendo que pueda ser este tu primer destino, no sé por qué no se lo pregunté...
  4. La burguesa de segunda residencia: que era la del abuelo, padre y ahora la mía. Donde paso todos los días de vacaciones desde que era pequeña, donde tengo los mismos vecinos que en mi barrio, voy a los mismos sitios cada año y donde se mira con suspicacia a las nuevas adquisiciones, las tuyas (la niña ya tiene pareja y todo el mundo la puntúa) o alguien que ha comprado la casa de la tía, porque los primos se han peleado o no la podían mantener.
  5. Las / los influencers, que son un fenómeno en sí mismo porque hacen vacaciones, también según la IA, en variedad de lugares turísticos nacionales e internacionales de moda que ellas y ellos ponen más de moda. Eso sí, sin preocuparse del presupuesto, porque son colaboraciones con marcas, que el resto de los mortales obviamente pagamos, y alguna que me ha hecho reír como la despistada que se piensa que se da un baño de espuma en el mar y resulta que eran aguas residuales.

Yo lo reconozco con un poco de vergüenza: soy una mezcla de casi todos, con un gran problema de FOMO, que como mínimo tengo diagnosticado. Si tienes la suerte de poder hacer vacaciones y de poder marcharte de casa, ¿te reconoces en alguno de los cinco grupos? Y sobre todo no stress, que ya lo decían los latinos: vacatio, tiempo sin obligaciones.