La celebración de la jornada Beyond Catalonia, organizada por Acció, ha sido un año más el punto de encuentro de las empresas exportadoras catalanas y un espacio para valorar los retos y oportunidades del comercio global a corto y medio plazo. La directora de Negocio Internacional de Acció, Cristina Serradell, extrae en este artículo las principales conclusiones de la jornada
Hace un año ya intuíamos que la palabra “arancel” volvería a ponerse de moda. Una moda que ya se ha convertido en tendencia y que está provocando un cambio estructural en las relaciones comerciales globales. Las políticas de Donald Trump, impulsadas desde la primera potencia mundial, han acelerado el fin de la época dorada del libre comercio. Aun así, no hay que olvidar que la pulsión proteccionista no es nueva: hace tiempo que se manifestaba a raíz de episodios como la crisis financiera del 2008, la pandemia de la Covid-19 o los conflictos bélicos en el este de Europa y Oriente Medio. Todos estos elementos pusieron al descubierto las debilidades de una excesiva dependencia de mercados lejanos y socios poco fiables. El resultado es que hoy las políticas de seguridad ya se imponen claramente a las que se regían por la eficiencia productiva y económica.
Un cambio de tendencia que no es exclusivo de Estados Unidos. La Unión Europea (UE) también ha seguido una corriente restrictiva para proteger y relanzar la industria europea. Todo indica que, a pesar de que podemos estar viviendo el pico de la presidencia de Donald Trump y los demócratas vuelvan al poder en el siguiente mandato, los aranceles en Estados Unidos probablemente se consolidarán. De hecho, Biden ya no deshizo gran parte de las medidas proteccionistas del primer mandato de Trump, lo que confirma que el cambio es profundo y no solo coyuntural.
"La UE también tiene el reto de gestionar el aumento de entrada de productos chinos derivado del excedente que no pueden colocar en el país norteamericano"
En este contexto, la UE debe continuar comerciando con los Estados Unidos, adaptándose a la nueva realidad y aprovechando unas condiciones relativamente más ventajosas, con aranceles más bajos, que las que tienen otros mercados como el chino. Vinculado a este hecho, la UE también tiene el reto de gestionar el aumento de entrada de productos chinos derivado del excedente que no pueden colocar en el país norteamericano. Esto, sin duda, supone un reto para la competitividad interna y para la resistencia del tejido industrial europeo.
Por otro lado, las otras tareas que tiene la UE sobre la mesa pasan por seguir insistiendo en un comercio basado en reglas y, por tanto, en establecer acuerdos de libre comercio con terceros países. En el horizonte están los pactos con el Mercosur, la India, Australia o Indonesia. Estas alianzas son esenciales para mantener un acceso seguro a nuevos consumidores y diversificar riesgos.
Una vez tenemos claro el contexto, nos toca preguntarnos por el papel que pueden tener las empresas catalanas. De entrada, hay que seguir apostando por el mercado único europeo, sobre todo si la UE activa más reducciones de barreras internas. A pesar de que más del 60% de las exportaciones catalanas ya se dirigen a la UE, hay margen para seguir exprimiendo el mercado único.
La otra gran vía a explorar por las empresas catalanas es la de aprovechar mucho más los acuerdos de libre comercio que firma la UE. Aparte de los mencionados anteriormente como potenciales, hoy las empresas catalanas ya tienen un acceso regulado y con certezas a mercados de la magnitud de Japón, Canadá, el Reino Unido o Suiza, entre otros. En este escenario, diversificación y multilocalización, es decir, el establecimiento vía filiales, son estrategias clave para reducir dependencias y asegurar la continuidad del negocio.
"Diversificación y multilocalización, es decir, el establecimiento vía filiales, son estrategias clave para reducir dependencias y asegurar la continuidad del negocio"
Es lógico que la situación pueda generar recelos, sobre todo cuando la empresa no dispone de mucha experiencia en el mercado internacional o cuando ha sufrido vaivenes importantes derivados de la geopolítica. Pero es importante que las empresas catalanas tengan claro que el apoyo público mediante Acció seguirá siendo un factor clave para mitigar estos miedos. Tanto en términos de acceso privilegiado a mercados (a través de la red de Oficinas Exteriores) como de acompañamiento con servicios especializados y ayudas. Un apoyo experto y especializado para alcanzar los objetivos que tocan ahora: anticipar riesgos, identificar oportunidades, adaptarse rápidamente al contexto y actuar para aprovechar las oportunidades que surgen en estos momentos de cambio.
Hay que tener presente que la incertidumbre y la volatilidad de los mercados internacionales se mantendrán. Los aranceles no son una moda pasajera. Como decíamos al inicio, estamos en un momento de cambio del orden mundial. Y las empresas que sean capaces de adaptarse rápidamente y aprovechar las oportunidades que ofrece este nuevo escenario serán las que liderarán el futuro. Desde Cataluña tenemos todas las herramientas para participar de este liderazgo: aprovechémoslas.