Decía Groucho Marx que “estos son mis principios, pero si no les gustan, tengo otros”. A diferencia del famoso cómico estadounidense, el actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, no negocia sus principios. Su escalada arancelaria ha cambiado las reglas del juego del comercio internacional. Y a pesar de las críticas y los lamentos, la realidad es que todo el mundo está jugando con las reglas de Donald Trump. Unas reglas que implican aceptar aranceles recíprocos y, en todo caso, negociar un acuerdo en el que se debatan cuestiones alejadas de las estrictamente comerciales.
Hay que aclarar que la administración estadounidense sí que opera bajo los mandatos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que es quien fija la normativa y condiciones bajo las cuales se pueden fijar los aranceles. Lo que está haciendo Donald Trump es utilizar la amenaza arancelaria para conseguir otros objetivos. Lo hemos visto en México, donde los aranceles se utilizan como arma para imponer su visión sobre los flujos migratorios y el tráfico de drogas. Y lo vemos en Europa, donde trata de conseguir la eliminación de las tasas a las grandes compañías tecnológicas estadounidenses.
"A pesar de las críticas y los lamentos, la realidad es que todo el mundo está jugando con las reglas de Donald Trump"
Siguiendo esta estrategia, este miércoles, 9 de julio, ha terminado la prórroga a los ya famosos aranceles recíprocos, ahora extendida hasta el 1 de agosto. La idea era dar un margen de 90 días para negociar acuerdos bilaterales que Estados Unidos, hasta ahora, solo ha firmado con el Reino Unido y Vietnam, así como una tregua con China. En el caso de Vietnam, les ha permitido rebajar las tasas del 46% que planteaba Trump a “solo” un 20%.
En Catalunya, nuestras empresas siguen muy pendientes de cómo evoluciona la negociación entre Estados Unidos y la Comisión Europea, que es quien ostenta las competencias en materia de comercio exterior. A pesar de las proclamas iniciales desde el lado europeo, la realidad es que las discusiones se están llevando a cabo dentro del terreno de juego marcado por la administración Trump y ya se asume que habrá que aceptar unos aranceles generales de entre el 10 y el 20%.
Sobre la mesa hay dos aspectos clave que, como apuntábamos, Trump trata de llevar a su favor utilizando la amenaza arancelaria. Por un lado, cada vez parece más factible que la Unión Europea ceda en su política de tasación a las grandes compañías tecnológicas de Estados Unidos, como parece que hará Canadá para poder sellar su mismo acuerdo. Del otro, existe el intento estadounidense de situar los aranceles a un nivel asimilable al IVA europeo, intentando equiparar las dos cuestiones a pesar de que este impuesto sea al consumo y aplicable a todos los productos, no solo a los importados.
"Cada vez parece más factible que la Unión Europea ceda en su política de tasación a las grandes compañías tecnológicas de Estados Unidos"
Todo indica que el principio de acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE), que deberá existir para evitar males mayores, puede que acabe pasando por renunciar a parte de los principios europeos en estos ámbitos y aplazar ciertas decisiones donde hasta ahora se había mostrado una voluntad firme. Es decir, por someterse a las reglas de juego fijadas desde el otro lado del Atlántico.
¿Y qué ocurre con las empresas catalanas? De momento, seguramente las más afectadas son las que tratan con productos de acero y aluminio (que ya están recibiendo un arancel del 50%) o de la automoción (con unas tasas del 25%). Con este nivel de barreras a la entrada a Estados Unidos, la rentabilidad se ve muy cuestionada y, por ejemplo, desde Acció ya hemos asesorado a varias compañías para reorientar la estrategia internacional y empezar a minimizar la dependencia de este mercado.
Su caso ilustra cómo el principio de acuerdo al que puedan llegar las dos potencias requerirá más rondas de negociación centrada en productos específicos que analicen la situación caso a caso. Sectores como el farmacéutico y el de la salud, por ejemplo, se espera que puedan sufrir menos el efecto de los aranceles. En este caso, el intercambio entre Estados Unidos y la UE es muy elevado y la OMC puede limitar más la imposición de barreras por los efectos adversos para la vida de las personas que puede suponer dificultar el acceso a estos productos. También habrá que estar muy atentos a cómo se acaban gravando productos donde la UE tiene un interés especial, como los semiconductores o las bebidas, incluidos los vinos y los cavas.
"Es importante insistir en el hecho de que el 85% del comercio internacional de las empresas catalanas continúa concentrado en mercados con quienes tenemos acuerdos de libre comercio"
En cualquier caso, es importante insistir en el hecho de que el 85% del comercio internacional de las empresas catalanas continúa concentrado en mercados con quienes tenemos acuerdos de libre comercio. Esto incluye los mercados de la misma UE o un acceso sin barreras al Reino Unido, Japón, Suiza, Marruecos, Turquía o México.
Por lo tanto, una estrategia básica es intensificar el aprovechamiento de estos espacios con reglas claras y establecidas que contrastan con la imprevisibilidad en otros mercados. En definitiva, aún está vigente la tradicional receta de repartir los huevos en diferentes cestas y buscar la estabilidad de mercados donde las reglas de juego no puedan cambiar de un día para otro con intereses más allá de los comerciales.