¿Qué esperamos de los bancos si aquí no se forma a nadie en digitalización?

Urge un Ministerio de Transición Tecnológica que forme a cualquier persona de manera gratuita en tecnología básica

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Carlos San Juan ha vuelto a poner a Valencia en el mapa. Y no ha tenido nada que ver con los Goya, una posible final de la Copa del Rey de fútbol o la fábrica de baterías por la que puja Almussafes para no perder el maná de la Ford.

"Soy mayor, no idiota" debería haberse convertido en el eslogan que cualquier avispada agencia pusiera en liza para aprovechar el tirón de quien ha conseguido 600.000 firmas contra la escasa (por no decir casi inexistente) atención bancaria a las personas de mayor edad. Pero lo ha acuñado quien, a sus 78 años, se ha convertido en un representante generacional. Cuando este término únicamente suele destinarse a quienes abanderan causas desde la juventud o a colectivos minoritarios.

Que hoy usemos Zoom, Teams, WebEx, Facebook Workplace, Discord o Slack no significa que nos hayan enseñado a utilizarlo

Pero, dos años después del inicio de la pandemia, subyace una realidad que va más allá del "no se quedará nadie atrás" que ya es evidente que tiene una certeza mínima, si no tendente a cero. Y no se trata de las mayores o menores capacidades de gente segmentada por edades, sino de educación. Formación. Sensibilidad. Y anchura de miras desde los colectivos no solo políticos, sino también empresariales.

Que hoy usemos Zoom, Teams, WebEx, Facebook Workplace, Discord o Slack no significa que nos hayan enseñado a utilizarlo. Ni que esté mejorando nuestras vidas, ni personales ni profesionales. Más bien al contrario. En mi experiencia como formador y consultor de empresas, la gente acusa los mismos problemas que en febrero de 2020. Si no más.

Hace mucho tiempo que no nos paramos a pensar en nuestro día a día. Y en él ocurre algo que debería preocuparnos enormemente: disponiendo de la tecnología para acelerar de manera evidente los procesos que seguimos a diario en nuestra faceta laboral, pasamos las mismas horas que nuestros padres en la oficina (o en casa). Y todavía nos debemos levantar más pronto, acostarnos más tarde o llevarnos tareas a nuestra vida personal porque nunca acaban las obligaciones.

Con lo que la pregunta evidente es la siguiente: si la mayoría de personas con empleos basados en gestiones derivadas desde un ordenador o un teléfono, habiendo pasado por un piloto mundial de teletrabajo o remoto híbrido, no son capaces de gestionar mejor su tiempo que antes, ¿cómo podemos esperar que lo hagan aquellos abocados a la brecha digital?

Sin ir más lejos, un ejemplo de fútbol escenifica la realidad a la que nos enfrentamos a diario, aunque poca gente haga esfuerzos por cambiarla de manera escalonada (ya sabemos que cualquier revolución no se realiza en un corto plazo de tiempo). El Celta de Vigo decidió no hace demasiado que la renovación de abonos fuera exclusivamente a través de la web del club. Con lo que, con una población envejecida y una gran parte de sus socios siéndolo desde hace muchos años, a un número importante les fue imposible entender el proceso y acabaron por desistir.

Disponiendo de la tecnología para acelerar de manera evidente los procesos que seguimos a diario en nuestra faceta laboral, pasamos las mismas horas que nuestros padres en la oficina

Si esto ocurre en algo prosaico como el balompié, ¿qué no va a pasar con alguien que por sistema debía ir a renovar su cartilla porque ni siquiera entiende cómo usar un cajero? Excusando (creo que poca gente lo ha hecho) a los empleados bancarios, quienes primero cumplen órdenes de gente que no tiene el valor de ponerse enfrente de los clientes y segundo deben trabajar el triple a causa de los numerosos ERE sufridos. A pesar de las fusiones y de las ganancias sempiternas de sus marcas matrices.

Por eso Carlos San Juan demuestra tres cosas, que ni lo público ni lo privado deberían olvidar de cara a los próximos tiempos:

1.- Los mayores van a ser el colectivo más numeroso de este país, así que lucharán cada vez más por sus derechos.

2.- A trancas y barrancas aprenderán temas que tengan que ver con la tecnología, pero son una generación que basa sus relaciones en lo personal. Y eso es algo que no debería olvidársele a los que venimos detrás, porque los contactos y los amigos son los que acaban dándote trabajo, soporte en malos momentos o hasta prestándote dinero si lo necesitas.

3.- Las nuevas empresas deberán tener en cuenta, muy en cuenta, el trato al cliente. Y quienes sean capaces de conseguir acercarse a diversos segmentos de edad en sus distintas circunstancias, alcanzarán una cuota de mercado tremenda, al tiempo que dejarán con el trasero al aire las prácticas del siglo XX.

Pero, sobre todo, urge un Ministerio de Transición Tecnológica. Que forme a cualquier persona de manera gratuita en tecnología básica. Que permita a quien no es capaz de manejar los nuevos estándares disponer de una alternativa justa. Y que se asegure, en la era digital, que todo podamos hacerlo más fácil.

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