Intolerancias alimentarias

Hay muchas personas con problemas de carácter digestivo que los arrastran sin decidirse a consultar a los profesionales

Imagen de un grupo de alimentos | iStock Imagen de un grupo de alimentos | iStock

Hay muchas personas con problemas de carácter digestivo que los arrastran sin decidirse a consultar a los profesionales. A menudo consideran que no son bastante graves como para ir al médico o bien porque su manifestación esporádica hace que no los tomen del todo en consideración. Los que se deciden a hacerlo, suelen describir síntomas inespecíficos que a veces pueden cursar con diarrea, estreñimiento, indisposiciones... aconteciendo comunes a muchas patologías diferentes. "Últimamente, hemos detectado un incremento de consultas en relación con este malestar gástrico y digestivo que dificulta la calidad de vida", asegura Montse Ibarra, dietista-nutricionista del HUMT.

Tal como apuntan los expertos, es conveniente que estos síntomas no se menosprecien, puesto que pueden indicar la existencia de alguna intolerancia alimentaria o incluso alguna alergia. "Más allá que uno mismo intente descifrar su problemática, lo más recomendable es acudir al médico, someterse a una entrevista clínica exhaustiva y conseguir un buen diagnóstico precoz", constata Ibarra. De este modo se pueden descartar diferentes patologías, algunas de las cuales pueden ser leves y de fácil manejo, pero detrás de estos síntomas puede haber dolencias más graves y hay que tener cuidado, puesto que si su detección no se hace de forma precoz, pueden tener consecuencias serias para la salud.

Alergias e intolerancias: matices y diferencias

Las alergias inciden sobre el sistema inmunológico. En estos casos, nuestro cuerpo detecta como un ataque para el organismo alguna sustancia contenida en el alimento en cuestión -normalmente se presentan en las proteínas-. "A pesar de que hay una respuesta sistémica, pueden darse síntomas locales, a veces de carácter digestivo y se pueden confundir con una intolerancia, pero como que pone en marcha el sistema inmunitario se acompaña de una respuesta más global", asegura la experta del HUMT.

En este sentido, las alergias pueden presentar síntomas digestivos y "extradigestivos": "Una persona puede tener diarreas y abultamiento de barriga, pero también picor, urticaria o rojez en la boca a la hora de poner en contacto el alimento". En el caso de las alergias llevadas al extremo se habla de anafilaxis y en estos casos el alimento se tiene que excluir de forma estricta, puesto que la vida de la persona puede correr peligro. "En una alergia no hay pequeñas dosis que sean seguras", alerta Ibarra.

Por su parte, las intolerancias presentan un manejo más fácil. Tienen que ver con un déficit enzimático de nuestro sistema digestivo que impide absorber una sustancia del alimento. "Se podría llegar a tolerar parte de esta sustancia, puesto que la intolerancia -a diferencia de la alergia- es "dosidependiente", comenta. Si se excede de un determinado umbral de tolerancia, se podrían tener síntomas digestivos como los descritos anteriormente.

 
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Imagen de un grupo de alimentos | iStock 

Intolerancias más frecuentes: lactosa, fructosa, sorbitol y gluten

En Europa las alergias afectan alrededor de un 1% de la población; las intolerancias son más frecuentes y las más habituales son: la lactosa, la fructosa, el sorbitol y el gluten. "La lactosa puede afectar alrededor del 50% de la población, puesto que de forma natural y genética las personas se vuelven intolerantes por el hecho de producir menos lactasa -la enzima que facilita la absorción de la lactosa-", asegura la experta. Las intolerancias a la fructosa y el sorbitol -un tipo de azúcar que se encuentra principalmente en la fruta, en la miel y en muchos productos procesados como la bollería- también se manifiestan a menudo.

La dolencia celiaca: mitos y verdades

La celiaquía, a pesar de que popularmente también se conoce como "intolerancia al gluten", no tiene las características de las intolerancias en los hidratos de carbono que hemos revisado anteriormente, puesto que es una dolencia autoinmune y, por lo tanto, el tratamiento dietético se asemeja más al de una alergia.

La prevalencia de la celiaquía se sitúa alrededor de un 1%, y es más frecuente en mujeres que en hombres, "por cada hombre, hay dos mujeres celíacas", matiza Ibarra.

Cuando los celiacos comen gluten, su sistema inmunitario fabrica anticuerpos que atacan a la propia tripa delgada, los cuales tienen la función de absorber los nutrientes, y hacen que este se inflame. Entre otras problemáticas, esto provoca que la absorción de nutrientes no se pueda llevar a cabo de forma correcta. "Como consecuencia pueden aparecer alteraciones relacionadas con déficits nutricionales como descalcificación ósea, anemia... aquellos pacientes que una vez diagnosticados no se adhieren correctamente al tratamiento dietético incluso pueden tener más riesgo de desarrollar linfomas", explica la especialista del HUMT.

Hay mucha investigación en curso respecto de la celiaquía, pero actualmente no hay ningún medicamento para tratarla. Hasta ahora, el único tratamiento efectivo es la dieta sin gluten, la cual consiste a prescindir del gluten de forma estricta y de por vida. Los alimentos que contienen gluten están en la parte baja de la pirámide alimentaria y en consecuencia son muy frecuentes en nuestra dieta. "Sí que se pueden evitar, pero con consideraciones, la clave es como diversificar la alimentación", detalla Ibarra.

En este sentido, los cereales que contienen gluten (trigo, cebada, centeno, espelta) son muy habituales, puesto que están presentes en el pan, la pasta... "Es conveniente evitarlos, pero a cambio hay que incorporar otros alimentos como el trigo sarraceno o alforfón, teff, empapando, consumir arroz integral, incrementar la ingesta de legumbres y de este modo se enriquece la alimentación y se evitan déficits nutricionales", asegura la experta.

Hay pacientes que pueden presentar déficits nutricionales a consecuencia de la mala absorción causada por la atrofia intestinal. En estos casos se necesitarán suplementos de vitaminas o minerales específicos como el hierro, el calcio, el ácido fólico...

¿Eres celiaco...? ¡Toma nota!

Para las personas celiacas, la cocina se puede convertir en un juego de malabares. Dentro de casa todo es más fácil. Al ir a un supermercado se tiene que saber identificar los productos sin gluten: "Hay un reglamento europeo que obliga a comunicar la presencia en los alimentos de 14 sustancias o productos que causan alergias e intolerancias -el gluten es uno de ellos- y, por lo tanto el consumidor lo puede ver identificado claramente. Además, existe el símbolo de la espiga vallada, válido en toda Europa, que aclara que es apto para una persona celiaca por el hecho de no contener gluten", comenta Ibarra.

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Imagen de un desayuno | iStock

Aun así, no siempre se identifica de forma clara, puesto que hay dudas con la posible contaminación cruzada, es decir, si el alimento se ha podido contaminar de gluten durante su fabricación y contener trazas de gluten. Este es un tema importante, puesto que -actualmente- no está regulado dado que las trazas no son de declaración obligatoria, pero pueden afectar a algunos celíacos. Por otro lado, los celíacos no pueden consumir productos a granel, puesto que se pueden contaminar más fácilmente.

Fuera de casa la cosa se complica: es un entorno que ya no controlan, están en manos del restaurador y se encuentran en una situación de indefensión. Ante estos contextos, los consejos de los expertos son ir a establecimientos donde haya una oferta específica de menús o productos sin gluten, puesto que se entiende que habrá una mínima sensibilidad y formación hacia el tema. Los celíacos no pueden consumir productos de bufets, por el hecho que no son seguros o bien pueden informar al personal de sala para que les saque los platos elegidos directamente de la cocina.

Desmitificamos las bondades de una dieta sin gluten para las personas no celiacas

Hay personas que, sin tener celiaquía, optan por una dieta sin gluten argumentando aparentes beneficios a nivel de salud. "Es moda y tendencia, fruto a menudo de famosos que han explicado las supuestas ventajas que han obtenido al prescindir del gluten hasta el punto de asociar pérdidas de peso al hecho de no ingerir gluten", argumenta Ibarra. Los investigadores apuntan que no hay evidencia científica de esta asociación.

En este sentido, Ibarra se muestra contundente: "Comer sin gluten tiene desventajas: el gluten es una proteína que aporta una textura elástica y esponjosa a los alimentos que es muy agradable. Cuando se elaboran productos sin gluten se acostumbra a compensar esta carencia añadiendo más grasas, azúcares y aditivos..." Justo es decir que últimamente la industria alimentaria ha hecho un esfuerzo para mejorar la composición nutricional de los productos sin gluten, pero en general los productos procesados sin gluten tienen menos calidad nutricional. "Además, los productos sin gluten -al ser más costosos de fabricar- también son más caros para los consumidores, y esto puede repercutir de forma importante en la economía familiar", asegura.

Una dieta sin gluten está indicada en aquellas personas que presentan dolencia celíaca o algún tipo de intolerancia a los cereales con gluten, pero siempre tendría que hacerse bajo prescripción y seguimiento médico.

Cuando se busca información relacionada con la salud que sea fiable y contrastada, es importante que no nos dejamos llevar por cualquier fuente, sino que consultamos de rigurosas como sociedades científicas, centros sanitarios, asociaciones profesionales o de pacientes.

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