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Anna Pizà (MútuaTerrassa): “En el líquido de los ‘vapeadores’ podemos encontrar cualquier producto”

La doctora y pediatra del Hospital Universitari MútuaTerrassa alerta sobre los peligros de los cigarrillos electrónicos y recomienda reforzar la regulación y hacerlos constar como producto derivado del tabaco

La Dra. Anna Pizà, pediatra del Hospital Universitari MútuaTerrassa | Cedida
La Dra. Anna Pizà, pediatra del Hospital Universitari MútuaTerrassa | Cedida
Redacción VIA Empresa
03 de Julio de 2025
Act. 03 de Julio de 2025
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Los cigarrillos electrónicos, denominados comúnmente vapeadores, han consolidado su popularización en los últimos años. Según la Encuesta de Salud en Catalunya (ESCA), un 1,3% de la población de 15 años o más declaraba utilizar cigarrillos electrónicos en 2024 (1,7% de los hombres y 0,9% de las mujeres), pero un 10,4% los había utilizado regularmente o los había probado anteriormente (13,0% de los hombres y 8,0% de las mujeres). Además, el 60% de las personas que utilizaban vapeadores regularmente continuaban fumando tabaco al mismo tiempo. El tabaquismo sigue siendo considerado “un grave problema de salud pública en Catalunya” según el secretario de Salud Pública del Govern, Esteve Fernández, y los cigarrillos electrónicos suponen una nueva dimensión de la situación.

 

Pero, ¿en qué consisten exactamente estos dispositivos? ¿Es más o menos saludable que fumar tabaco? Para responder a estas cuestiones, hablamos con la Dra. Anna Pizà, pediatra del Hospital Universitari MútuaTerrassa y miembro del Grupo de Toxicología de la Sociedad Española de Pediatría.

¿Qué es un vapeador y qué tipologías existen?

 

Es un aparato electrónico que simula el acto de fumar, pero en lugar de quemar tabaco —que es lo que se hace mientras se fuma—, se calienta un líquido (que nunca lleva tabaco, pero puede llevar o no nicotina) que produce vapor, el cual se inhala. Los hay de diferentes tipos: la mayoría tienen una batería, que es la que calienta una resistencia y esta calienta el líquido, el cual puede tener diferentes composiciones: con nicotina, saborizantes, colores y olores diferentes. De hecho, como los vapeadores se pueden comprar en tiendas especializadas, pero también por internet y bazares, procedentes de países donde no hay legislación al respecto o es más laxa, en el líquido de los vapeadores podemos encontrar cualquier producto y, muchas veces, no conocemos exactamente la composición.

¿Qué sustancias contiene y cómo las metaboliza el cuerpo?

Los vapeadores contienen muchas sustancias, como comentábamos, algunas ni las conocemos porque no hay una legislación clara relativa a qué pueden llevar y tampoco hay un etiquetado que lo regule. Pueden llevar nicotina o no, pero siempre llevan propilenglicol y contienen también glicerina como vehiculizador de aromatizantes, saborizantes y otros productos, como por ejemplo cannabis. El propilenglicol y la glicerina son seguros en cuanto a la ingesta —están aceptados en la industria alimentaria—, pero al ser inhalados, se han relacionado con el empeoramiento de enfermedades pulmonares existentes como el asma. Cada una de estas sustancias llega a los pulmones por inhalación y, en función de la sustancia, se metaboliza en un órgano u otro. Por ejemplo, la nicotina —vía pulmonar— pasa enseguida a la sangre y de aquí al cerebro, donde se inicia su efecto adictivo. Hay otras sustancias que se introducen a través de la vía pulmonar a vías metabólicas de nuestro cuerpo, como por ejemplo el glicerol, que puede actuar en algunas vías metabólicas de obtención de energía. Y hay otras que no se pueden incorporar a vías metabólicas normales y se acumulan en forma de tóxicos y se puede derivar una intoxicación. Por ejemplo, en muchos vapeadores se han encontrado metales pesados o plomo que se puede acumular en las células —sobre todo del sistema nervioso y muscular— y pueden provocar cansancio, fatiga muscular y problemas de memoria.

"En muchos vapeadores se han encontrado metales pesados o plomo que se puede acumular en las células y pueden provocar cansancio, fatiga muscular y problemas de memoria"

¿Qué diferencias hay entre fumar y vapear?

Al fumar lo que hacemos es quemar tabaco, el cual contiene nicotina de forma natural. Los vapeadores nunca llevan tabaco; pueden llevar nicotina y además incorporan otras sustancias que llegan a nosotros a través del líquido que inhalamos, que se ha calentado, pero nunca se ha quemado.

Es una práctica cada vez más extendida entre los adolescentes. ¿A qué edad suelen iniciarse los jóvenes y cómo acceden?

La edad ha sorprendido mucho a la comunidad científica y especialmente a los pediatras: hay una encuesta promovida por el Plan Nacional sobre Drogas que se ha llevado a cabo en los institutos —tanto públicos como privados— a jóvenes de entre 14 y 18 años y las cifras demuestran que más del 60%, en los últimos dos meses, han estado en contacto con un vapeador. La edad de inicio está alrededor de los 14 años y medio. El acceso es muy fácil, ya que cuando se quiere comprar tabaco hay que ser mayor de 18 años, mientras que en el caso de los vapeadores, hay que tener también más de 18 años para comprarlos, pero la legislación es mucho más laxa porque no se considera —de momento— un producto derivado del tabaco, que como decíamos, efectivamente no lo es. En consecuencia, es una forma fácil de acceder a la nicotina, al cannabis y al resto de componentes. Además, se puede comprar a través de internet y en las redes sociales se hace mucha publicidad. Por TikTok, por ejemplo, hay mucho material que describe cómo comprarlo y se explican las facilidades en el envío y la recepción. Mediante internet, no hay ningún requisito en cuanto a la edad. También se puede tener acceso en los bazares que han proliferado últimamente, y normalmente no piden la edad. Inicialmente, cuando salieron los vapeadores, había tiendas especializadas con cigarrillos electrónicos, y entonces sí que se posicionaron como una alternativa para los adultos para dejar de fumar. Pero esto ha cambiado y ahora se ha extendido más este uso lúdico entre los adolescentes.

"Los 'vapeadores' son una forma fácil de acceder a la nicotina, al cannabis y al resto de componentes"

¿Cuáles son los peligros derivados de la acción de vapear?

Aún no los conocemos todos, ya que desconocemos los efectos a largo plazo. A corto plazo lo que hemos visto son efectos a escala pulmonar y de la mucosa oral. Parece que todos estos productos que se inhalan pueden producir mecanismos inflamatorios que afecten a nuestras defensas naturales y puedan dar procesos inflamatorios e infecciosos, que son los que más han alarmado a los pediatras. Hay algún estudio que constata que vapear, por ejemplo, durante una tarde, puede corresponder a fumar hasta 200 cigarrillos, con lo cual ya se pueden suponer el nivel de tóxicos que ponemos al cuerpo. Esta práctica también puede ser la puerta de entrada al consumo de sustancias como el cannabis. Como se ha dicho, sí que hay algunos productos que pueden llevarlo y con un efecto aparentemente más “inofensivo”. Una cosa que nos llamó mucho la atención es que en 2019, Estados Unidos empezó a ver casos de adolescentes con problemas digestivos como náuseas, vómitos, dolor abdominal… que empezaban con tos y que a menudo presentaban neumonía, la mayoría bilateral. A esta enfermedad se la llamó EVALI (E-cigarette or Vaping Use-Associated Lung Injury) porque cuando se buscaron los factores que tenían en común las personas que padecían esta enfermedad, se vio que todos vapeaban un líquido que contenía cannabis y acetato de vitamina E como vehiculizador. Y parece que la vitamina E era la causante de esta enfermedad, la cual presenta un 2% de mortalidad.

Ante este contexto, ¿qué estrategias recomienda para dejar de vapear?

Si a un adolescente le decimos los efectos que puede tener para él el vapeo a largo plazo es muy difícil que hagan caso, ya que viven mucho en el aquí y en el ahora. Deben ver las consecuencias de forma muy palpable para poder abandonar determinadas conductas, y por eso hay que ir más allá: mi consejo es trabajar para que conste como producto derivado del tabaco y apostar por una legislación más clara que obligue de forma estricta al control del etiquetado y que prohíba vender realmente a menores de 18 años. También conviene vigilar la publicidad que se hace a través de redes sociales y conseguir regularlo. Habría que aumentar también el precio, el hecho de poderlo encontrar de forma tan económica como en la actualidad da un fácil acceso a la población joven. Y también sería interesante hacer campañas, no para los adolescentes, sino para los más jóvenes, para evitar que cojan el hábito. Y, sobre todo, hacerlo constar como producto derivado del tabaco y conseguir que esté legislado como tal.