Desde Londres: por una Catalunya más anglosajona y eficiente

El gobierno británico no tiene por costumbre subvencionar ningún medio privado, el contraste con el modelo de subvenciones sistemáticas a algunos medios que tenemos en Catalunya queda explícito

Imagen del centro de Londres | iStock Imagen del centro de Londres | iStock

El sector privado en Catalunya funciona bien. La prueba la tenemos en el hecho que el país contribuye, con una diferencia neta anual de 22.000 millones de euros, a la financiación del resto de España. Este déficit fiscal es comparable a la contribución neta de Alemania con el resto de la Unión Europea, de unos 25.600 millones, y muy superior a la aportación francesa, de unos 12.400 millones, teniendo en cuenta los datos del 2021.

Aun así, el sector público catalán ya no funciona tan bien. Sobre todo si lo comparamos con los estándares de algunos países europeos. Esta situación es consecuencia del problema de infrafinanciamiento derivado del déficit fiscal que sufrimos. Pero también es producto del sistema competencial, donde todas las decisiones relevantes, incluyendo las que afectan las infraestructuras clave, como por ejemplo los trenes o los aeropuertos, tienen que pasar por Madrid. A todo ello, hay que añadir el contagio, cada día más prominente, de algunos hábitos poco eficientes, y menos transparentes, propios del resto del Estado.

A pesar de que no hay un remedio único para estas cuestiones, sí que hay tres medidas que nos podrían acercar a una manera de hacer más anglosajona y que se podrían aplicar mañana mismo. Con todo, evidentemente, estas propuestas que ahora citaré no resuelven el déficit fiscal, que solo tiene una solución óptima. Ahora bien, la buena noticia es que llevarlas a cabo depende exclusivamente de nuestro gobierno y de nuestro parlamento autonómicos. Por lo tanto, no tenemos excusas. Y aplicarlas, muy seguro, ayudará a diseñar un sector público y mediático más competitivo y transparente, equiparándolo en eficiencia a muchas industrias del sector privado.

Hay tres medidas que nos podrían acercar a una manera de hacer más anglosajona y que se podrían aplicar mañana mismo

Detallo primero las tres propuestas y después las analizamos de manera individual. La primera es establecer una ley electoral propia que promueva la meritocracia entre la clase política catalana. La segunda es dotarnos de un régimen funcionarial que permita una mayor entrada de profesionales del sector privado al sector público y al revés. La tercera consiste a garantizarnos unos medios de comunicación que no dependan de las subvenciones públicas y que, por lo tanto, sean independientes de las administraciones, potenciando de este modo su capacidad crítica con las malas praxis gubernamentales.

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Empezamos por la ley electoral. Catalunya es el único territorio del Estado español que no dispone de una ley electoral propia. Y se hace patente que no podemos desaprovechar esta herramienta para mejorar la calidad política del país y aproximarlo a la realidad de las democracias más maduras. Una ley electoral catalana tendría que presentar un modelo mixto, que combine elementos del sistema electoral proporcional, cómo el que ahora tenemos, con elementos del sistema mayoritario, propio de los sistemas vigentes en Alemania, Escocia y otros países. Este sistema mayoritario, tan desconocido en nuestra casa, garantiza que una parte importante de los diputados del Parlament de Catalunya no sean escogidos en función de la jerarquía presente en la lista electoral del partido, que demasiadas veces se basa en una relación de fidelidad al líder de la formación, sino en los votos conseguidos en cada subdivisión del territorio. Así, por ejemplo, si una subdivisión es equivalente a una comarca o al distrito de una ciudad, la dinámica del sistema obligará el candidato a demostrar iniciativa propia, ambición, visión de futuro y la fuerza, a asumir riesgos, si es que desea ser lo más votado en su territorio y, por lo tanto, ser escogido diputado.

Este sistema también tendría otra consecuencia valiosa. Una vez elegido, el diputado se debe a los votantes de la comarca o distrito, y no a su partido. Es decir, el diputado tiene que hacer bien el trabajo y defender los intereses de su territorio, si no quiere perder las siguientes elecciones el candidato y su partido. Esto quiere decir que, en caso necesario, el diputado se tendrá que encarar con su líder si este, por ejemplo, propone medidas que van en contra de los intereses de su territorio.

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La libertad de los diputados a poder revelarse en contra de su líder por el bien del partido y del territorio, añade mucha presión al líder que tratará de buscar el consenso para evitar las decisiones estratégicas erróneas. Este tipo de equilibrios son una práctica habitual en el Reino Unido y a veces tienen efectos impactantes cómo, por ejemplo, cuando los diputados conservadores forzaron la dimisión de su primer ministro, Boris Johnson, ahora hace poco más de un año, por toda una serie de controversias que muchos de sus diputados consideraron que podrían complicar su reelección en territorios relevantes en las elecciones.

La libertad de los diputados a poder revelarse en contra de su líder por el bien del partido y del territorio, añade mucha presión al líder

La segunda herramienta consiste a potenciar una mayor meritocracia en el sector público. Y este hito se podría conseguir con una reforma del sistema de oposiciones a funcionario. Mucha gente no sabe que en la mayoría de los países más avanzados no hacen falta oposiciones para optar a una posición de funcionario. En el Reino Unido, por ejemplo, cuando el civil service, es decir, el cuerpo de funcionarios del gobierno, tiene que contratar gente, pone un anuncio en los medios y permite que cualquier persona se pueda presentar sin tener que hacer oposiciones. Conozco mucha gente del sector privado que ha hecho el salto al sector público y viceversa. Esta práctica se extiende a organismos de la importancia del Banco de Inglaterra o a otros reguladores esenciales y agencias públicas. La reforma, por lo tanto, permitirá a Catalunya un flujo constante de conocimientos y prácticas del sector privado al público, y en dirección opuesta.

La tercera medida significa conseguir unos medios que sean independientes de los poderes públicos. Es decir, intentar construir un "tercer poder", un requisito que tendría que ser fundamental para cualquier democracia, pero que es muy magro en muchos países, como por ejemplo el nuestro. Aun así, es un factor clave en las sociedades anglosajonas. Así, a pesar de que en el Reino Unido la BBC es financiada exclusivamente por dinero público, cómo pasa en gran parte en Catalunya con los medios de la CCMA, hay una diferencia capital entre los dos modelos. En el mundo anglosajón, la BBC recibe esta financiación mediante un impuesto directo que no pasa por el gobierno. En el Reino Unido, cada hogar que dispone de televisión paga una licencia, la TV licence, que va directamente a las arcas de la BBC sin pasar por los órganos de poder.

En la mayoría de los países más avanzados no hacen falta oposiciones para optar a una posición de funcionario

Esta recaudación directa permite a la cadena la libertad de poder criticar abiertamente al gobierno o el parlamento, si lo ve necesario y conveniente. Por otro lado, si a la medida añadimos que el gobierno británico no tiene por costumbre subvencionar ningún medio privado, el contraste con el modelo de subvenciones sistemáticas en algunos medios que tenemos en Catalunya queda explícito. Sobre este tema, un político escocés una vez me dijo: "si un medio no puede vivir de su actividad, es mejor que cierre. Ya saldrá otro de más capacidad y competitivo". En consecuencia, cada medio británico, a pesar de sentirse más próximo a una opción política u otra, no tiene ningún problema a la hora de criticar esta opción cuando hace falta. En Catalunya, quizás solo cabría una excepción permitiendo la subvención de medios en catalán y occitano por razones obvias.

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En definitiva, las medidas que aquí se enumeran, a pesar de que nos puedan parecer de aplicación imposible, en realidad solo requieren voluntad política. Todas ellas podrían ser ejecutadas mañana mismo por el gobierno de la Generalitat o aprobadas al instante por el Parlament de Catalunya. Nada se lo impide. Porque, cómo ya se ha dicho, es viable llevarlas a cabo en el actual marco competencial.

En el Reino Unido, cada hogar que dispone de televisión paga una licencia, la 'TV licence', que va directamente a las arcas de la BBC sin pasar por los órganos de poder

Los catalanes tenemos en nuestras manos, por lo tanto, la capacidad efectiva y la oportunidad decisiva de provocar un cambio cualitativo muy beneficioso para el país y para el bienestar de las futuras generaciones, adoptando los aspectos más positivos del modelo anglosajón, equiparando la manera de hacer del sector público a la del sector privado. Si efectivamente se quieren mejorar las cosas mejorando la cultura política, funcionarial y mediática, no hay ninguna excusa para no hacerlo.

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