Poesía en los consejos y las fábricas

El profesor de economía y catedrático en el Iese Antonio Argandoña presenta su último libro, La empresa, una comunidad de personas, sobre la dimensión humana de la acción corporativa

El carácter colectivo del propósito de la empresa pide la participación de todos los niveles productivos | iStock El carácter colectivo del propósito de la empresa pide la participación de todos los niveles productivos | iStock

"En mi carrera solo he esperado 20 años para editar dos autores: Albert Camus y el profesor Antonio Argandoña", explica el fundador de Plataforma Editorial Jordi Nadal. Las propuestas del profesor Argandoña, especialmente aquellas que giran entorno al papel de la ética en la actividad empresarial, han marcado a varias generaciones de muchos de los protagonistas de la actividad económica del país. El mismo profesor Argandoña, buscando el árbol genealógico de las ideas que lo han llevado a escribir La empresa: Una comunidad de personas (Plataforma Editorial, 2022), reconoce cómo el significado de la cosa económica que quiere imprimir en él está cada vez más instaurado en todos los niveles de la economía. La dimensión humana, familiar incluso, de la estructura empresarial, es del todo esencial para entender su actividad en la actualidad. "Tenemos que acercar el industrial al poeta y el poeta al industrial", añade Nadal.

Si el propósito y los valores de la empresa generan mejores rendimientos económicos – algo que no se niega en la presentación – no es el que interesa aquí. "El propósito de una empresa es una cosa muy seria – argumenta el mismo Argandoña – ¿qué necesidades de la sociedad quiero atender? Y ¿qué necesidades de las personas de la empresa puedo atender para que ellos puedan servir a la sociedad?". El valor colectivo que puede aportar la actividad económica a la comunidad donde se integra está en el centro, según la concepción de Argandoña, de lo que quiere decir ser empresario. Si los reguladores que aprendieron de la escuela de Chicago hablaban de un trickle down de los beneficios, el catedrático ve un goteo de los cuidados y el valor social: "El trabajo de los directivos es cuidar de los empleados, el de los empleados es cuidar de los clientes, y unos clientes satisfechos cuidan de los accionistas", razona.

Argandoña: "El trabajo de los directivos es cuidar de los empleados, el de los empleados es cuidar de los clientes, y unos clientes satisfechos cuidan de los accionistas"

Contra la idea de que el único papel de la empresa es generar beneficio a cualquier coste, Argandoña ve en el núcleo de la actividad productiva un profundo carácter humano. "Los stakeholders son antes que nada personas, que tienen que tener cara y nombres". La falta de conciencia personal en algunos de los pisos más altos de las sedes corporativas del país puede ser un gran obstáculo para su éxito y su integración en la comunidad. "La visión correcta de los stakeholders – explica el profesor – es verlos cómo personas, con sus necesidades concretas".

Cuándo esto no se ha hecho, cuando se han generalizado visiones de la economía que priorizan el beneficio, es cuando surgen los "problemas". Si actúa así, critica el autor, "la empresa no cumple su contrato social". El carácter humano permanece importante no solo con aquel trickle down, sino también cuando se mira de abajo hacia arriba. Una identificación personal con los liderazgos de la empresa ayuda mucho a trasladar su propósito – contribuye, incluso, al hecho que el propósito sea colectivo. El dominio que a menudo se ve de las finanzas sobre muchas grandes empresas, de los fondos de inversión como propietarios "sin cara" de grandes corporaciones, rompe esta cadena de sentido. "Con la empresa sin propietarios, con un fondo que quiere sacar beneficio y nada más – avisa Argandoña – me pregunto, ¿quién manda aquí?".

Cuando las relaciones entre la estructura corporativa son un flujo bilateral, cuando los trabajadores aportan y los directivos cuidan, es cuando el propósito, los valores y las ideas de la empresa son especialmente efectivas – no porque se trasladen más a todos los niveles, sino porque surgen de todos los niveles. "Lo importante no es que la gente acepte el propósito de la empresa, sino generarlo entre todos", defiende el profesor, que considera esencial que la estructura de la compañía "participe de la vida de los trabajadores". Los empleados, reivindica, no son "solo piezas de una máquina que el empresario necesita que funcionen" – son, como quien vuelve a la portada al cerrar el libro, una comunidad de personas.

Caso práctico

El decano del Col·legi d'Economistes Carlos Puig de Travy, en el rol de anfitrión de la presentación del libro, recoge algunas de las citas centrales del libro de Argandoña. El profesor, que rechaza el carácter exclusivamente teórico de su planteamiento e incita a que se pose en práctica una visión humana de la empresa, defiende – como recoge el decano – que "La ética en la empresa empieza como ejemplo de la alta dirección, pero tiene que estar presente en toda la organización: es una tarea personal y colectiva". Para buscar el aterrizaje de las ideas que se presentan a La empresa: una comunidad de personas, el Colegio aporta el ejemplo práctico de la empresa teknics y su idea de la instauración del propósito empresarial en su actividad.

Nadal: "Tenemos que acercar el industrial al poeta y el poeta al industrial"

"Dirigir la empresa por misiones era el medio para trabajar con el sentido que anhelábamos y no conseguíamos extender", narra Jordi Bolea, director general de la compañía, que recuerda cómo la creación colectiva de un propósito empresarial era fácil cuando la empresa – una propuesta de ingeniería avanzada para soluciones de packaging – era más pequeña y todo el mundo tenía un acceso muy próximo a la toma de decisiones de la firma. Con el crecimiento, llega un punto de cierta desconexión con el personal. "Nos damos cuenta de que contratamos gente por unos conocimientos, pero que cuando trabajamos por propósito cuesta mucho estar alineados", lamenta.

La clave, según la responsable del departamento de personas de teknics Eva Llinàs, era que el trabajo por propósito se hiciera de forma comunitaria – algo, reitera, "mucho más fácil al principio". La integración del conjunto de la plantilla a la creación del propósito de la empresa, incluso desde antes de su contratación. "Los valores de la empresa no se han impuesto, sino que los han hecho los trabajadores, desde los directivos hasta la última persona que se ha incorporado". Un caso de éxito en la aplicación de la gestión del propósito que el mismo Argandoña acompaña con una reflexión que, para Puig de Travy, es clave para entender qué tiene que ser la empresa en el siglo XXI. "Necesitas a todas las personas de la empresa, porque las ideas vendrán de ellas: dirigir es servir".

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