
Es práctica y cotidiana, resistente, ergonómica, ecológica, barata, de diseño atractivo y fácil de transportar, hasta el punto de que se ha convertido en el icono del consumo actual. Cada época se personaliza a través de un producto o servicio según los valores que predominan en cada momento. Se adoptan unas modas y se representan a través de sus iconos. Esta segunda década del milenio se ha decantado por la practicidad y resistencia, la ecología, la baratura y el buen diseño. No siempre ha sido así.
En la década de 1960 y 1970, los productos más vendidos fueron el televisor Sony Triniton a color y la cámara fotográfica Polaroid OneStep. En 1980, el walkman VM-2 de Sony. En 1990, los Nokia 3210. En 2000, el iPod de Apple. Y en 2010, el iPad de Apple. Como se puede deducir fácilmente de esta lista, los productos estrella del mercado de estas décadas precedentes se decantan por la novedad, la innovación, el lujo y el precio caro, prácticamente la otra cara de la moneda que la bolsa de rafia.
Del carrito de compra al carro y al plástico
Para redactar la pequeña historia de la bolsa de rafia hay que remontarse a los años sesenta, cuando se produce el gran descubrimiento relacionado con el consumo que fue el carrito de la compra, que los establecimientos ponen a disposición de los clientes para que vayan llenándolo a medida que cargan los productos que retiran de los lineales; de hecho, el primer modelo había nacido muchos años antes en 1937 cuando el propietario de un supermercado de Oklahoma, el Humpty Dumpty, comenzó a proporcionar a sus clientes una carreta más grande para que compraran más productos y los pudieran transportar cómodamente.
Era tan rudimentario que al inicio los compradores lo rechazaban porque se parecía más a una silla de ruedas que a un vehículo de transporte. Pero se acabó imponiendo. Los hipermercados nacientes en la década de los sesenta -el primero en España el Carrefour del Prat de Llobregat- adoptan el carrito metalizado y los establecimientos self-service también. Fue la firma catalana Caprabo y su primer líder Pere Carbó la primera en introducirlo entre los supermercados de ciudad.
Fue una pareja de españoles, los Server-Pérez, quien creó el carro de la compra bajo la marca Rolser
Resuelta la cuestión de cargar en el interior de la tienda, quedaba otra tan importante como esta: el soporte para transportar hasta casa o hasta el coche la mercancía adquirida. Fue una pareja de españoles, los Server-Pérez, quien creó el carro de la compra bajo la marca Rolser; Spar lo adoptó inmediatamente y la desaparecida Galerías Preciados se convirtió en el primer punto de venta. Todo había comenzado con una pequeña fábrica de capazos de mimbre, una pieza de la cual hoy se puede ver en el MoMa de Nueva York. Miles de marcas y de formatos han inundado desde entonces el mercado de este contenedor ligero con ruedas en manos de las mujeres y de los hombres que van dos o tres veces por semana de media a hacer la compra.
Llegamos a las bolsas de rafia. En los ochenta, mandan las bolsas de plástico con la publicidad de cada establecimiento y este material tendrá un largo reinado de casi cuarenta años asociado íntimamente al consumo, aunque los últimos junto con las bolsas reutilizables. Antes de que aparezcan en 2018 las bolsas de rafia impulsadas por Mercadona suceden dos acontecimientos remarcables.
El primero, la crisis financiera de 2008, que significa el inicio de la divergencia definitiva entre los salarios que van abajo y los precios que van arriba, a pesar de los esfuerzos de los gobiernos de izquierdas para ajustarlos. El segundo, la prohibición en 2017 de usar el plástico en el Estado español. Pocos meses después de la implantación de esta ley, Mercadona pone en el mercado este producto. Estaba condicionada por tres factores clave: la pieza debía ser forzosamente barata (0,65 euros el estándar), reciclable, práctica, resistente y con diseño. El hecho es que marcó tendencia en todo el retail desde el primer momento y no hay supermercado que no tenga la propia. Este tipo de bolsa se usa habitualmente para cargar la compra, pero se ha popularizado de tal manera durante esta década que sirve para ir a la playa, para viajar o para transportar cualquier cosa que tenga o no que ver con la alimentación.
Patinetes eléctricos y mascarillas
Hay fuerte competencia para convertirse en el icono del consumo de la década. Dos en concreto le disputan la corona, los patinetes eléctricos y las mascarillas. Los patinetes mejoran la movilidad urbana y las mascarillas han sido los más efectivos anticontaminantes en el período del covid-19. Los primeros permiten ir más rápidos por la calle y hacer malabarismos, han democratizado los vehículos urbanos si comparamos su precio con el de una motocicleta, un coche o un camión, y han aportado oxígeno a las conurbaciones. Las segundas verdaderamente fueron muy útiles y sobre todo baratas; ahora bien, conociendo lo que estamos descubriendo últimamente eran carísimas al precio que las comprábamos por culpa de cuatro intermediadores desaprensivos.
Pero ninguno de los dos ha superado la popularidad de la bolsa de rafia, que se manifiesta en el paquete entero de los atributos de la década: el precio barato, la calidad asociada a la utilidad, la practicidad y la resistencia, y el cuidado del medio ambiente. Veremos las características de la nueva época y qué iconos la sustituirán.