El centro comercial de La Maquinista en tiempo de covid 19. | ACN
El centro comercial de La Maquinista en tiempo de covid 19. | ACN

APEU, pero tarde (II)

Los consumidores reclaman centros urbanos "vivos y con personalidad propia", no sometidos al poder de los oligopolios

La reivindicación de unos BIDs nostrados partía sobre todo de la idea que había que luchar con la competencia de los centros comerciales periféricos. Allí, iban a parar los grandes operadores y había aparcamiento gratuito, una zona segura para las familias y una combinación de comercio y ocio que se iba ajustando según los resultados de afluencia de público. Eran centros organizados y gestionados profesionalmente, con una autoridad centralizada. Todo ello financiado a través de unos alquileres siempre elevados.

Por eso, en los centros comerciales urbanos, los hacían falta unos BIDs con aportaciones obligatorias de todo el mundo y con una autoridad organizativa profesional. Y que el Ayuntamiento hiciera zonas de peatones y construyera aparcamientos de acceso, que podían llegar a ser gratuitos para los compradores. Todo ello se argumentaba por un equilibrio entre grandes operadores periféricos y tenderos tradicionales del centro urbano, argumentos que después se completaron con una derivada verde, puesto que en los centros periféricos se accedía con vehículo privado y los centros urbanos eran muy dotados tradicionalmente de transporte público o eran accesibles a pie.

Més info: APEU, pero tarde (I)

Esta ha sido, de hecho, la filosofía de todas las políticas comerciales impulsadas por la Generalitat, Diputación de Barcelona, Cámaras de comercio y asociaciones de comerciantes durante las últimas décadas. Todas no. Alcaldes y responsables urbanísticos esperaban que un nuevo centro comercial periférico se instalara en su municipio, generara IBIS y licencias y atrajera compradores de los pueblos de al lado. Entonces, las concejalías de comercio intentaban mantener los tenderos del centro no demasiado disgustados, con subvenciones para actividades de las asociaciones y, eso sí, la progresiva creación y ampliación de islas de peatones y de habilitación de aparcamientos.

Los propietarios de locales, grandes beneficiarios del éxito de los centros comerciales urbanos

Estas políticas de promoción del comercio urbano han tenido un notable éxito en Barcelona y en comarcas y ciudades medianas tradicionales. Mucho menos en la mayoría de ciudades metropolitanas, donde el comercio local no ha podido aguantar la competencia de un entorno plagado de centros comerciales y dónde hace años que abundan los locales vacíos.

Donde ha habido éxito, pero, se han generado efectos poco deseados, especialmente en Barcelona, que ha contado con la demanda añadida del turismo. Los centros urbanos se han vuelto en estos casos tan atractivos que ha habido supermercados que han conseguido el liderazgo ubicándose exclusivamente en trama urbana -incluidos los mercados municipales remodelados-, las franquicias y, más recientemente, muchas de las grandes compañías que antes sólo se situaban en centros comerciales periféricos han desembarcado en el centro urbano y el comercio y los servicios personales destinados a los residentes van quedando progresivamente en manos de chinos y pakistaníes.

Todo ello, ha hecho subir los alquileres, las operaciones comerciales se han mezclado con las inmobiliarias y los beneficiarios han sido los propietarios de locales y edificios hasta el punto que emblemáticos tenderos han tirado la toalla y han resultado simples rendistas del local que tenían en propiedad.

El darwinismo de la covid

En cuanto a los centros comerciales periféricos, estos han ido perdiendo atractivo como ubicación del festival de consumo y ocio familiar, sobre todo a partir de la crisis del 2008-10. En Barcelona, los centros comerciales de nueva planta (Glorias, Diagonal Mar, Maquinista...) están inmersos en importantes procesos inversores y de cambio propiedad para ser más competitivos. Son periféricos respecto al centro comercial tradicional, pero son dentro de la trama urbana y se benefician también del público de proximidad, que va a pie o con transporte público.

"En Barcelona, los centros comerciales de nueva planta (Glorias, Diagonal Mar, Maquinista...) están inmersos en importantes procesos inversores y de cambio propiedad para ser más competitivos"

Hoy, los centros comerciales urbanos ya no son sinónimo, o no sólo, de pequeño y mediano comerciante autóctono. Y en el caso de Barcelona, el añadido del turismo ha aumentado todavía el éxito y el alcance del centro comercial, las rentas que genera y la especulación inmobiliaria, la expulsión de residentes y de comercios y servicios destinados a ellos. Y aún suerte de los pakis!

En este contexto, la eventual aprobación y puesta en marcha de los BIDs resulta sólo la culminación de las tradicionales políticas de promoción del comercio urbano. Una culminación que, decíamos en el artículo anterior, llega tarde porque ahora la situación y las problemáticas han cambiado.

El paréntesis de la covid, si no dura mucho más, acelerará los procesos de transformación que ya estaban en marcha y actuará de forma darwinista: eliminará los más viejos y más débiles de entre los comercios y los servicios personales. Veremos qué deja entre los hábitos de los consumidores, sobre todo en términos de crisis económica, a medio plazo.

Pero todo hace pensar que los turistas volverán más pronto que tarde, que el crecimiento exponencial del comercio electrónico será una alternativa generalizada al desplazamiento en las tiendas físicas y que se mantendrá el reforzamiento, a pesar de que todavía bastante minoritario, de los valores vinculados a la compra sostenible (compra de proximidad, producto autóctono, ecológico, de comercio justo, reparaciones en vez de sustitución...). Este comercio alternativo podrá lograr una cierta cuota de mercado, pero difícilmente será una competencia real a los oligopolios. Entre otras cosas, porque rápidamente asumen como propios este tipo de valores emergentes si los consideran mínimamente relevantes en términos de mercado.

Nuevas estrategias para apoyar al pequeño y mediano comercio urbano

Las administraciones y organizaciones empresariales y los mismos comerciantes, además de sacar adelante los BIDs y meditar y evaluar bien las actuaciones que emprendan, tendrán que modificar las estrategias tradicionales que ya hace tiempos que se tendrían que haber adaptado a las transformaciones en curso de la actividad comercial.

Estas nuevas políticas en apoyo del comercio tendrían que ir básicamente en tres direcciones:

1.- Cooperación empresarial para mejorar la eficiencia y reducir los costes. Es la única forma de hacer frente a la oligopolización de la oferta comercial, que les otorga un poder casi absoluto ante los proveedores. Un poder que se traduce en menores costes. Las dimensiones también permiten a las grandes empresas la continua mejora de sus procesos, sobre todo logísticos. Sea en forma de centrales de compras y de servicios, sea compartiendo plataformas servicios de distribución a domicilio, quien no sea eficiente está condenado a la autoexplotación de los inmigrantes extracomunitarios o a la desaparición. Antes de poder jubilarse y todo.

2.- Omnicanalidad, con venta por internet incluida. La pandemia ya ha convencido a muchos que la venta por internet es mucho más compleja y requiere muchos más esfuerzos que crear una página web con un listado de productos y precios. La omnicanalidad quiere decir que todo el mundo tiene que emplear todos los canales, físicos y virtuales, para colocar su producto. Y si la tienda es eficiente, también lo tiene que ser la venta por internet. Estos días de pandemia, muchos consumidores que han querido comprar en los comercios habituales por internet se han encontrado con una deficiente información y, sobre todo, distribución. Por no hablar de la ausencia del catalán -un desprecio a muchos consumidores potenciales- o de las campañas personalizadas que permiten los datos masivos.

3.- Legislación transversal que limite la hegemonía de los oligopolios y de los propietarios del suelo. Ahora no hay suficiente con batallar porque no se implanten más centros comerciales a diestro y siniestro. Y más cuando el modelo da signos de agotamiento. Ahora hay que luchar desde todos los ámbitos para frenar la hegemonía de los oligopolios, como con la tasa para distribuir mercancías a domicilio adquiridas por internet. O para prohibir que edificios residenciales puedan convertirse íntegramente en espacios comerciales en el centro de Barcelona. O, en cuanto a los propietarios de locales, que tengan limitaciones a la hora de subir los alquileres y flexibilidad para bajarlos en casos extremos como por ejemplo la pandemia actual. Sin entrar en disquisiciones jurídicas, una iniciativa como la cláusula rebus sic stantibus como la recientemente anunciada por el gobierno catalán va en buena dirección.

Hará falta, pues, que tenderos y administraciones hagan un reset para ponerse al día y afrontar con eficacia los nuevos retos y transformaciones de la actividad comercial. Los consumidores y ciudadanos somos los primeros interesados en no quedar en manos de oligopolios, disponer de unos centros urbanos vivos y con personalidad propia y poder comprar de la manera y en el momento que nos plazca con un sistema de distribución eficiente. Siempre teniendo en cuenta el interés general de los ciudadanos que también, y en primer lugar, somos todos.

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