
Las personas trabajadoras autónomas son una pieza clave de la economía catalana: generan empleo, innovan y dan respuesta a necesidades que cambian cada día. El informe anual del Consell de Treball, Econòmic i Social de Catalunya (CTESC) nos ofrece una radiografía única de este colectivo, con datos que nos ayudan a entender su realidad, los retos que afronta y las propuestas de actuación. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), el número de personas que trabajan por cuenta propia en Catalunya se ha reducido un 6,6% respecto al año anterior. Sin embargo, según los datos de afiliaciones al RETA, estas han aumentado un 1,3%, con 567.235 personas registradas a finales de 2024, hecho que muestra la complejidad de interpretar la realidad de este universo laboral.
El colectivo es diverso y heterogéneo, incluye desde la persona física, el autónomo económicamente dependiente (TRADE), socios de cooperativas y sociedades colectivas, entre otros. Se plantea, pues, la necesidad de disponer de datos de cada uno de los colectivos, dado que tienen necesidades diferentes. Uno de los colectivos que ha ganado peso en 2024 es el de autónomos extranjeros, con un incremento del 7,8%. En cuanto a las mujeres, a pesar de tener un ligero incremento en afiliaciones, tienen un peso aún bajo en el colectivo (36,6%), especialmente si se compara con el del conjunto de la ocupación, que está cerca de la paridad.
Los datos sectoriales muestran cambios significativos: descienden actividades como la agricultura y la industria, mientras que los servicios ganan peso. No obstante, los datos indican diferencias significativas entre territorios, condicionadas especialmente por la presencia de un sector productivo u otro.
El capítulo de las pensiones es otro indicador que se ha analizado: las personas trabajadoras autónomas siguen percibiendo un 37% menos de importe que las asalariadas. Además, la brecha de género es muy clara: las mujeres cobran un 27,7% menos de pensión que los hombres. La reforma del sistema de cotización del RETA comportó un incremento de bases de cotización, aunque en 2024 se ha vuelto a incrementar el colectivo que cotiza por la base mínima. A pesar de ello, este incremento aún no se ha traducido en la mejora de las pensiones, ya que la de jubilación tiene mucho peso.
Las mujeres autónomas cobran un 27,7% menos de pensión que los hombres
Otros datos que se repiten respecto de años anteriores, a pesar de las mejoras introducidas, son las dificultades de acceso a la prestación por cese de actividad -solo 4 de cada 10 solicitudes son aceptadas-. A pesar de todo, el número de prestaciones en vigor ha crecido cerca de un 30%, hasta 1.148, un indicador que muestra un poco más de uso.
Finalmente, el informe pone sobre la mesa otros aspectos cualitativos cada vez más relevantes como la digitalización que ha impulsado los fondos Next Generation y el Kit Digital, aunque todavía no se dispone de suficientes datos para una valoración completa. Entre las 87 recomendaciones que formula el CTESC en el informe, destacan algunas de gran impacto para la vida cotidiana de los autónomos:
- Facilitar el acceso de la compra pública a diferentes tipologías de empresas, con el fin de fomentar y consolidar el trabajo autónomo.
- Mejorar el sistema de prestaciones sociales, con un enfoque que facilite realmente el acceso y la protección.
- Revisar y simplificar los procedimientos administrativos, para que el autónomo pueda dedicar más tiempo al negocio y menos a la burocracia.
- Facilitar la financiación y las ayudas, clave para consolidar proyectos y encarar la innovación.
- Impulsar medidas de igualdad de género que corrijan las desigualdades en pensiones y carreras de cotización.
- Apoyar la digitalización y la viabilidad de los proyectos, con herramientas concretas que permitan avanzar en competitividad y sostenibilidad.
- Mejorar la gobernanza y el seguimiento de las políticas públicas para garantizar que las medidas responden a las necesidades reales del colectivo.
La importancia del informe no radica solo en los datos que aporta, sino también en el hecho de que ofrece un seguimiento anual y sistemático del trabajo autónomo, integrando fuentes diferentes y contrastándolas. A pesar de la carencia de algunos datos, esta mirada permite ver la evolución en el tiempo, identificar tendencias y detectar retos emergentes.
Y sobre todo, el valor del documento es que está elaborado por el CTESC, un órgano público, de carácter consultivo y de asesoramiento del Gobierno, que integra las principales organizaciones sindicales, patronales, del sector agrario, marítimopesquero y de la economía social, además de expertos independientes. Es un espacio de diálogo y consenso, y esto da solidez a las conclusiones: no son la visión de una sola organización, sino el fruto del contraste entre agentes con intereses diversos.
En un momento en que el trabajo autónomo sigue siendo esencial para la economía catalana, disponer de esta radiografía anual es fundamental. Más allá de los datos, reconocemos la realidad que vivimos día a día: la necesidad de menos burocracia, de una protección social más eficaz y de un apoyo real a la viabilidad de los proyectos.
Que estas conclusiones y recomendaciones sean fruto del consenso entre agentes sociales y económicos refuerza aún más el mensaje: todos coincidimos en el hecho de que hay que cuidar y fortalecer el trabajo autónomo. El siguiente paso es que este consenso se traduzca en políticas públicas que garanticen que las personas trabajadoras autónomas puedan desarrollar su actividad, mirando el futuro con dignidad y confianza. Porque un país que cuida a sus autónomos es un país que genera riqueza, garantiza cohesión territorial y mantiene el valor económico arraigado al territorio.