Hay dos noches fijadas en el calendario en que el reloj da un salto. A las dos serán las tres, o a las tres serán las dos, oímos decir. Desde 1981, esta transición horaria instaurada en Europa con el objetivo de optimizar la luz solar y la eficiencia energética, genera una especie de jet lag que a menudo puede tener efectos en las dinámicas productivas de empresas y trabajadores.
Este pasado domingo hemos inaugurado oficialmente el horario de invierno, y, una vez más, el debate se ha extendido como la pólvora. Una de las reacciones más tituladas en los medios de comunicación ha sido la del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, quien ha anunciado que España propondrá a la Unión Europea eliminar definitivamente el cambio de hora a partir de 2026. “Ya no tiene sentido”, ha asegurado en vídeo en la red social X, y ha hecho referencia a estudios científicos que descartan el ahorro energético y alertan de los efectos negativos sobre la salud y los ritmos biológicos.
Una consulta pública de la Comisión Europea en 2018 movilizó a más de cinco millones de personas, de las cuales el 80% querían eliminar el cambio de hora
De hecho, la Comisión Europea ya puso sobre la mesa esta cuestión en 2018, después de una consulta pública que movilizó a más de cinco millones de ciudadanos. El 80% se mostraron a favor de suprimir el cambio de hora, pero la propuesta quedó encallada por la falta de acuerdo entre los estados miembros sobre qué horario mantener. Tiempo después, la pandemia ocasionada por la Covid-19 contribuyó a retrasar y congelar la decisión.
La mirada empresarial
Ahora bien, lejos de las declaraciones y el contexto institucional, ¿cómo se vive este desajuste desde el tejido empresarial catalán? Josep Ginesta, secretario general de Pimec, la patronal de las pymes y microempresas, ha asegurado a VIA Empresa que el cambio de hora no es solo una cuestión de agenda, sino una alteración que provoca cambios en las personas: “Aunque no todo el mundo es consciente, altera la estabilidad, nos desincroniza de los ciclos circadianos, nos desconecta del ciclo natural de luz y del ritmo vital. La luz, el sol y la luna tienen un impacto sobre el cuerpo, y el cambio produce alteraciones circadiarias", ha destacado.
Esta desconexión, según Ginesta, tiene repercusiones directas en la salud y la productividad: “Tiene un impacto sobre la estabilidad emocional, sobre la capacidad de ser productivos y genera más tensión en las personas. Todo esto acaba repercutiendo en las empresas”, explica. “Los estudios médicos internacionales señalan también un incremento de los accidentes de tráfico y de problemas cardiovasculares asociados a la modificación del horario”, añade.
En la misma línea, el catedrático de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Antonio Bulbena, considera -en declaraciones a Europa Press- que “el cambio de hora es una agresión a los ritmos biológicos”, y defiende que "mantener un horario concreto de forma estable ayudaría a reducir trastornos del sueño, mejorar la salud mental y favorecer una mejor adaptación social, especialmente en niños y personas mayores".
Ginesta (Pimec): "La luz, el sol y la luna tienen un impacto sobre el cuerpo, y el cambio produce alteraciones circadianas, y todo esto acaba repercutiendo en las empresas"
Aunque antiguamente el cambio de hora se implantaba con finalidades de ahorro energético, Ginesta explica que “estos días ya no tiene mucho sentido", de acuerdo con las declaraciones del presidente Sánchez. "El ahorro energético es muy minúsculo comparado con los efectos sobre la salud y la estabilidad emocional de las personas”, añade.
Más luz, más vida: el clamor del sector del ocio
Desde la Federación Catalana de Actividades de Ocio y Ocio Nocturno (Fecalon), la postura es diametralmente opuesta. Tras una consulta interna entre asociados, la respuesta ha sido prácticamente unánime: el horario de verano es el preferido. “Hicimos una encuesta informal y todo el mundo defendió el verano. Es muy deprimente salir a las seis de la tarde de trabajar y que esté oscuro”, afirma con naturalidad Glòria Cabrera, responsable de comunicación de la federación.
El sector del ocio y la restauración, muy vinculado al turismo y a la vida social, considera que tener más horas de luz “favorece bastante más la seguridad, la convivencia y el bienestar”. “A las seis de la mañana no hay actividad comercial, pero por la tarde con luz hay más alegría y más oportunidades para socializar”, asegura Cabrera. “Nosotros defendemos que el horario de invierno sea estable todo el año, el más saludable para las personas según estudios científicos”, apunta Ginesta. “Pero la gente quiere luz, quiere vida en la calle”, contrapone Cabrera. “Es cierto que más luz favorece el consumo, pero hay que adelantar rutinas y mejorar la movilidad”, matiza Ginesta.
Sobre el efecto por sectores, el secretario general de Pimec reconoce que el ocio nocturno se ve beneficiado por tener más horas de luz: “Puede haber sectores que se sientan más favorecidos por el horario de verano, pero eso tiene más que ver con la temperatura y el frío o el calor que con la luz en sí”, sentencia. Y para los casos en que pueda haber impactos negativos, Ginesta propone medidas alternativas: “Mejorar la movilidad colectiva, favorecer horarios comerciales más ajustados y emplear el sentido común, porque si la medida tiene un impacto más importante sobre la ciudadanía que la no medida, pues la no medida”.
La reforma horaria, un frente abierto que “ahora no toca”
La llamada de Ginesta a priorizar medidas que impacten directamente en el bienestar y la sostenibilidad empresarial encuentra resonancia -y matices- en otras voces del tejido productivo. Desde Fecalon, el posicionamiento es claro: el cambio de hora no es una urgencia. "Ahora no toca. Lo que toca son los impuestos, el caos de la facturación digital y la irrupción de Verifactu”, advierte Cabrera. “La gente no está preparada, y la pyme está totalmente aplastada por tanta normativa”, lamenta.
Cabrera recuerda que el dilema ya generó resistencias, "sobre todo cuando se planteó que todo el mundo comiera a la una y cenara a las siete", dice con tono irónico. Sin embargo, reconoce que el cambio de hora genera efectos tangibles en el comportamiento social: “No es lo mismo tomar una cervecita a las siete de la tarde con luz que hacerlo a oscuras”, resume con humor. Por eso, desde la federación defienden que mantener el horario de verano sería beneficioso no solo para el sector turístico y de restauración, sino para el conjunto de la sociedad. “Con más horas de sol, hay más seguridad, mejor ambiente y más calidad de vida. Al fin y al cabo, esto también es economía”, concluye.