
En solo cinco segundos, la demanda de energía eléctrica en el estado español pasó de los 27.000 MW a los 15.970 MW ayer a las 12:33 del mediodía, una cifra que continuó cayendo hasta los 12.483 MW a las 13:15 horas. Se trata de una oscilación de 15 GW de energía, el equivalente al 60% de la demanda total del territorio, que apagó el país durante horas. Esta caída es vinculada por Red Eléctrica a un problema en un sistema de generación de electricidad en el suroeste de España, y no un ciberataque, hipótesis que ha quedado descartada. Pero, ¿cómo es posible que una problemática específica haya dejado sin energía a la mayoría del estado español, Portugal y Andorra?
¿Cómo funciona el sistema eléctrico?
El origen del apagón se explica a partir del mismo funcionamiento de la red de alta tensión, llamada red de transporte, que gestiona Red Eléctrica. “El sistema funciona a tiempo real, y esto se traduce en el hecho de que toda la energía que estamos consumiendo se está produciendo ahora mismo en una central generadora, y se transmite de una forma instantánea”, explica el profesor de la Escola Tècnica Superior d'Enginyeria Industrial de Barcelona (ETSEIB) de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), Daniel Montesinos. Red Eléctrica es quien se encarga de coordinarse con las distribuidoras para hacer llegar la energía que se produce en el Estado a los usuarios. En este intercambio, es vital que se mantenga un equilibrio entre producción y demanda. Si no se da, el sistema se desconecta como medida de protección, cosa que provoca los apagones como el de ayer. “Un desequilibrio puede provocar muchos fenómenos: afectación a los relojes de los hornos o cambios de giro de algunos motores, pero también sobrecalentamiento de líneas o quema de cables”, señala Montesinos. “En el año 2007 hubo un apagón muy importante en Barcelona, y se quemó una central de conexión de Endesa. Tardaron meses en responder al problema”, recuerda el investigador.
La red de alta tensión requiere un equilibrio constante de demanda y producción de energía, ya que un desequilibrio puede provocar graves consecuencias
Montesinos también remarca la inercia como un concepto a tener en cuenta a la hora de explicar los desequilibrios entre generación y demanda eléctrica y sus efectos en todo el sistema. Este principio físico hace referencia a la dificultad o resistencia que ofrece un cuerpo ante un cambio de estado -“en un sistema mecánico, es el esfuerzo que costaría detener un coche a 120 km/h”, ejemplifica-. En el ámbito energético, las centrales tradicionales funcionan con máquinas síncronas, las cuales convierten la energía mecánica producida por las turbinas en energía eléctrica. El profesor de la ETSEIB compara estas máquinas a “motores eléctricos de masa descomunal”, unas medidas que dificultan los efectos negativos de los desequilibrios que se puedan provocar: “Como que es una masa muy grande que gira, tiene una gran inercia. Puede utilizar esta reserva de energía para compensar el balance”.
Esta facultad es la que mantienen las centrales térmicas, nucleares e hidroeléctricas, pero encuentra más dificultades entre las energías renovables. “Un generador eólico puede tener una potencia de 10 MW, cuando una nuclear tiene de 500 u 800 MW”, remarca Montesinos. Esta diferencia de potencia también reduce notablemente la inercia de los sistemas y, de rebote, su resistencia a los desequilibrios de la red. Esto se acentúa con la energía fotovoltaica, que lleva a cabo una conversión casi directa de energía solar a eléctrica, cosa que implica una inercia casi nula. Conjuntamente, la eólica y la solar representaron más del 40% de la energía producida en España durante 2024, según el Informe del sistema eléctrico español 2024 de la misma Red Eléctrica.
La baja inercia de las renovables, el funcionamiento mallado de la red y la poca interconexión de España con otros países son factores que explican la oscilación de tensión
La última característica importante de la red de transporte de Red Eléctrica es que se trata de una red mallada: 45.000 kilómetros de circuitos de líneas de alta tensión, 700 subestaciones, 6.000 posiciones y 225 transformadores que funcionan de manera coordinada. Este sistema tiene como factor positivo el hecho de que puede ofrecer un servicio de calidad e igualitario a toda la península, pero también implica que los errores repercutan en todo el país.
La razón principal que ha provocado la gran oscilación que ha dado lugar al desequilibrio se desconoce hoy por hoy, pero Montesinos sí que puede explicar el procedimiento posterior: “Una oscilación ha hecho saltar el equilibrio de alguna de las fotovoltaicas, que se han desconectado para protegerse. Salta una y, en cadena, por la situación de la red mallada, van saltando una detrás de otra”. La baja inercia de las centrales de energía renovable las hace más vulnerables ante desequilibrios de demanda y producción, cosa que se suma al aislamiento de la red española respecto a otros países: solo un 6% de la red está interconectada (principalmente, con Francia y Marruecos), cuando la recomendación de la Unión Europea era del 10% para 2002 y del 15% de cara a 2030.
Restablecer la red después del apagón
Todos estos factores explican una caída generalizada que, por dimensión e impacto, ha sido una de las más notorias de las últimas décadas en el estado español. Los primeros territorios que empezaron a recuperar la conexión fueron los de los extremos meridionales y septentrionales de la península: el País Vasco y Catalunya, en el norte, y Andalucía, en el sur.
La elección de estos territorios no es casualidad, ya que son los que tienen una conexión más directa con las redes energéticas de los países antes mencionados con qué España está interconectada, Marruecos y Francia. Según explica Montesinos, las tareas de recuperación de la red se ejecutan con el apoyo de poblaciones vecinas, de las cuales se extrae una parte de la energía: “Primero se energiza la capacidad de potencia, una zona que sepamos que consumirá menos potencia que la que ya está energizada. En aquel punto de conexión ya en tu territorio, Red Eléctrica conecta una central para tener más potencia. Cuando ya está en marcha, puede dar electricidad a otros puntos, y se va extendiendo como una mancha de aceite”.
Las primeras regiones que se han empezado a recuperar han sido el País Vasco, Catalunya y Andalucía, por la proximidad a Francia y Marruecos
Así, los territorios fronterizos son los primeros a recuperar la energía, pero no lo hacen siempre al mismo ritmo, ya que también dependen del tipo de centrales generadoras de qué disponen: “Una central hidráulica puedes ponerla en marcha en solo unos minutos, pero en una térmica tienes que calentar las calderas y tardará unas horas, y una nuclear necesitará días. Hasta que no tienes toda esta capacidad disponible, tienes que esperar”.
Con todo, muchos ciudadanos comentaban con sorpresa las diferencias que se daban dentro de un mismo municipio. ¿Por qué los semáforos de esta calle funcionan, y los de la otra, no? Estas discrepancias surgen de las diferencias entre la red de transporte de Red Eléctrica, que trabaja de forma mallada, y las redes de las distribuidoras como Endesa, que trabajan de manera radial. “Una vez Red Eléctrica dice a Endesa ‘en este punto ya puedes dar servicio’, se encuentra con muchos radios, que tiene que reactivar uno a uno”, explica Montesinos. Esta radialidad no tiene por qué coincidir con entramado de calles, sino que depende de la distribución de torres de energía y cableado, que puede hacer que dos vecinos se encuentren en situaciones diferentes. En este proceso también juega un papel la disponibilidad de potencias de cada punto, que pueden acelerar o ralentizar el restablecimiento.