
La ley de Newton, que nos dice que dos cuerpos se atraen en proporción directa al producto de sus masas e inversa al cuadrado de su distancia, se puede aplicar a hechos geográficos, y muchos se han estudiado así, como la accesibilidad a los servicios, los radios de influencia de los mercados, etc. Lo aplicaremos ahora a una lectura de las masas de población provincial para entender el sistema regional peninsular (dejamos los archipiélagos fuera).
Hemos considerado las 47 provincias con enlace terrestre, con el peso de toda su población y representadas por sus capitales para definir las distancias respectivas por carretera. Incluir toda la población permite definir toda el área metropolitana y no solo el ámbito capital. Los 2.162 vínculos de relación se muestran en el dibujo adjunto, el cual aparece con mucho contraste interno. Aparecen dibujados los valores principales de los enlaces entre parejas de provincias y únicamente no se han dibujado los valores más residuales, que son la mayoría.

Madrid, por peso y posición central, mantiene el máximo número de enlaces. En segunda posición solo hay dos ámbitos destacados, Catalunya y València, y el resto están vinculados por relaciones mucho más delgadas. El ámbito regional más destacado radica en Madrid con Toledo y Guadalajara, y aquí juega el peso madrileño y la corta distancia con los vecinos (71 km a Toledo y 58 km a Guadalajara). Destacan también los vínculos de Barcelona con Tarragona y Girona, el de València con Castelló y el de Alacant con Murcia (75 km entre las dos capitales).
En el esquema peninsular hay tres vínculos de gran escala entre Madrid, València y Barcelona. Es ligeramente mayor el vínculo Madrid-València (fuerza de gravedad, índice 147) que el de València-Barcelona (126) y que el de Madrid-Barcelona (103), fruto de la menor distancia entre Madrid y el levante, un hecho que sabemos que Aznar formuló políticamente como política territorial a escala española. Sorprende el leve vínculo entre Madrid y Sevilla (46), y es debido a la distancia (538 km), hecho que la masa de población sevillana (1,9 millones) no reequilibra. Aun así, existe un mundo andaluz, como lo hay uno vasco, presidido por Bilbao, y uno gallego, mientras que el resto no se coagula con enlaces de suficiente magnitud. El triángulo Madrid-València-Barcelona sería el hecho más distintivo de toda la dinámica territorial española, una realidad que expresaría la demanda de movilidad interregional, o Larga Distancia.
El triángulo Madrid-Valencia-Barcelona sería el hecho más distintivo de toda la dinámica territorial española, una realidad que expresaría la demanda de movilidad interregional
De este triángulo de realidad, Madrid ha favorecido, por ejemplo en Alta Velocidad ferroviaria, las relaciones primero con Sevilla; después, con Barcelona, pasando por Zaragoza, y más tarde, con el levante, distinguiendo València de Alacant desde el centro e ignorando las relaciones por la costa entre ellas dos. Y, actualmente, la expansión va dirección noroeste, hacia Castilla y León, Galicia y Asturias. Lo que el centrismo no admite, y lo hace de forma activa, es la relación Barcelona-València, que es, a gran escala, la segunda en magnitud de la península. Ni corredor mediterráneo de mercancías, ni AVE para pasajeros forman parte del esquema.
Cierto que todo estado traba su conjunto de regiones con enlaces equilibrados, pero no desconoce tan profundamente la dinámica de mercado como para negar uno de los vínculos más potentes, en este caso el del levante mediterráneo. Se prefiere consolidar Almería y Algeciras a la relación de Murcia con Tarragona y Francia.
Madrid hace y Barcelona se recluye. Madrid actúa y Barcelona se duerme. “Madrid se va”, que dijo Pasqual Maragall, pero Catalunya ni siquiera sueña
Una segunda derivada es la gran inversión en el sistema regional central. Madrid actúa a escala del centro peninsular con servicios ferroviarios de Media Distancia para coser los más de 10 millones de habitantes que suma con las dos Castillas. Este es el tercer grado de un segundo que sería la continuidad con Toledo y Guadalajara, después de la misma potencia de la Comunidad de Madrid y el doblado de reconocimiento que le hace el Estado central.
La pregunta entonces es: ¿cuál es la política regional de Barcelona? Se habla de Área Metropolitana y de una ambigua región de Barcelona, que iría 50 km arriba y abajo (pero no adentro), cuando la región propia ya es toda Catalunya, a la que habría que sumar el arco mediterráneo, al sur y norte. Madrid hace y Barcelona se recluye. Madrid actúa y Barcelona se duerme. “Madrid se va”, que dijo Pasqual Maragall, pero Catalunya ni siquiera sueña.