Fotovoltaica sobre los pantanos, charcas y canales: una oportunidad para no equivocarse

En Catalunya hemos cometido un error estratégico grave, como es poner en conflicto la energía fotovoltaica y la producción de alimentos

La primera planta fotovoltaica flotante de España | EP La primera planta fotovoltaica flotante de España | EP

En Catalunya hemos sufrido durante muchos años una epidemia de cortoplacismo. Con la mirada puesta en las próximas elecciones, hemos querido contentar a todos y, al hacerlo, hemos terminado por no hacer nada. Pero cuando ha llegado la urgencia, sin planificación, hemos llamado a cualquiera que pueda ayudar y la prisa nos ha llevado a buscar soluciones rápidas y fáciles sin dedicar un minuto a la imaginación de nuevos caminos, de nuevas soluciones, de las mejores soluciones. En el camino, hemos cometido un error estratégico grave: poner en conflicto dos formas de energía esenciales y críticas, la energía fotovoltaica y la producción de alimentos. Un error sobre el cual hace años advirtió Graziano da Silva, entonces director de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO): "Es necesario pasar del debate de alimentos contra combustibles a un debate sobre alimentos y combustibles".

La fotovoltaica sobre pantanos, charcas y canales de riego es una opción a la que hemos prestado poca atención y que ayudaría a que ambas demandas (producción de alimentos y fotovoltaica) pudieran desarrollarse sin interferirse ni superponerse entre ellas. En realidad, técnicamente son dos opciones diferenciadas. Una de ellas es sobre pantanos y charcas. En este caso, hablamos de fotovoltaica flotante, ya que las placas solares se sitúan flotando sobre el agua. Las técnicas actuales han diseñado modelos apropiados para gestionar los diferentes niveles de agua en superficies de agua variables. Otra opción es sobre los canales de riego. En este caso, las placas solares se instalan sobre estructuras metálicas sobre los canales de riego. Estructuras que pueden adaptarse para garantizar la gestión del canal.

Priorizar estas superficies no competitivas con la producción de alimentos requiere una acción política concreta de planificación, orientación y estímulos fiscales

La idea no es nueva, ya la expusimos en el Estudio de impacto socioeconómico del Segarra Garrigues, en el que tuve la oportunidad de dirigir. Actualmente, ya existen instalaciones en California, en la India y en otros países de Asia. En Portugal, la empresa EDP (Energías de Portugal) está construyendo sobre el embalse de Alqueva la planta solar flotante más importante de Europa. En España ya existen diferentes experiencias, principalmente de autoconsumo.

Ventajas e inconvenientes de la fotovoltaica flotante

  • La instalación no compite con el suelo agrícola y, por lo tanto, no afecta la capacidad productiva de alimentos ni provoca desarraigo ni desequilibrio territoria.
  • Sus impactos visuales son mínimos. Es importante tener en cuenta que se instalan en estructuras artificiales, es decir, en grandes instalaciones construidas por el hombre. Los paneles solares tienen un impacto muy leve en el paisaje, ya que forman una superficie plana sobre el agua, similar a unas balsas de mejillones, una imagen socialmente valorada.
  • De acuerdo con los datos facilitados por instaladores (datos que habrá que comprobar en ensayos ad hoc) la fotovoltaica flotante incrementa la eficiencia energética de la instalación por el hecho que el agua enfría los paneles solares.
  • Reduce muy significativamente la evaporación del agua (algunas fuentes indican una reducción de un 80%). Una ventaja de gran valor en uno en torno a la escasez de agua. En otras palabras, esta opción energética mejora la oferta de agua.
  • Como desventaja, se señala el costo superior, pero si valoramos la mejora de rendimientos y la aportación de agua al reducir la evaporación, el balance puede ser claramente favorable.
  • Pero, sobre todo, la gran ventaja es que desactiva todos los movimientos NIMBY que están impidiendo la transformación energética.

Legalmente listo

El gobierno de España ya ha dado los pasos para dar cabida a la fotovoltaica flotante. En el Real Decreto Ley 6/2022 de 29 de marzo, "Por el que se adoptan medidas urgentes en el marco del Plan Nacional de respuesta a las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania" se modifica el texto refundido de la Ley de Aguas (TRLA) (Real Decreto Legislativo 1/2001, de 20 de julio). En el texto modificado se añade un artículo 77bis sobre "Instalación de plantas fotovoltaicas flotantes en el dominio público hidráulico". Sin embargo, será necesario que la articulación burocrática de evaluaciones y permisos se realice con criterios de máxima eficiencia y urgencia.

Potenciales por esta opción

Para dar una idea de los potenciales de esta opción, es importante saber que solo los embalses de Catalunya abarcan aproximadamente 13.000 hectáreas. Si solo fueran utilizables en una parte, supongamos el 3%, dejando el resto para diversos usos hidráulicos, lúdicos y deportivos, el resultado serían 4.333 hectáreas disponibles para la fotovoltaica flotante. A esta superficie se le debería sumar la de las charcas de riego y la superficie utilizable sobre los canales, entre los cuales destacan los 144 km del canal principal del Canal d'Urgell y los 85 km del canal Segarra-Garrigues, entre muchos otros. Longitudes que se multiplicarían si se añadiera la red de canales secundarios.

Hay suficiente superficie para no equivocarse destruyendo suelo agrícola productivo, un recurso crítico del país

En una reciente y bien documentada conferencia, el ingeniero Eduard Furró expuso la necesidad de producir 74.000 GWh/año con energía fotovoltaica, y según sus estimaciones, esto equivaldría a la ocupación de 64.000 hectáreas de suelo rústico. Para cubrir esta superficie sin perjudicar la producción agrícola, se cuenta, además de las superficies de pantanos, charcas y canales, con las terrazas de las casas, las instalaciones agrarias e industriales, las infraestructuras públicas, las tierras baldías, los matorrales, las tierras agrícolas abandonadas y en algunas áreas protegidas, con una visión más realista del uso sostenible de estas. Hay suficiente superficie para no equivocarse destruyendo suelo agrícola productivo, un recurso crítico del país.

Sin embargo, priorizar estas superficies no competitivas con la producción de alimentos requiere una acción política concreta de planificación, orientación y estímulos fiscales. Sobre todo, requiere voluntad política y mucha pedagogía hacia una sociedad que aún piensa que un campo agrícola es un lugar donde no hay nada, disponible para otras actividades "útiles".

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