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La guerra que nos apura los bolsillos

La factura que pagamos por el conflicto es inacabable y es lícito preguntarse: ¿No saldría más barato invertir en un acuerdo de paz que garantice la seguridad y la estabilidad en toda Europa?

Imagen de la región de Járkov | Cedida
Imagen de la región de Járkov | Cedida
periodista. Excorresponsal en Rusia y los Estados Unidos
Barcelona
01 de Agosto de 2023

Lo más increíble de la participación de España en la guerra de Ucrania es que nunca ha habido un debate público sobre si la ciudadanía está de acuerdo o no. Dos campañas electorales seguidas y no se ha hablado nada de esta guerra, a pesar de que estamos abocando millones de euros a expensas de nuestros servicios públicos, de nuestras facturas energéticas y del aumento del coste de nuestros alimentos.

 

Un debate público es fundamental porque después de más de dieciocho meses de guerra en Ucrania, la ONU dice que han muerto unos nueve mil civiles, pero el número de víctimas militares de un bando y el otro se cuentan por muchos millares más. Y no hablamos de los heridos, los ocho millones de refugiados, los proyectos de vida destrozados, las ciudades y pueblos hechos escombro.

España, cómo el resto de países europeos, está dedicada a poner leña en este fuego que mata los ucranianos. Y digámoslo todo, mata de hambre los ciudadanos de los países más pobres, porque el origen y las rutas de los cereales que recibían se han distorsionado. No olvidamos tampoco que es esta guerra lo que también nos empobrece a nosotros, la mayoría de los europeos. Si para reclamar que se ponga fin a esta guerra inmediatamente no tenemos bastante con el inmenso dolor y la terrible destrucción de Ucrania, pensemos al menos en nuestros bolsillos.

 

"No olvidamos tampoco que es esta guerra lo que también nos empobrece a nosotros, la mayoría de los europeos"

Hasta ahora, Europa ha destinado 15.300 millones de euros a reforzar la capacidad de las fuerzas armadas ucranianas. Esto solo es una parte de los setenta y siete mil millones de euros que la UE reconoce haber destinado a Ucrania desde que empezó la invasión rusa del país. Este dinero no cae del cielo, sale de nuestros bolsillos porque viene de los impuestos que pagamos.

Pese a la estratosférica inversión en armas y en ayuda diversa a Ucrania, en realidad no hay un control muy estricto del uso de este dinero y tampoco sabemos si las armas que envían los gobiernos europeos son realmente útiles para que el ejército ucraniano avance en el campo de batalla. Hace meses que se habla de una ofensiva ucraniana que, por lo que hemos visto hasta ahora, parece más propaganda que otra cosa. Además, aumentan los expertos que dicen que Ucrania está perdiendo la guerra. Aun así, tampoco la debe ganar Rusia, que acaba de subir la edad de reclutamiento de sus soldados a los 30 años. El más paradójico es que, los dirigentes europeos que podrían poner fin a esta catástrofe, se encaparran a alimentarla sin preocuparse por la factura y los negativos efectos que causa a sus ciudadanos.

La factura crece cada día. Para este año y el que viene, la UE ha prometido más de mil millones de euros para que Ucrania reconstruya escuelas y hospitales. También habrá dinero para la salud mental y la integración social de estos ucranianos que se han quedado sin familia, sin casa, sin pueblo y prácticamente sin país, las víctimas de esta locura bélica.

"Las sanciones parece que han afectado menos la economía rusa que las empresas y ciudadanía europea"

Debido a la disparatada y equivocada invasión de Ucrania, Rusia y su presidente Vladímir Putin se han convertido en el enemigo a batir. La Unión Europea ha puesto en marcha once paquetes de sanciones para castigarlos. Hasta ahora, pero, estas sanciones parece que han afectado menos la economía rusa que las empresas y ciudadanía europea. Fijémonos, si no, en la factura energética.

En el 2021, la Unión Europea importaba el 83% de su gas natural de varios países para generar electricidad, calefacción doméstica y hacer funcionar los procesos industriales. La cuota de mercado de Rusia era casi del 50%, pero entre enero y noviembre de 2022, las sanciones la hicieron disminuir hasta representar un 12,9%. A pesar de que Europa ha reducido su demanda de gas natural y mejorado la eficiencia, continúa necesitando este producto y ha sustituido la importación del gas ruso por el Gas Natural Licuado (GML) de los Estados Unidos. Los americanos se preparan para hacer el gran negocio: han doblado sus exportaciones de GNL a Europa y se han convertido en su segundo proveedor después de Noruega. De España, ya son el primer proveedor.

El problema principal con este cambio es que el GNL de los Estados Unidos se paga un 40% más caro que el de Rusia y esto afecta negativamente los países europeos y a nuestros bolsillos como consumidores, sobre todo en España. Además, este gas que se obtiene a partir del fracking o fractura hidráulica tiene un impacto negativo en el medio ambiente y está prohibido en la mayor parte de Europa.

Ahora la pregunta es: ¿Hemos sustituido la dependencia energética de Rusia por la de los Estados Unidos?. Esto el tiempo lo dirá, pero lo que ya es un hecho es que los ciudadanos de España cómo los de los otros países de la Unión Europea no hacemos un buen negocio con esta guerra. Hemos pagado y pagamos la energía a precio de oro y todo se ha encarecido. Las familias con menos recursos y las pequeñas y medianas empresas son las más perjudicadas.

Según datos del Consejo de la Unión Europea, desde el comienzo de la crisis de la energía, en septiembre de 2021, los países de la UE han asignado y destinado 758 billones de euros para proteger los consumidores del incremento del coste de la energía. Además, toda Europa ha incrementado su gasto militar y se ha comprometido en el incremento de la producción de armas.

"La factura que pagamos por esta guerra es inacabable y es lícito preguntarse: ¿No saldría más barato invertir en un acuerdo de paz que garantizara la seguridad y la estabilidad a toda Europa, incluidas Ucrania y Rusia?"

Recordémoslo, pero, el dinero de Europa sale de nuestros impuestos que se podrían haber invertido en escuelas, sanidad o cultura, si los dirigentes no estuvieran empecinados en resolver el conflicto con violencia. Mientras la gente corriente sufre, los últimos balances hechos públicos muestran que las empresas energéticas ven cómo se han disparado sus beneficios y también los de los bancos. Para luchar contra la inflación, el Banco Central Europeo ha hecho subir el precio del dinero y ahora los bancos españoles cobran más caras las hipotecas, pero no nos dan intereses más altos por el dinero que tenemos. De aquí sus beneficios.

La factura que pagamos por esta guerra es inacabable y es lícito preguntarse: ¿No saldría más barato invertir en un acuerdo de paz que garantice la seguridad y la estabilidad en toda Europa, incluidas Ucrania y Rusia? Cuando acabe esta guerra, los dos países continuarán formando parte de Europa. Por lo tanto, hace falta un acuerdo de paz que es compleja pero no imposible. Por desgracia, los actuales dirigentes europeos, siguiendo el liderazgo de los Estados Unidos, no solamente no hacen nada para parar esta guerra, sino que se dedican a desacreditar los dirigentes que proponen una negociación para fin poner al conflicto.

La propuesta de paz de China, el intento negociador del presidente de Brasil y los esfuerzos para el diálogo de Turquía han sido desestimados por la OTAN, la Unión Europea y los Estados Unidos. Todos los conflictos acaban en una negociación, cuanto antes se pare la guerra y se empiece a hablar, más bien acabará el sufrimiento de los ucranianos. Mientras tanto, se hinchan las empresas de armas, las energéticas, los bancos y se deshinchan nuestros bolsillos.