Intensificación sostenible contra el hambre y el cambio climático

La garantía del abastecimiento alimentario tiene que convertirse en el objetivo principal ante la situación de emergencia climática

La gestión forestal y otros usos del suelo son los responsables del 13% de las emisiones de CO2 | iStock La gestión forestal y otros usos del suelo son los responsables del 13% de las emisiones de CO2 | iStock

El cambio climático nos ha enseñado los dientes con la última gran sequía. Estamos perdiendo la batalla del cambio climático y entre los damnificados está la seguridad alimentaria mundial, otra batalla que también estamos perdiendo. La crisis del cambio climático estallará en forma de crisis alimentaria. Por lo tanto, avanzar en la lucha contra el cambio climático no se puede hacer sin atender como objetivo crítico la garantía del abastecimiento alimentario (food security). Pero a menudo no se es consciente de ello, ni de la extraordinaria fuerza disruptora del hambre. Por ejemplo, la crisis de precios del trigo de 2010, provocada por unas altas temperaturas en Rusia, fue el detonante de las guerras del Norte de África.

Desde el año 1800 fueron necesarios 125 años para doblar la población mundial. En cambio, desde 1928 hasta hoy solamente han sido necesarios 95 años para cuadruplicarla. Para alimentar a esta población tan solo en 60 años (1961-2021) la producción de cereales se triplicó. Una población que, además, come mejor con dietas más proteínicas. Demografía, alimentos, medio ambiente y cambio climático se articulan como los vectores críticos del actual escenario donde es patente la limitación de los recursos. Como una de sus resultantes de estos vectores se encuentra el hambre. En el año 2005 la cifra registrada de personas desnutridas en el mundo era de 807 millones de personas. Esta cifra se redujo hasta 573 en 2017, pero han sido necesarios solo cuatro años para alcanzar 768 millones de personas desnutridas en el año 2021.

Sexto informe del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change)

La agricultura, en relación con el cambio climático, juega el triple y contradictorio rol de causa, víctima y solución. Efectivamente, de acuerdo con los datos del sexto informe del IPCC la agricultura, la gestión forestal y otros usos del suelo (particularmente los que conllevan deforestación) son los responsables del 13% de las emisiones de CO2, del 44% de metano (CH4) y el 81% del óxido nitroso (N2O) durante el periodo 2007-2016. Lo cual representa el 23 % del total neto de emisiones antropogénicas de Gases Efecto Invernadero (GEI). En otro sentido, la agricultura y, por tanto, el abastecimiento de alimentos, es la principal víctima del cambio climático, el cual provoca graves pérdidas por fenómenos meteorológicos extremos y modificación de las condiciones para el normal desarrollo de la planta. Pero, al mismo tiempo, la agricultura es una herramienta clave al lado de las soluciones, tal y como también nos explica el informe del IPCC. 

El sexto informe del IPCC dice, entre otras cosas:

"Suelo, océano, alimento y agua. - Muchas opciones de la agricultura, silvicultura y otros usos del suelo (AFOLU) proporcionan beneficios para la adaptación y mitigación que se podrían aumentar a corto plazo en la mayoría de regiones. La conservación, mejora de la gestión y restauración de bosques y otros ecosistemas ofrecen la parte más importante del potencial de mitigación económica, con una reducción de la deforestación en las regiones tropicales donde está el mayor potencial de mitigación sobre el total. La restauración de ecosistemas, la reforestación, y la aforestación puede requerir compensaciones debido a las demandas competidoras sobre la tierra. La minimización de compensaciones requiere enfoques integrados para alcanzar múltiples objetivos, incluida la seguridad alimentaria. Las medidas por el lado de la demanda (cambio a dietas saludables sostenibles y reducción de la pérdida/desperdicio de alimentos) y la intensificación agrícola sostenible puede reducir la conversión de los ecosistemas y las emisiones de metano y óxido nitroso, liberando tierras para la reforestación y restauración de ecosistemas".

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Es decir, el IPCC nos dice que hay que avanzar en la conservación y restauración de los ecosistemas, pero al mismo tiempo hay que atender la seguridad alimentaria. Por lo que, por el lado de la demanda, es necesario avanzar hacia dietas saludables y evitar el desperdicio alimentario; por el lado de la producción, hay que avanzar hacia la intensificación sostenible de la agricultura. Este camino de menos exigencia de recursos (dieta), menos pérdidas (desperdicio) y producción más intensiva a la vez que sostenible deben permitir ganar espacios hacia la recuperación y restauración de los ecosistemas naturales. Sin embargo, el IPCC insiste en la palabra "compensación". El IPCC es consciente de que algunas medidas que propone reducen el potencial productivo agrícola; por lo tanto, para garantizar la seguridad alimentaria harán falta estrategias compensadoras. No hay mucho margen para adoptar medidas que supongan menos producción alimentaria en cuanto el equilibrio oferta-demanda global de alimentos está especialmente tensa, tal y como demuestran las cinco graves crisis de precios habidas desde 2007. El camino de las soluciones es complejo, hay que saberlo. Tengamos en cuenta que la producción de alimentos debe contemplar, al mismo tiempo, la sostenibilidad de la producción, la suficiencia de la misma, la asequibilidad de los alimentos para toda la población y su viabilidad económica y social. Atender estos cuatro objetivos, buscando una opción equilibradora, solamente puede hacerse con altas dosis de realismo alejado de cualquier dogmatismo. El IPCC lo ha entendido.

Intensificación sostenible

En este sentido, la adopción por parte del sexto informe del IPCC del concepto "intensificación sostenible" debe considerarse un paso importante hacia el realismo transformador. Este concepto ha sido defendido desde años por la propia FAO, la cual afirma "La intensificación sostenible analiza paisajes, territorios y ecosistemas completos para optimizar la utilización y la gestión de los recursos. Los agricultores deben producir más con la misma extensión de terreno y utilizar menos insumos, así como obtener unos rendimientos superiores. Esta transición es posible y necesaria".

Una visión práctica y positiva del concepto de intensificación sostenible debe permitir avanzar en la lucha en defensa de los equilibrios medioambientales y contra el cambio climático

Sin embargo, la intensificación de la producción ha sido considerada desde el ecologismo utópico como un anatema absoluto. Desde estas posiciones ideologistas se ha bloqueado el uso de herramientas eficaces en el camino de las soluciones. Por el contrario, una visión práctica y positiva del concepto de intensificación sostenible debe permitir avanzar en la lucha en defensa de los equilibrios medioambientales y contra el cambio climático. Desde esta visión realista la intensificación sostenible podría resumirse en cuatro ejes de actuación: agroecología, intensificación, precisión y reducción.

1. Agroecología

Hay que aprender de la naturaleza y aliarse con ella para producir diferente. La agroecología, entendida como apartado de la ciencia que estudia soluciones sostenibles para aplicar a la producción agraria, nos ofrece herramientas para hacerlo.

  • La producción agraria ecológica (PAE) es la propuesta más emblemática dentro de la agroecología. En la PAE se renuncia absolutamente a cualquier utilización de inputs fertilizantes o fitosanitarios que no sean de origen natural. Como contrapunto, la producción ecológica obtiene en general menos producción y en algunos cultivos, como por ejemplo los cereales, obtiene producciones significativamente más bajas. 
     
  • Este hándicap puede ser superado a partir de propuestas menos radicales tal como la producción agraria integrada (PAI), donde se usan un conjunto de estrategias naturales, al igual que la PAE, pero no se renuncia completamente al uso de agroquímicos en situaciones críticas. 
     
  • Biocontrol. De entre las estrategias naturales de lucha contra placas y enfermedades cabe mencionar el control integrado de plagas donde se cuenta con la ayuda de insectos o patógenos diversos que actúan como depredadores, parásitos u otras estrategias de biocontrol. 
     
  • Bioestimulantes. Con la finalidad de hacer más resiliente la planta a situaciones de estrés o para incrementar su producción se usan las micorrizas como bioestimulantes de la producción. 
     
  • Un capítulo aparte merece la agricultura regenerativa que pretende recuperar la fertilidad y la calidad del suelo de manera natural apostando por la fertilización orgánica y la siembra directa o producción sin labrar.  En relación con la agricultura regenerativa hay que mencionar la polémica en relación con el posible uso del glifosato, el cual facilita la siembra directa sin significativas pérdidas de producción, pérdidas que sí se producen en otras alternativas naturales. En este, tema una vez más, debemos referirnos a la complejidad para alcanzar lo óptimo de garantizar la seguridad alimentaria sin dañar los objetivos de sostenibilidad. La respuesta adecuada deberá provenir de los datos científicamente contrastados y alejados de cualquier dogmatismo.
La producció agrària ecològica (PAE) és la proposta més emblemàtica dins de l'agroecologia | iStock
La producción agraria ecológica (PAE) es la propuesta más emblemática dentro de la agroecología | iStock

2. Intensificación

Intensificación o uso intensivo de los recursos pero dentro de estrategias sostenibles. Producir más con menos recursos de suelo y de agua, minimizando las emisiones de CO2 sin deforestar nuevas tierras, significa, tal y como dice la FAO, intensificar de manera sostenible.

Alcanzar este objetivo es posible con el apoyo de la tecnología, las mejores prácticas productivas y el uso moderno y eficiente del regadío

Alcanzar este objetivo es posible con el apoyo de la tecnología, las mejores prácticas productivas y el uso moderno y eficiente del regadío. Sin embargo, para lograrlo hay que abrirse a nuevas ideas, nuevas oportunidades y dejar atrás cualquier dogmatismo o toma de posición apriorística. 

Seguidamente, se exponen algunas opciones orientadas en la reducción de emisiones y/o a favor de los procesos de adaptación que deberían alejarse de algunos estigmatismos culturales ampliamente difundidos:

  • Habría que abrirse a las posibilidades que ofrecen las biotecnologías y muy en concreto la edición genética. Esta tecnología puede mejorar las capacidades biológicas para resistir a las plagas y enfermedades evitando el uso de fitosanitarios, mejorando el crecimiento, la calidad del producto, incorporando aspectos dietéticos de interés.
     
  • El regadío multiplica extraordinariamente la producción y, por lo tanto, evita deforestación. Hay que considerarlo como una herramienta contra el cambio climático y una infraestructura esencial para dar respuesta a la variabilidad y escasez posible del agua. 
     
  • Un invernadero moderno, con tecnología hidropónica y regeneración de las aguas del proceso productivo con un tratamiento bioeconómico de los residuos es una de las formas más sostenibles de producir alimentos, en tanto que es altamente productiva, ocupa mucho menos suelo agrario y emite menos emisiones GEI. 
     
  • La ganadería intensiva con una adecuada gestión en términos de sanidad y bienestar animal, con una gestión correcta de las deyecciones en procesos de bioeconomía circular, es una manera eficiente y sostenible de producir productos alimentos de origen animal. Los bajos índices de conversión derivados de la mejora genética permiten obtener una producción suficiente y asequible a toda la población con una buena calidad acorde con los estándares de la Unión Europea.  Las durísimas críticas a la ganadería intensiva, salvando las posiciones animalistas, son en algunos casos simplemente hipocresía. Hay que decirlo, si la carne forma parte de nuestra dieta la manera más sostenible de obtenerla es de manera intensiva con las consideraciones sanitarias adecuadas. Por otro lado, la ganadería extensiva, tiene aspectos positivos con ocupaciones limitadas, pero, en general, es una gran empleadora de espacios y posible causa de deforestación, que es lo que deseamos evitar.

3. Precisión

Las tecnologías de la información y la comunicación nos han abierto el camino hacia la agricultura y ganadería de precisión. Precisión significa eficiencia y esta por sí solo tiene una alta correlación con la reducción de emisiones y, al mismo tiempo, aporta el concepto de ahorro de recursos.

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Con esta opción se busca el mínimo impacto medioambiental aportando exactamente a la planta o el animal lo que requiere para su crecimiento y por su salud. Para conseguirlo es necesario disponer de herramientas para tener un conocimiento preciso del estado de la planta o el animal. Con esta finalidad se usa la información que proveen sensores o biosensores y también informaciones obtenidas por imágenes gráficas vía satélite, avioneta o dron. La información es recogida por una base de datos gestionadas por centros digitales de inteligencia artificial, los cuales toman las decisiones oportunas que trasladan a los instrumentos de alimentación animal, regadío, temperatura, ventilación, etc. Existen diferentes grados de implementación de la agricultura o ganadería de precisión, pero su implantación es posible a partir de presupuestos limitados, dado las facilidades que aportan las tecnologías digitales que trabajan, tal y como dice Jeremy Rifkin, a coste marginal cero. No es casualidad que el informe FAO sobre el estado mundial de la agricultura y la alimentación de 2022 se presente bajo el subtítulo "aprovechar la automatización de la agricultura para transformar los sistemas alimentarios". Tal y como afirma el director general de la FAO, Qu Dongyu, "la automatización agrícola puede contribuir a la transformación de los sistemas agroalimentarios, haciéndolos más eficientes, productivos, resilientes, sostenibles e inclusivos".

4. Reducción

Es la apuesta por prevenir, para evitar, para reducir no ya las emisiones sino la causa de las mismas con el fin de que las emisiones ya no se puedan producir. La R es la letra de la Reducción: Reutilizar, Rellenar, Recuperar, Reparar, Reciclar.

  • La bioeconomía circular es la tecnología emblemática dentro de este apartado. Desaparece la palabra residuo para pasar a la consideración de co-producto. Desde los residuos de la agricultura, ganadería, pesca o de la gestión forestal se pueden obtener energías renovables y recuperar nutrientes de interés económico o medioambiental Las biorrefinerías grandes o pequeñas son las nuevas fábricas que la sostenibilidad precisa.

Forma parte también de la reducción:

  • La fertilización orgánica, tal y como reclama la UE, realizada con las precauciones medioambientalmente adecuadas, tal y como ahora ya se está mejorando. 
     
  • La apuesta por la proximidad que reduce las emisiones del transporte y dinamiza el mundo rural.
     
  • La reducción del desperdicio alimentario como acción imprescindible. 
     
  • La modificación, desde la demanda consciente, no desde la imposición ideológica, hacia una dieta más vegetal.  El mundo plant based es un mundo menos exigente en recursos.
     
  • La aportación a la oferta desde nuevas alternativas alimentarias tales como las algas, los insectos y las cianobacterias que aportan proteínas y otros nutrientes sin competir con el uso del suelo agrario.
     
  • Las posibles opciones hacia la carne por cultivo celular.
     
  • La reducción (o eliminación) de la producción de agrocarburantes que compite directamente con el uso del suelo agrario y es causa evidente de deforestación.
     
  • Evitar, en cualquier caso, competencia entre alimentos y energía (dos formas de energía), tal como por ejemplo la sustitución de suelos fértiles por energías fotovoltaicas. Si se ocupa suelo fértil se abre la puerta a más deforestación.
     
  • Insistir en la extensa superficie que existe por la ubicación de energía fotovoltaica en pantanos, balsas y canales de regadío, con una triple función reductora: producir energía, evitar ocupación de suelo agrario para producir energía y reducir evaporación de agua.

 

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Todo ello forma parte de la gran transformación verde que nos exige la recuperación de los equilibrios medioambientales y la garantía del bienestar futuro de la humanidad. De eso nos habla la Agenda 2030 de las Naciones Unidas con su propuesta de Objetivos de Desarrollo sostenibles (ODS). De eso habla el Green Deal Europeo. De eso habla el IPCC. Son propuestas que miran, hacia el cambio, hacia lo nuevo, hacia lo desconocido. No debe extrañar que haya vacilaciones, correcciones, reorientaciones. De hecho, estamos en medio del mayor experimento que ha realizado la humanidad. Un experimento que solamente podrá triunfar si somos capaces de abrir la mente a nuevas ideas, aparcar prejuicios y entender que las mejores soluciones nunca serán las ideales sino solo, pero afortunadamente, las mejores posibles, sin dogmatismos y de la mano de la ciencia y la tecnología.

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