Joan Laporta, el macho alfa del barcelonismo

De toda aquella pandilla del 2003, en el Barça solo queda él, aquel líder carismático, bien provisionado de adrenalina y algo más cargado de años, de peso y de experiencia

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta | EuropaPress El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta | EuropaPress

El economista Xavier Sala i Martín, amigo íntimo de Joan Laporta, explica en su último libro (De la sabana a Mart) que muy probablemente en la época paleolítica la organización de los grupos humanos ya respondía a la estructura que todavía hoy en día mantienen nuestros primos hermanos biológicos más próximos, que son, mira por dónde, los chimpancés.

Se trata de una organización jerárquica, vertical, construida sobre el liderazgo supremo de un macho poderoso que domina el grupo y lo mantiene unido y motivado hasta que el hecho biológico o la llegada de otro individuo más fuerte lo obliga a cederle el trono. Un sistema arcaico y evidentemente machista que todavía perdura en el subconsciente de la especie y que, si atendemos el criterio de Frédéric Laloux, autor de Reinventando las organizaciones, es muy visible en algunas organizaciones humanas contemporáneas poco evolucionadas.

Se trata de un liderazgo de proximidad no únicamente físico, sino también emocional. Pero parece que la fuerza bruta sin una adecuada gestión de las emociones nunca ha tenido mucho futuro en nuestra especie. Desde que el primer homínido se levantó a dos patas para ver de dónde venían las bofetadas y dónde se escondía el almuerzo, el macho alfa tiene cura de los suyos, les marca objetivos y los defiende de los enemigos, pero también les abraza a menudo para transmitirles amistad, confianza, seguridad y confort. Y, para recibir, naturalmente.

El macho alfa tiene cura de los suyos, les marca objetivos y los defiende de los enemigos

El macho alfa tiene su carácter y sus congéneres saben que no conviene hacerlo enfadar, pero para liderarlos como es debido necesita ser más querido que no temido. Por eso tiene que seducir, construir una red de complicidades con sus colaboradores más directos y proyectar directamente o indirectamente una imagen familiar y próxima a la comunidad, organizada en círculos concéntricos de poder.

La influencer eslovena Tina Orter, editora del portal de estilo de vida multilingüe City Magazine (200.000 sesiones cada día), dice que los auténticos machos alfa son compasivos, honestos, decididos, apasionados, generosos, valientes, protectores y seguros de sí mismos. Son personas sensibles que saben escuchar y reaccionar según el impulso de una doble personalidad intensa, a la vez masculina y a la vez femenina, que se manifiesta con brusquedad o ternura, según lo que más convenga.

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Puede ser que Tina Orter, que recomienda vivamente este prototipo de macho a sus seguidoras, no sea una mujer especialmente feminista ni tenga muchos estudios de antropología. Pero parece indudable que el modelo que describe ha superado con creces el proceso darwiniano de selección natural de las especies y hoy, si nos fijamos un poco, todavía perdura, tanto en algunas organizaciones poco evolucionadas como en otras más complejas.

Este último sería el caso de Joan Laporta i Estruch, el macho alfa del barcelonismo.

Del elefant al mundo

Surgido del grupo antinuñista L'elefant blau, donde la maestría de Johan Cruyff, Armand Carabén, Evarist Murtra y Albert Vicens tenía que crear las bases de la espectacular transformación del Club de inicios del siglo XXI, Laporta es un líder de una gran fortaleza física y mental, que no esconde sus debilidades y es capaz de rodearse siempre de los mejores colaboradores, de no rendirse casi nunca y de no encogerse ante los retos que él mismo se plantea, por muy complicados que sean.

Casi desconocido hasta el año 2003, aquel niño vehemente del barrio de la Sagrada Familia que jugaba a fútbol en la calle con su inseparable Alfons Godall, se ha convertido en referencia mundial. Eran unos partidos cargados de adrenalina, donde según algunos testigos de la época el pequeño Jan ya ejercía de líder y no se ahorraba ningún esfuerzo para conseguir la victoria.

Es un líder de una gran fortaleza física y mental, que no esconde sus debilidades y es capaz de rodearse siempre de los mejores colaboradores

L'elefant blau, del que empezó siendo portavoz, fue una plataforma fundada con grandes dosis de entusiasmo en 1997, que a pesar de sus limitaciones acabó consiguiendo la dimisión del incansable Josep Lluís Núñez en 2000. Núñez, que se había perpetuado casi 23 años en la presidencia del Barça, era un líder conservador que solo confiaba en su fiel Joan Gaspart y que en el mundo empresarial reinaba sobre un pequeño grupo de prohombres barceloneses dedicados básicamente al mundo de la construcción y la hosteleria. De hecho, Núñez era otro macho alfa.

Joan Gaspart, antiguo presidente de HUSA; Josep Maria Figueras, antiguo presidente de Hábitat y presidente de la Cambra de Comerç de Barcelona (1979/1991); Enric Reyna, también constructor, hotelero, presidente de la poderosa Asociación de Promotores y Constructores de Edificios (APCE) durante casi 35 años y presidente de la Fira de Barcelona entre 1987 y 1991, eran algunos de los hombres que dominaban Cambra, Fira y Barça, tres pilares del poder económico barcelonés no controlado por el pujolisme ni por la burguesía tradicional catalana.

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Pero aquella galaxia de poder empezó a hacer aguas el mes de abril del año 1991 con la victoria del independiente Antoni Negre Villavecchia frente a Joan Gaspart en la Cambra de Comerç, y empezó a pasar a la historia con la inesperada y agobiante victoria de Joan Laporta (otro ilustre outsider barcelonés) el mes de junio del 2003. Una eclosión histórica que no solamente hizo implosionar el microsistema de equilibrios internos de can Barça, sino lo de toda la ciudad, de la cual el Barça es el gran icono y la gran marca internacional.

Hace unas décadas, tanto el presidente Tarradellas como el presidente Pujol comentaban separadamente y en privado la dificultad de explicar fuera de  Catalunya la importancia y magnitud pública de la Generalitat, en comparación con el alto nivel de conocimiento que había del Fútbol Club Barcelona a escala internacional. "Los tres cargos más importantes de Catalunya son, por este orden, la presidencia del Barça, la abadía de Montserrat y la alcaldía de Barcelona", comentaba -socarrón- uno de los dos. "La Generalitat hay que explicarla muy despacio para que te entiendan".

Pero en el 2003 Laporta no llegó solo. Lo acompañaba un grupo diverso y entusiasta que iba mucho más allá del Elefant blau y no se sentía heredero de la primera derrota de esta plataforma, que en 2000 se había enfrentado bajo el liderazgo de Lluís Bassats al candidato continuista. En aquella ocasión, la victoria había estado para Joan Gaspart, el eterno vicepresidente de Josep Lluís Nùñez, que finalmente y después de 22 años de paciencia infinita había conseguido hacer realidad su sueño.

El mandato de Gaspart no fue una balsa de óleo ni pudo alargarse más de tres años de los cinco que estaban previstos

El mandato de en Gaspart, último representante de una "troika" en horas bajas, no fue una balsa de óleo ni pudo alargarse más de tres años de los cinco que estaban previstos. Su balance fue de cero títulos ganados, cuatro entrenadores despedidos (Serra Ferrer, Carles Rexach, Louis Van Gaal y Radomir Antic), un crack pasado a "el enemigo" (Luis Figo) y el equivalente a casi 200 millones de euros invertidos en fichajes fallidos (Overmars, Riquelme y Saviola, entre ellos), que no pudieron evitar que el Barça quedara en sexta posición en la Liga 2002/2003, a 22 puntos del Real Madrid.

Aquel seguido de infortunios hizo que Gaspart dimitiera de su cargo, cosa que evitó una moción de censura que parecía prácticamente inevitable y facilitó el acceso a la presidencia de su amigo y compañero de "troika", Enric Reyna, que hasta entonces había sido vicepresidente tercero del Club y que de aquella manera también lograba su sueño de presidir el Barça aunque fuera provisionalmente. Los otros dos vicepresidentes que lo precedían, Sixte Cambra y Francesc Closa, habían renunciado a tal honor.

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El Barça vivía, pues, una de sus peores crisis de confianza. Barcelona, por contagio, también pasaba por uno de sus peores episodios de baja autoestima. Para superarla, en el 2003 el Club contó con 6 candidatos a enderezarlo: Lluís Bassats, Joan Laporta, Jaume Llauradó, Jordi Majó, Josep Martínez Rovira y Josep Maria Minguella. Todos venían cargados de proyectos y soluciones de urgencia. Pero solo uno era alfa. Y sin duda, iba acompañado del mejor equipo de la historia barcelonista.

La mejor Junta Directiva de la historia

El mes de junio de 2003 tomaba posesión una Junta Directiva inédita, en las posibilidades de la cual no había creído nadie hasta 10 o 15 días antes del día de las elecciones. Estaba integrada por el presidente Joan Laporta; los vicepresidentes Ferran Soriano (economía), Sandro Rosell (deportes), Albert Vicens (relaciones institucionales) y Marc Ingla (marketing y media), el secretario Jaume Ferrer, el portavoz Xavier Cambra y los vocales Alfons Godall, Jordi Moix, Alfonso Castro, Josep Maria Bartomeu, Clàudia Vives-Fierro, Jordi Monés, Toni Rovira, Xavier Cambra y Josep Cubells. Y aquí sí que había más de un macho alfa.

Todos pertenecían a una de las cuatro familias que habían pactado la candidatura: elefants, pinyolons, clústers y rossellons. Los elefants Laporta y Godall eran amigos íntimos. Los rossellons Rosell y Bartomeu, antiguos compañeros de estudio en Esade, también. Ingla y Vives Fierro ya estaban casados. Los pinyolons Cambra, Ferrer, Rovira, Monés y Cubells jugaban juntos a fútbol sala. Soriano e Ingla, igualmente amigos, habían sido socios en Clúster, se lo habían vendido a muy buen precio y estaban pasando un año sabático, obligados por la cláusula de no competencia del contrato que habían subscrito con Diamond, la empresa compradora. Victor Font también había sido "un Clúster" igual que Carme Miró, que no fueron candidatos pero ayudaron a la campaña electoral que dirigiría Soriano, junto con los consultores profesionales Xavier Roig y Toni Rodriguez.

Joan Laporta en un desayuno en Nueva Economía Forum (2006) | Europa Press
Joan Laporta a un almuerzo a Nueva Economía Forum (2006) | Europa Press

Liderar aquel grupo joven, desacomplejado y rupturista, integrado por diferentes familias barcelonistas que cuatro meses atrás no se conocían mutuamente no estaba al alcance de todo el mundo. Enseguida fueron los Clústeres quienes adquirieron un gran peso en la dirección estratégica del Club, hasta el punto que Soriano asumió tareas de director general durante una buena temporada, ante la incomodidad de Rosell y cierta parte de la Junta.

El marketiniano Ingla fue quién formuló el propósito de empresa de la nueva junta: "dedicaremos al Barça los mejores años de nuestras vidas", un eslogan inspirado muy directamente en The Best Years of Our Lives, que era el título de una película norte americana de William Wyler rodada en 1946, basada en la novela Glory for Me, de MacKinlay Kantor.

Al comienzo, la relación de los dos principales machos alfa del grupo fue magnifica

En palabras de uno de sus asesores, aquella junta era como una mesa extremadamente sólida que se aguantaba sobre el equilibrio de cuatro patas muy gruesas: el carisma y liderazgo de Laporta, el conocimiento del mundo del fútbol de Sandro Rosell, la excelencia marketiniana y de gestión de Ferran Soriano y Marc Ingla, y la conexión de Albert Vicens (hijo del editor y pensador Vicens Vivas) con la sociedad civil catalana.

Pero no fue posible por los motivos habituales en estos casos: nadie tuvo bastante con representar el papel que más le encajaba. Al comienzo, la relación de los dos principales machos alfa del grupo fue magnifica. Algunos de los trabajadores más veteranos del Club todavía recuerdan verlos rebajar tensiones haciéndose bromas más o menos "cuarteleras" o yendo a desbeber juntos. Los machos alfa y no tan alfa acostumbran a hacerlo para estrechar vínculos de camaraderia y confianza mutua. Pero con aquello no hubo suficiente.

La lucha por el poder

Los tres personajes principales del grupo venían de barrios diferentes de Barcelona: Laporta, de la Sagrada Familia. Rosell, de Sarrià. Soriano, del Poblenou. La persistencia de su alianza colaborativa habría sido un regalo para el Club y para toda la ciudad de Barcelona, que apenas empezaba a renovar liderazgos. Las primeras escisiones fueron las de Rosell, Bartomeu, Monés y Moix, el mes de junio de 2005, dos años justos después de la victoria histórica del equipo Laporta.

La segunda llegó el mes de julio de 2008, después de una moción de censura que la Junta superó con un resultado demasiado ajustado a criterio de Ferran Soriano, auténtico hombre fuerte, que encabezó la dimisión de otros 8 directivos: Albert Vicens, Marc Ingla. Josep Lluís Vilaseca, Evarist Murtra, Xavier Cambra, Claudia Vives-Fierro y Toni Rovira. Todos ellos consideraron que el resultado de la consulta, a pesar de no ser legalmente suficiente, deslegitimaba su continuidad en la Junta.

Aquella decisión colectiva habría podido ser un golpe mortal al proyecto de Laporta, pero los machos alfa, a pesar de los defectos que puedan tener, son duros de pelar. En el año 2006 el Barça había ganado la primera Champions de su historia, o bien, la segunda si tenemos en cuenta la Copa de Europa del 1992. Fue justamente el año de la moción de censura cuando Laporta hizo responsable del primer equipo a un joven entrenador que tenía que hacer historia en el fútbol europeo: Pep Guardiola.

 La plantilla azulgrana y el staff celebrando la victoria de la Champions (2006) | Barça
 
La plantilla azulgrana y el staff celebrando la victoria de la Champions (2006) | Barça

Aquella misma temporada, el Barça ganó la Liga ante el Madrid, a quién ganó a domicilio por 2 a 6, levantó la copa de la Champions ante el Manchester United, la Copa ante el Athletic Club, y conquistó las supercopas de España y de Europa y el Mundial de Clubes. Aquello que dicen un sexteto.

Un año redondo y un segundo mandato que estatutariamente acabó en 2010, cuando Rosell ganó finalmente las elecciones al Barça ante una coalición que habría tenido que encabezar Soriano, inhabilitado para optar personalmente al cargo debido a sus responsabilidades en la empresa privada (era CEO de Spanair), y que tuvo a Marc Ingla como cabeza de cartel con el apoyo del mismo Soriano, Albert Vicens y Alfons Godall, pero no de Laporta, que se mantuvo al margen.

Gana Rosell, pero se va antes de acabar el mandato

Ganó Rosell, pero en enero de 2014 dimitió por motivos no especialmente explicitados, dejando a su amigo y vicepresidente Josep Maria Bartomeu, que ejerció el cargo en funciones hasta el año siguiente, cuando ganó las elecciones ante Agustí Benedito, Toni Freixa y … Joan Laporta, que se había vuelto a presentar. Pero a Laporta todavía no le había llegado el momento de volver. Llegaría el día 7 de marzo del 2021, en plena pandemia, cuando venció a Victor Font y Toni Freixa con una contundente victoria del 52,28% de los votos emitidos.

La nueva Junta se encontró como herencia un patrimonio negativo en situación de quiebra con más de 1.350 millones de deuda y una afición de luto por la marcha de su ídolo, Lionel Messi al PSG de París. La última temporada ha vivido la despedida voluntaria de los capitanes Gerard Piqué, Sergio Busquets y Jordi Alba y se ha salvado con la consecución del título de Liga, a 10 puntos del Real Madrid, que quedó segundo.

Una victoria balsámica que Laporta celebró con más energía moral que no física y que volvió la esperanza a socios y seguidores, dejando abiertas las incógnitas de futuro que lo Barça tendrá que resolver esta próxima temporada.

Una victoria balsàmica que Laporta celebró con más energía moral que no física y que devolvió la esperanza a socios y seguidores

De toda aquella pandilla del 2003, solo queda Laporta dentro del Barça. Actualmente, Soriano triunfa en el Manchester City, con su amigo y socio (de un restaurante de cocina catalana), Pep Guardiola. Ingla, después de hacer de director general del Lille, de la liga francesa, ha vuelto a sus negocios. Vicens vive retirado y feliz en Grecia. Rosell y Bartomeu han vuelto a la vida privada, del mismo modo que todo el resto de intrépidos miembros de la histórica candidatura del 2003.

En el Barça solo queda aquel líder carismático, aquel veterano macho alfa, todavía bien provisionado de adrenalina, algo más cargado de años, de peso y de experiencia, con el apoyo de un entrenador también carismático, Xavi Hernández y un equipo de gestión que no lo tendrá muy fácil. Toda una prueba de fuego para cualquier dirigente, ya sea macho o hembra, alfa u omega, sobre quien habrá millones de miradas inquisitivas pidiendo explicaciones.

Salud a los viejos rockeros!

Joan Laporta en la presentación de la nueva LaLiga EA Sports (2023) | Europa Press
Joan Laporta a la presentación de la nueva LaLiga EA Sports (2023) | Europa Press

 

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