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Más trabajo, menos productividad: ¿qué está pasando?

La productividad por ocupado en Catalunya en 2023 se situó en 77.407 euros anuales por persona ocupada, cuando en 2022 había alcanzado los 79.124 euros

El el sector servicios, la ocupación crece con fuerza (+6,2%), pero el valor agregado lo hace en menor medida (+2,6%) | Vergani_Fotografia / iStock
El el sector servicios, la ocupación crece con fuerza (+6,2%), pero el valor agregado lo hace en menor medida (+2,6%) | Vergani_Fotografia / iStock
Oriol Amat | VIA Empresa
Catedrático de la UPF BSM y presidente del Obstervatori de la PIME de Pimec
24 de Septiembre de 2025 - 05:30

Uno de los problemas económicos más preocupantes actualmente es la caída de la productividad. A pesar de que el empleo sigue creciendo y que muchos sectores muestran un gran dinamismo, la capacidad de generar valor añadido por trabajador se está reduciendo en Catalunya. En concreto, en el último año, se ha reducido en un 2,2%.

 

El valor añadido es la riqueza real que crea una empresa: es la diferencia entre los ingresos que obtiene por sus ventas y los costes de los bienes y servicios que ha tenido que comprar a otras empresas para producir. Dicho de otro modo, es lo que realmente aporta al conjunto de la economía, y la suma del valor añadido de todas las empresas, añadiéndole los impuestos indirectos, es el producto interior bruto (PIB). La productividad, en esencia, es la medida de la eficiencia con la que utilizamos los recursos disponibles —trabajo, capital o materiales— para producir bienes y servicios. Cuando aumenta, permite mejorar los salarios, las inversiones y los beneficios.

Según el Anuari de la Pime 2025 presentado la semana pasada, la productividad por ocupado en Catalunya en 2023 (es el último año del que actualmente se dispone de datos en el Registro Mercantil) se situó en 77.407 euros anuales por persona ocupada. El año anterior había alcanzado los 79.124 euros. Sin embargo, detrás de esta media hay grandes diferencias según la dimensión de la empresa, como se puede observar en la siguiente tabla. Las grandes empresas siguen siendo las más productivas, con 90.841 euros por trabajador, mientras que las pymes registran una productividad inferior. Por lo tanto, el tamaño importa: a mayor dimensión, mayor productividad.

 

Los datos de la segunda tabla muestran que el sector primario, la industria y la construcción han aumentado la productividad gracias a incrementos del valor añadido superiores a los del empleo. En los servicios, en cambio, el empleo crece con fuerza (+6,2%), pero el valor añadido lo hace en grado más bajo (+2,6%), y esto reduce la productividad en un -3,5%. Se trata de un sector intensivo en mano de obra y con menos margen para incorporar tecnología y eficiencia. Aun así, hay empresas de servicios que están innovando, digitalizándose, utilizando nuevas tecnologías como la IA y apostando por la calidad, y demuestran que también en comercio, hostelería o servicios profesionales es posible avanzar en productividad. Este contraste entre sectores ayuda a entender por qué la productividad global disminuye y pone de manifiesto la importancia de impulsar estrategias que permitan mejorarla en todo el tejido empresarial.

La caída de la productividad tiene efectos directos sobre el progreso económico y social. En primer lugar, limita el crecimiento. Si cada trabajador genera menos valor, la economía avanza más lentamente aunque haya más empleo. También frena los salarios reales, que solo pueden crecer de manera sostenible cuando aumenta más el valor añadido. Además, las empresas con baja productividad son menos competitivas, porque tienen más costes y menos capacidad de innovar. Todo ello repercute en los ingresos públicos y dificulta financiar servicios esenciales, al tiempo que acentúa las desigualdades entre sectores y territorios, ya que los trabajos en actividades menos productivas tienden a ofrecer sueldos bajos y menos oportunidades de mejora.

La caída de la productividad limita el crecimiento: si cada trabajador genera menos valor, la economía avanza más lentamente aunque haya más empleo

La pérdida de productividad que observamos en Catalunya tiene un claro paralelismo en Europa. Según Eurostat, la productividad por hora trabajada en la Unión Europea retrocedió un 0,6% en 2023 y se ha ido distanciando de Estados Unidos. Hace cuarenta años, la renta per cápita europea era equiparable a la americana; hoy es solo la mitad. La diferencia es que en Estados Unidos la productividad ha seguido una trayectoria mucho más positiva, con incrementos sostenidos que han reforzado su liderazgo económico.

Para revertir la tendencia de pérdida de productividad es necesario actuar en varios frentes a la vez. Por un lado, es clave facilitar el crecimiento de las empresas, ya que su dimensión sigue siendo un freno importante en Catalunya. También es necesario orientar la economía hacia actividades con más valor añadido —como la industria, los servicios avanzados, la investigación o la digitalización— e impulsar la recalificación profesional para que los trabajadores puedan hacer la transición hacia estos ámbitos.

Igualmente, es necesario reducir la burocracia, fomentar la innovación y destinar más recursos a sectores tractores, en línea con las recomendaciones del informe Draghi sobre la competitividad europea. Otro reto esencial es mejorar la productividad en los servicios, que concentran la mayor parte del empleo. Aquí es necesario apostar por la oferta de calidad, incorporar tecnología y diferenciarse por valor añadido. Las empresas que lo hacen demuestran que el sector servicios puede ser también motor de competitividad y de riqueza.

La productividad cae porque se crean más puestos de trabajo en actividades con menor valor añadido y porque el tamaño reducido de muchas empresas limita su competitividad

En definitiva, la productividad cae porque se crean más puestos de trabajo en actividades con menor valor añadido y porque el tamaño reducido de muchas empresas limita su competitividad. Este es el núcleo de la paradoja planteada en el título: trabajamos más, pero con menos productividad. Superarla exige empresas más grandes e innovadoras, una economía orientada a actividades de alto valor y unos servicios capaces de diferenciarse por calidad y eficiencia. Ya hay empresas que lo están logrando y que muestran el camino. La productividad es, en última instancia, el motor del crecimiento y del bienestar. Tal como señala Paul Krugman: “La productividad no lo es todo, pero a largo plazo lo es casi todo”.