El mundo de los helados. ¿Qué se ha hecho con los de toda la vida?

Dentro de la memoria colectiva hay cinco marcas de helados que reinan por encima de las demás

Una tienda de helados | iStock Una tienda de helados | iStock

Dentro de la memoria colectiva hay cinco marcas de helados que reinan por encima de las demás, y algunas de ellas incluso después de haber desaparecido: son Frigo, Avidesa, Miko, Camy y Menorquina. ¿Cuál no recuerda al menos un par de éstas? Hoy en día el panorama de los helados ha cambiado radicalmente hasta el punto de que cuesta encontrar marcas con tanta presencia y personalidad como aquellas que mencionábamos hace un momento. Ahora encontramos mucho helado artesanal de pequeños establecimientos y algunas referencias tanto de aquí como de fuera, como Farggi, Häagen-Dazs o Ben & Jerry's.

Si viajamos atrás en el tiempo y ponemos la lupa sobre las cinco grandes del pasado, podemos empezar hablando de la catalana Frigo, una enseña omnipresente en veranos del país durante décadas. Nació en Poblenou, en Barcelona, ​​en 1927 de la mano de la familia Rimblas, que acababa de venir de Cuba, pero con raíces en el Maresme. Aquella primitiva empresa llamada Industrias Frigoríficas y de la Alimentación, SA acabó produciendo los helados más conocidos del Estado. A principios de los setenta, en 1973, los propietarios vendieron la empresa a la multinacional Unilever, bajo cuyo paraguas saldrían al mercado algunos productos que han pasado a formar parte de la cultura popular: Frigodedo, Frigopie, Calippo, o más recientemente el Magnum.

Tampoco hay que olvidar que, según cuenta la leyenda, fueron los inventores de la mítica Tarta en el Whisky, a principios de los años cincuenta. En 2008 la multinacional tomó la decisión de cerrar la fábrica histórica de Poblenou (ahora ya distrito 22@), pero en ese momento apareció una empresa catalana, Farga, que presentó una oferta para quedársela y potenciar la incipiente producción de helados (hasta entonces se dedicaban básicamente a pastelería) a través de la marca Farggi, hoy conocida. Pero en el 2017, a los noventa años, la planta pasó finalmente a mejor vida. La inmobiliaria Actual Capital Advisors adquirió su propiedad y cerró la producción. En ese momento, Farggi ya era Lacrem, una firma que incorporaba las marcas Farggi y La Menorquina.

Ahora encontramos mucho helado artesanal de pequeños establecimientos y algunas referencias tanto de aquí cómo de fuera, cómo podemos ser Farggi, Häagen-Dazs o Bien & Jerry's

Precisamente La Menorquina había sido fundada justo al final de la Guerra, cuando Ferran Sintes inició la producción de helados en la planta del municipio de Alaior. Con el paso de las décadas, la marca haría varios viajes: en 1999 los canarios de Kalise (Interglas, SA) absorbieron La Menorquina, por justo después pasar a manos de la multinacional IBG-La Casera, formando así un líder del mercado estatal. Por cierto, La Casera es precisamente esa gaseosa tan popular en la España de los ochenta que fue creada por un antepasado, Francisco Duffo, de una de las familias accionistas de la actual Fluidra.

En 2017 Farggi (de la familia Farga, originarios de Sanaüja, en la Segarra) se alió con el fondo de inversión Black Toro Capital, que les inyectó 40 millones de euros para conseguir el control del grupo Kalise La Menorquina, con lo que conformaron el nuevo líder del sector de los helados con una facturación de 140 millones de euros. Por cierto, el citado fondo de inversión estaba en ese momento estrechamente relacionado con la firma Trea Asset Management, de Carles Tusquets Trias de Bes. La digestión fue demasiado pesada, y tanto la familia Farga como Black Toro Capital tuvieron que ceder en el 2020 el control de la sociedad, ahora ya llamada Lacrem, en el fondo Cheyne Capital, que había financiado las operaciones de la firma.

La historia de Miko es bastante diferente, porque pese a ser una empresa fundada por un español, Luis Ortiz Martínez, su desarrollo se produjo en Francia, país de residencia del fundador. Esto ocurría en 1945, pero mucho tiempo después, a finales de los setenta, se produjo su llegada al Estado a través del País Vasco. Realmente la firma que operó en la península no tenía relación directa con la francesa, pero Ortiz poseía un 25% del capital a cambio de ceder el uso de la marca. La entrada en 1988 del BBV (hoy BBVA) en el capital de Miko, mediante la compra por parte del holding Conelsa -propiedad del banco- de la matriz de Miko, SAAL (Sociedad Anónima de Alimentación), proporcionó mucho músculo financiero a la firma de helados, hasta el punto de que hicieron una OPA a otro gigante del sector, Avidesa. Pero la aventura duró poco, porque en 1994 Conelsa se vendió las firmas de helados a Nestlé por el equivalente a 240 millones de euros. Con el paso de los años, Miko acabaría fusionada con Camy, también de Nestlé.

Avidesa y el empresario secuestrado por ETA

Y puesto que hablábamos de Avidesa, debemos recordar que en su momento fue líder indiscutible del mercado estatal, después de unos inicios bastante curiosos, porque la sociedad (Avícolas y Derivados, SA) se dedicaba realmente a los pollos; de hecho, en su momento, a principios de la década de los sesenta, llegaron a disponer de la mayor granja de pollos de Europa. La fortuna ya la habían hecho antes, con una empresa de cartonajes nacida en 1922 y que, después de muchos cambios de denominación y propiedad, sigue existiendo. El paso hacia los helados lo dieron en 1964, y el éxito fue tal que el negocio principal, el de pollos, acabó retrocediendo cada vez más en beneficio del de helados. Detrás de todo este imperio estaba Luis Suñer Sanchis, empresario de leyenda en Alzira (Ribera Alta). Su nombre saltó a las primeras páginas de los medios cuando, en enero de 1981, fue secuestrado por ETA, que le mantuvo cautivo durante más de tres meses.

Por cierto, su secuestro tiene una curiosa relación con la historia en España del Impuesto sobre la Renta. El caso es que en 1978 se aprobó este nuevo impuesto y las autoridades decidieron que las declaraciones de los ciudadanos serían públicas y, por tanto, todo el mundo tendría acceso. No cayeron en que sería una magnífica guía para los delincuentes para saber quién estaba ingresando mucho dinero en ese momento y, en consecuencia, quién podría ser objetivo de cara a un secuestro en esa España tan convulsa. Dicho y hecho, en 1979 Luis Suñer apareció en lo alto de las listas ya los etarras se les encendió una bombilla. Ante las derivadas imprevistas de tanta transparencia, el gobierno suprimió el carácter público del impuesto sólo al cabo de un par de años.

Luis Suñer apareció en lo alto de las listas y a los etarras se les encendió una bombilla

La mala suerte para la compañía tuvo un segundo episodio un año después, cuando la inundación provocada por los problemas estructurales de la presa de Tous dejó inservibles a algunas de las plantas de Avidesa. En los siguientes años todo se aceleró: jubilación y muerte del fundador, acceso al mando del nieto, salida a bolsa y OPA del BBV a través de su filial Conelsa. Por cierto, el nieto que tomó las riendas del negocio en 1989 se llamaba Alberto Campos Suñer, unos apellidos que quizás a alguien le resultan familiares, y es que el hermano de Alberto, de nombre Adrián, fue piloto de Fórmula 1 durante las temporadas 1987 y 1988 al volante de un Minardi.

Como hemos visto antes, en 1994 la marca terminó en manos de Nestlé, que finalmente la amortizó para potenciar la enseña tradicional de los suizos, Camy. Una década más tarde, Nestlé se deshizo también de la factoría de Alzira, que tuvo un nuevo accionista -el inversor Guillermo Lamsfus Bravo- y una nueva denominación, Ice Cream Factory Comaker. El nuevo destino de la empresa veterana era la fabricación de helados de marca blanca, con Nestlé como principal cliente. Este año la familia Lamsfus ha vendido la compañía a los italianos Ferrero, los fabricantes de los huevos Kinder, Nutella y los bombones Ferrero-Rocher.

La revolución de los helados

El último de los protagonistas que nos queda por introducir es Camy, que este 2022 está de actualidad por su regreso a la vida después de dos décadas desaparecida. Cuando Nestlé decidió fusionar sus diversas enseñas de helados bajo el genérico “Helados Nestlé”, Camy desapareció del mercado. Ahora, aprovechando que los suizos han perdido sus derechos por falta de uso comercial de la marca, la planta de Ice Cream Factory Comaker, en Alzira, volverá a producir helados Camy. Con el logotipo retocado y con un catálogo que incluye helados veganos y también sin gluten, el objetivo de los gestores es "revolucionar el mercado de los helados". Veremos si en este nuevo escenario logran recuperar la notoriedad que Camy tuvo durante los setenta y ochenta.

Si antes hemos hablado de Farggi, la marca surgida del grupo de pastelería Farga, también hay que mencionar dos marcas con producto muy similar: Häagen-Dazs y Ben & Jerry's. La primera de ellas nació en el Bronx en 1961 y va ligada a la imagen icónica del helado de tarrina. La segunda, fue fundada en 1978, en Vermont (Estados Unidos), por Ben Cohen y Jerry Greenfield. Por cierto, quien sea aficionado -como un servidor- en los huevos de Pascua dentro de las obras literarias o audiovisuales debería echar un vistazo al capítulo 7 de la primera temporada de la mítica serie Twin Peaks, donde los hermanos Ben y Jerry Horne comparten en cucharadas una tarrina de helado de marca indeterminada.

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