Empezar una nueva vida, a miles de kilómetros de casa, siempre es una tarea hercúlia. Y más si esta situación se produce a consecuencia del exilio provocado por una invasión bélica, co mo la que están sufriendo los ucranianos por parte de Rusia. Más allá de las ayudas básicas de subsistencia y de apoyo psicológico y emocional, los ciudadanos refugiados en Catalunya se encuentran con otros impedimentos, derivados de las dificultades para insertarse en el mercado laboral. Fruto de esta necesidad, se han unido Igor Lapchinskiy, un abogado ucraniano con una década de residencia en Catalunya, y dos emprendedoras especializadas en el sector de la comunicación y el marketing, Yulia Polyanchich, y Anastasiia Denysenko, para crear una red de colaboración para ayudar el colectivo de recién llegados a emprender un proyecto empresarial o iniciar su carrera como asalariados. Polyanchich marchó de Ucrania con su hija hace unas semanas, mientras que Denysenko hace 15 años que vive aquí.
Los tres han sido los conductores del acontecimiento organizado en el espacio de coworking de Aticco en el barrio barcelonés del Poblenou, donde se han reunido más de un centenar de personas, interesadas y preocupadas por su futuro laboral. Momentos antes del acto, Lapchinskiy admitía que "probablemente cada uno de los asistentes tendría una duda o una cuestión a resolver que les quitaba el sueño o inquietaba". La sesión, en la cual los participantes han podido compartir sus experiencias con compatriotas en su misma situación, refugiados, y con otros, como los impulsores del acto, que ya están establecidos en nuestra casa. "Somos como un punto de enlace y de apoyo para los refugiados emprendedores, puesto que hablamos su idioma, pero a la vez les permitimos la entrada a un mundo completamente nuevo", comentaba Denysenko. El acto se ha centrado en aspectos jurídicos, legales y fiscales como la manera de conseguir el Número de Identidad de Extranjero (NIE), las formas de negocio más adecuadas para crear una compañía, las diferencias entre el régimen de asalariado y el de autónomo o el funcionamiento del sistema tributario y los impuestos que se tienen que pagar.
Denysenko: "Somos un punto de enlace y de apoyo para los refugiados emprendedores"
Sinergias y conexiones
Los impulsores del acontecimiento confían que en que ésta sea la primera de una serie de encuentros con los cuales se constituya una comunidad de emprendedores ucranianos en Barcelona. Lapchinskiy y Denysenko aluden a conceptos como generar networking, sinergias o conexiones entre los refugiados. Lapchinskiy comenta la importancia que "los refugiados luchen para lograr un nuevo estatus laboral gracias a la protección temporal de dos años en los que disfruten por sus circunstancias". El abogado explica que desde el despacho que regenta se han volcado a ofrecer atención en aspectos de defensa jurídica, gestiones administrativas o facilidades con el idioma. "Queremos evitar los casos de intrusismo que nos han llegado por los cuales determinadas personas tratan de aprovecharse de la situación del colectivo".
A pesar de que de momento no se ha establecido una tipología de los refugiados interesados en emprender una aventura empresarial, Denysenko señala que actos como el que han desarrollado tienen que servir para filtrar y el poner foco en las necesidades de cada persona. "Es básico que estos ciudadanos desplazados acontezcan una comunidad formada y unida que, a la vez, se integre en un entorno local como el ecosistema empresarial de Barcelona".
Parte de estos propósitos parece que se han cumplido en el acto celebrado en el espacio de coworking de Aticco, puesto que en la sala, los refugiados, entre caras de alegría por escuchar voces que hablaban el idioma propio y la curiosidad del evento, mostraban una cierta satisfacción a pesar del contexto personal que están atravesando. Tal como aseguraba Lapchinskiy, incluso de un drama como la guerra, pueden salir iniciativas de esperanza. En su caso, desde el 24 de febrero ha iniciado un servicio de atención jurídica gratuito con su firma A&H LAW Partners. "Recibimos una media de entre 400 y 500 consultas a la semana". Sin poder abstraerse, inevitablemente, de lo que está pasando en su país, Lapchinskiy recuerda cómo hace una década, con poco más de 20 años, dejó a una Ucrania asolada por la corrupción, para reencontrarse con su familia en Catalunya. Desde entonces, ha ejercido de abogado y es socio de un bufete con 12 trabajadores. Su objetivo es que las redes sociales ayuden a difundir esta iniciativa, de forma que se pueda replicar en otros lugares del Estado español como Madrid o Valencia.