Una especie de oportunidad perdida

Internet tenía que facilitar la relación directa entre los productores y los clientes, pero de la desintermediación soñada nos hemos quedado con la reintermediación

 En el contexto tecnológico actual ¿hay una intercomunicación rápida entre los diferentes actores del mercado? | iStock
En el contexto tecnológico actual ¿hay una intercomunicación rápida entre los diferentes actores del mercado? | iStock
Barcelona
09 de Abril de 2024

Los tecnólogos internáuticos no han hecho nada más que, siendo como son grandes expertos en las herramientas de última generación, empezar a testar emprendimientos en determinados sectores. Si funciona uno, adelante y si no, a buscar otro hasta encontrar el que efectivamente encaja con la tecnología descubierta. Una vez se produce este hallazgo feliz, solo hay que aprender lo máximo del sector y tirarse en paracaídas sobre él. Los pasos siguientes consisten en desmantelar el ecosistema para crear otro de más moderno.

Internet llegaba a finales del siglo pasado para facilitar la relación directa entre los productores y los clientes. Es decir, su función consiste en promover una intercomunicación rápida de forma que los productores conozcan las demandas y aspiraciones de los clientes y las puedan satisfacer mejor, mientras estos hacen escuchar su voz de igual a igual y se implican abiertamente en los procesos de cocreación. Junto con esta función principal hay que añadir inmediatamente la reducción de costes y el alivio de la cadena de suministro, incrementando la productividad. De hecho, este impulso tecnológico planteaba claramente la desintermediación; aquel que esté en condiciones de ofrecer algo y encuentre respuesta en un cliente, no hace falta que sea esclavo de una jerarquía, de un peaje o de un mediador.

 

"De la desintermediación soñada se ha pasado a la reintermediación pura y dura"

¿Qué ha pasado realmente? Pues que una vez instituido el canal internáutico, las plataformas, los marketplaces, las redes sociales y las aplicaciones han poblado la red para protagonizar nada que ver con procesos de desintermediación si no de reintermediación. Se han instalado en medio para actuar como nuevos demiurgos; lejos de reducir la dependencia del canal, la han aumentado hacia ellos mismos. De la desintermediación soñada se ha pasado a la reintermediación pura y dura. Al avanzarse y crear nuevos modelos de negocio, han cogido a todas las instituciones y gobiernos desprevenidos, con lo que han hecho y deshecho lo que han querido en los primeros veinte años de vida. Han repatriado las ganancias, han reducido drásticamente los impuestos pagando muy por debajo de los que abonan los que están en la plaza, se han pasado por el forro las normas de calidad, laborales, etc. Nadie les ha parado los pies hasta hace muy poco y aún lo tenemos que acabar de ver.

Adicionalmente, y probablemente esto es lo peor, han destruido muchos sectores que difícilmente levantarán cabeza. Imaginemos por un momento que un grupo de comerciantes o de taxistas o de fabricantes de calzado, por poner tres ejemplos de sectores, una vez conocidas las nuevas tecnologías internáuticas tomaron inmediatamente la iniciativa de ponerlas en circulación con los clientes usando la red para ampliar sus negocios. Entonces sí que verdaderamente se habrían producido procesos de des intermediación efectivos, y no de reintermediación, ampliando la relación física a la virtual, incorporando facetas inéditas al intercambio y abaratando los costes y, por lo tanto, los precios finales. Entre la reducción de los costes que se habrían producido hay que anotar la más destacada: los comerciantes, los taxistas y los fabricantes de calzado no habrían perdido ni un minuto en conocer el sector por el hecho que ellos son especialistas en el suyo, mientras que en la realidad los tecnólogos internáuticos han tenido que invertir horas y horas y recursos a destajo para aprender de cada sector donde experimentaban antes de encontrar el que encajaba con sus herramientas.

Es verdad que en esta revolución tecnológica, como las anteriores industriales, e incluso mucho más atrás cuando se inicia la edad del hierro, los innovadores se avenzan a aplicar las nuevas técnicas, las popularizan y se enriquecen a costa de una parte del tejido empresarial, el cual con todas las vicisitudes acaba reavivando. Lo que pasa ahora es que la dimensión de la revolución digital ha desnudado a demasiados sectores y ha dado el poder a los nuevos grupos privilegiados por haberse avanzado.

 

"La pequeña y mediana empresa de este país no ha podido aprovecharse de los recursos disponibles para afrontar el nuevo escenario que las grandes tecnológicas han creado"

Cuando la flaira de los Next Generation empieza a desvanecerse, se desvela nuevamente la evidencia que gran parte de la pequeña y mediana empresa de este país no ha podido aprovecharse de los recursos disponibles para afrontar el nuevo escenario que las grandes tecnológicas han creado campando en estos veinte años de vida: una especie de oportunidad perdida.