
A medio acabar y con incomodidades, pero parece que durante el próximo mes de julio se hará una prueba con unos cuantos voluntarios que entrarán en el nuevo Camp Nou para comprobar qué pasa en la instalación cuando el público accede a ella. Será una prueba piloto para estudiar el flujo de entrada y salida de espectadores, antes de disputarse un primer partido oficial: el Gamper 2025, los días 9 o 10 de agosto. Así lo anunció recientemente el presidente Laporta, "si todo va bien". Parece que, poco a poco, vamos llegando al principio del final de esta obra. Un proyecto del que hace años que se hablaba, pero que nunca acababa de arrancar. Es un buen momento para mirar atrás y analizar cómo se ha gestionado el caso desde el momento que entró en la fase definitiva.
El 9 de marzo de 2016, el FC Barcelona, presidido entonces por Josep Maria Bartomeu, daba a conocer que un jurado formado por cinco miembros del Club (el propio Josep Maria Bartomeu, Susana Monje, Jordi Moix, Emili Rousaud y el arquitecto Juan Pablo Mitjans), tres miembros del Colegio de Arquitectos (el decano Lluís Comeron, y los arquitectos Arcadi Pla y Joan Forgasi) y un miembro del Ayuntamiento de Barcelona (Aurora López, gerente adjunta de Urbanismo), habían escogido por unanimidad la propuesta del equipo Nikken Sekkei + Pascual y Ausió Arquitectes como ganadora del concurso arquitectónico del nuevo Camp Nou. Al concurso internacional se habían presentado 26 proyectos. El ganador fue escogido por presentar una propuesta "abierta, elegante, serena, intemporal, mediterránea y democrática. Descompone y trata con ingenio la gran altura y amplitud fruto de la necesaria ampliación de la instalación. Destaca por su relación con el entorno, dando profundidad, generando sombras y haciendo que los socios sean los protagonistas de la fachada y participen del espacio libre en todo momento. La propuesta presenta una sutil y muy estudiada intervención en el entorno para facilitar la circulación y conseguir diversidad de usos urbanos en el Campus Barça, y garantiza una construcción clara y segura".
El proyecto ya estaba elegido y gustaba a todo el mundo que lo descubría. Ahora había que encontrar la financiación de la construcción. Bartomeu dimitió el 27 de octubre de 2020, en plena pandemia, declarada el 14 de marzo de ese año, sin haber avanzado mucho en el proyecto. En más de cuatro años, Bartomeu y su Junta habían decidido cambiar misteriosamente a Pascual y Ausió como socios de Nikken Sekkei, y habían colocado al arquitecto barcelonés Fermí Vázquez, del despacho b720, para sustituirlos. El directivo del FC Barcelona, Jordi Moix, comisionado de la Junta para el Espai Barça, había trabajado con las diferentes constructoras del Ibex para redactar las bases del concurso que adjudicaría las obras a alguna de ellas. En ningún lugar estaba explicitado que sería así, pero todo el mundo lo daba por entendido. ACS, de la que es un accionista principal el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, quedaría voluntariamente al margen del concurso por razones obvias, pero, obviamente también, estaba al corriente de todo.
FCC, constructora de la remodelación del Bernabéu y del Wanda Metropolitano, y una UTE formada por Acciona y Ferrovial daban por descontado que una de las dos opciones sería la ganadora.
Matrimonio de conveniencia
Cuando Joan Laporta decide presentarse a las elecciones a la presidencia del FC Barcelona el 7 de marzo de 2021, organiza un matrimonio de conveniencia con las empresas constructoras del Ibex. Incorpora a su candidatura al constructor Jordi Llauradó Conejero, hijo del mítico Jaume Llauradó, fundador del Forum Samitier y directivo de la Junta de Joan Gaspart, como garantía de que "todo irá bien". A cambio, estas constructoras mirarían con buenos ojos la candidatura de Laporta, con todo lo que ello supone. Miel sobre hojuelas.
En cuanto Laporta gana las elecciones, nombra a Llauradó como máximo responsable del Espai Barça. Todo en orden. Laporta apenas ha tenido tiempo de atender este frente, de tantos como tiene abiertos. Pero cuando se pone ya no frena y aprieta el gas a fondo.
El 17 de marzo de 2022, el Barça juega en Turquía, contra el Galatasaray, el partido de vuelta de los octavos de final de la Europa League. En la ida habían empatado a cero goles, pero en la vuelta el Barça gana por 1-2 (Pedri y Aubameyang) y se clasifica para los cuartos de final de la competición. Iñaki Peña, cedido por el Barça hasta finales de aquella temporada, es el portero de los turcos en aquel partido.
Aparte de la victoria deportiva, Laporta se adueña en Turquía de un trofeo aún más valioso: con el empresario Nihat Özdemir acuerdan que su empresa construirá el nuevo Camp Nou
Aparte de la victoria deportiva, Laporta se adueña en Turquía de un trofeo aún más valioso: con el empresario Nihat Özdemir, muy cercano al presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, acuerdan que su empresa construirá el nuevo Camp Nou. La empresa de Özdemir se llama Limak, un gigante del sector en Europa que va del cemento a la energía, pasando por la construcción, los hoteles y las infraestructuras, y que como grupo factura más de 4.000 millones de euros anuales. A pesar de sus grandes cifras, Limak nunca había operado en España, sino básicamente en Turquía, Rusia y en las antiguas repúblicas de la URSS y también en Oriente Medio. El acuerdo es firme, pero incluye un pacto de silencio y de discreción.
A las empresas constructoras españolas les empieza a subir la mosca a la nariz cuando el día 1 de septiembre de 2022, Laporta les comunica fríamente que hace desaparecer las dos condiciones existentes en el pliego de condiciones del concurso que no solo impedirían que Limak lo ganara sino que ni siquiera se podría presentar. Pero solo les notifica el cambio, nada más. Desaparece la obligación de que acrediten haber construido un estadio de más de 40.000 espectadores durante los últimos 10 años y tampoco es necesario que presenten dos referencias de edificios construidos en España cuyo PEM (presupuesto en ejecución material) haya sido superior a 150 millones de euros durante los últimos 10 años. Limak nunca había construido un edificio en España. Y el último estadio que construyó, en Turquía, fue el Mersin Arena de Ankara, ejecutado en 2013 con capacidad para 25.000 espectadores. Muy lejos de las 40.000 plazas exigidas.
La gran decisión
El golpe definitivo llegó cuando la junta directiva del FC Barcelona, el 9 de enero de 2023, decidió adjudicar la construcción del nuevo Camp Nou a Limak. Las constructoras españolas se quedan a cuadros. Primero no se lo creen, luego mueven hilos para que incluso la diplomacia europea pida explicaciones a la española por conceder a una empresa de fuera de la Unión una obra tan emblemática y de tanto dinero. El primer presupuesto era de 950 millones de euros. Ahora ya se sabe que no bajará de los 1.500.
El primer presupuesto de Limak para las obras del Camp Nou era de 950 millones de euros. Ahora ya se sabe que no bajará de los 1.500
Jordi Llauradó no participa en la sesión de la junta que toma la decisión y dimite inmediatamente de su cargo de responsable del Espai Barça. El día 1 de junio de 2023, se convierte en el primer directivo que dimite en la segunda etapa de Joan Laporta como presidente del FC Barcelona.
Maria Elena Fort y el propio Laporta argumentan que Limak da las garantías para cumplir los plazos establecidos y que si no los cumplía sería penalizada con un millón de euros por cada día de retraso. Pero como el proyecto que ganó el concurso arquitectónico en el año 2016 se modifica sustancialmente, las penalizaciones no se aplican nunca y está claro que los plazos iniciales nunca se han cumplido ("por el 125 aniversario ya volveremos a estar en el Camp Nou", aseguraban).
Está claro que la potencia del gobierno turco ampara a Laporta ante la mayoría de las revanchas que se pudieran perpetrar. La decisión ya estaba tomada y no había marcha atrás, y más, cuando a finales de ese año los socios del FC Barcelona dieron luz verde para que la junta del Club se endeudara hasta 1.500 millones de euros para construir el espacio Barça, con un crédito de Goldman Sachs.
Qué casualidad
Los que no creen en las casualidades vinculan la concesión de Limak a la aparición del caso Negreira. El escándalo estalla el día 15 de febrero de 2023, poco más de un mes después de la adjudicación. Varias fuentes fiables consultadas sobre el caso, pero que exigen el anonimato, aseguran que el que tenía toda la información del caso Negreira calculó que si se hacía pública, el escándalo sería tan grande que crearía una presión insoportable que haría dimitir a Laporta y que todo volvería a empezar. Es evidente que calculó mal, que tenemos el nuevo estadio a punto de acabar y a Laporta listo para inaugurarlo.
Pero como una cosa no quita la otra, quizás se hace imprescindible que alguien conteste con claridad algunas preguntas: elegir Limak solo fue para huir del control y de la información que podrían obtener del Club, tanto Florentino como el gobierno español, ¿o ha habido más razones muy poderosas para tomar la decisión? ¿Dónde han ido a parar el dinero que el Barça ha pagado, como está demostrado, por el caso Negreira? ¿Cómo es que los expresidentes del Barça, que cuesta tanto reunirlos a todos para celebrar algunos actos institucionales del Club, fueron tan rápidos en organizar una reunión-cena cuando estalló el caso Negreira? Si los socios son los propietarios del Club, tienen derecho a saberlo con claridad. No son las preguntas las que ofenden, son algunas respuestas.
Nos reencontramos el 14 de junio si ustedes lo quieren.