La sociedad de la distracción

El cambio de actividades recurrentes en multitarea comporta una media de 23 minutos hasta que volvemos a estar centrados en la actividad inicial

El cambio de actividades en multitarea comporta una media de 23 minutos hasta que volvemos a estar centrados en la actividad inicial | iStock El cambio de actividades en multitarea comporta una media de 23 minutos hasta que volvemos a estar centrados en la actividad inicial | iStock

En la actualidad se apunta que el petróleo del siglo XXI son los datos. Discutir esta tesis sería complejo atendiendo su veracidad. Al mismo tiempo: ¿Y si fuera incompleta? ¿Y si el petróleo de la década del 2020 fuese nuestra atención?

Hace más de 75 años Viktor Frankl apuntaba la necesidad de encontrar el sentido de tu vida, en su icónica obra El Hombre en busca de sentido. Este sentido, propósito, el porqué es la palanca vital que hace que las organizaciones y las personas pueda superar la adversidad. Como bien apuntaba Frankl: el esfuerzo es imprescindible, el sufrimiento es opcional.

Podría ser que en este paradigma de la sociedad de la distracción redoble la necesidad de enfocar nuestros esfuerzos a aquello que aporta valor, aquello profundo y substancial para nosotros y nuestras organizaciones. O, dicho de otra forma, tenemos más superficialidad de la necesaria. ¿Cuántas veces en el último mes al final de tu jornada laboral has tenido la sensación de no haber cerrado casi nada y haber divagado en actividades superficiales? Posiblemente, muchas más de las deseadas por ti.

Un estudio del Instituto Británico de Psiquiatría acreditó que los profesionales con notificaciones activas perdían hasta el 10% de coeficiente intelectual

¿Cuándo perdimos nuestra capacidad de focalizarnos? El impacto de las plataformas tecnológicas nos encontró, como especie, con hábitos de principios del siglo XX. Esta situación en un contexto de exigencia máxima, aceleración del cambio e incidentes críticos globales cada vez más periódicos, condicionan que no determinan, nuestra capacidad de atención. A vueltas de esto, se manifiesta la necesidad de gobernar nuevas dinámicas de management en la pospandemia: trabajo híbrido, virus de reunionitis y la colonización de los datos en la nube, entre otras. Este contexto exige al personal directivo reconquistar nuestro foco en aras a poder dar respuesta a las exigencias de la sociedad en tiempo y forma.

La evidencia científica nos provee de elementos para poder ser conscientes de la necesidad de reconquistar nuestro foco. En el año 2011 un estudio del Instituto Británico de Psiquiatría acreditó que los profesionales con notificaciones activas perdían (coyunturalmente) hasta el 10% de coeficiente intelectual mientras cambiaban constantemente de una actividad a otra. Se ha podido evidenciar que el cambio de actividades recurrentes en multitarea conlleva una media de 23 minutos hasta que volvemos a estar Flow con la actividad inicial. ¿Cuántas veces al día cambiamos de una actividad a otra? ¿Cuántas veces? ¿23 minutos x número de veces?

El cambio de actividades recurrentes en multitarea comporta una media de 23 minutos hasta que volvemos a estar centrados en la actividad inicial

Diferentes investigaciones han acreditado que el tiempo medio entre la entrada de un correo nuevo a su lectura es de 6 segundos en el 70% de los casos. Estas y otras evidencias análogas acreditan lo siguiente: somos adictos a las notificaciones y requerimos “glucosa barata” para nuestra actividad diaria. Esta escenografía nos dibuja un contexto de 8 fuerzas divergentes que se incrusta en el management actual. Estas fuerzas claves son:

  1. Medir lo que importa vs. Intentar medirlo todo
  2. Trabajo profundo vs. Trabajo superficial
  3. Monotarea vs. Multitarea
  4. Gestión Agile vs. Planificación en cascada
  5. Trabajo individual vs. Trabajo en grupo
  6. Trabajo asíncrono vs. Trabajo síncrono 
  7. Atención vs. Dispersión
  8. Locus de control interno vs. Locus de control externo

Estas 8 fuerzas divergentes nos sitúan el siguiente escenario. Cuando más próximos estemos a la primera fuerza del binomio más lejos estaremos del lado oscuro de la dispersión. 

La paradoja de las organizaciones complejas nos tienta a situar axiomas del tipo: si los cambios fueran sistémicos, y desde arriba, ¡entonces sí podría funcionar! Trabajar en una gran organización conlleva una complejidad y cambios más lentos de lo deseable. Al mismo tiempo, conlleva más y mejores recursos, conocimiento acumulado, reputación, etc. Nunca podemos tener todo al mismo tiempo. Nunca. Por ello, la complejidad conlleva elementos positivos y negativos, hay que aceptar el pack.

La complejidad comporta elementos positivos y negativos, hay que aceptar el pack

En aras a aterrizar aún más la pelota aceptando el contexto desde donde gobernamos nuestras organizaciones, cabe poner el foco en nuestro metro cuadrado, en el locus de control interno: ¿qué puedo hacer yo? ¿Dónde puedo incidir? ¿Qué depende de mí? Por ello, vamos a desnudar brevemente las palancas de las 8 fuerzas divergentes:

  1. Medir lo que importa: entre todos los frentes que tenemos delante nuestro debemos ser autoexigentes y elegir qué batallas lidiar en cada ciclo. Focalizarte en lo importa es una de las claves de éxito. Aquí podemos encontrar una solución en la gestión por OKR (objetivos y resultados claves).
  2. Trabajo profundo: seleccionando aquello que importa dispondremos de aquellas iniciativas o actividades donde necesitamos profundizar. Empiezo y acabo, gestionar los impedimentos proactivamente. Clarifico y profundizo en lo que aporta valor (perspectiva de Pareto).
  3. Monotarea: sólo podemos procesar un elemento a la vez en nuestro cerebro, por ello cultivar la monotarea en los bloques de atención que hemos estimado ayudará a redoblar nuestro foco en resultados, reducir la procrastinación y bajar estresores.
  4. Gestión Agile: integrar marcos de trabajo ágil en ciclo corto y con iteración constante con las personas usuarias. Pruebas corroborativas y testing periódico para gestionar desde la evidencia. ¿Podemos continuar planificando en cascada, a fuego, en un entorno tan dinámico?
  5. Trabajo individual: el trabajo en equipo es de las dimensiones más complejas de las organizaciones. ¡Trabajar en equipo, no en grupo! En un contexto de trabajo híbrido, de especialización y alta exigencia debemos cultivar la autonomía e iniciativa profesional priorizando en las primeras etapas el trabajo individual de expertos en aras a poder compartir, contrastar, revisar en pares, revisar por el mánager en etapas posteriores. La primera cata se ha de generar por parte del profesional de forma autónoma.
  6. Trabajo asíncrono: tenemos tecnologías para cultivar el tesoro de la asincronía. Poder revisar información, documentos, corregir en un entorno de 24/7 acomodando los espacios a los ritmos circadianos de los profesionales y su conciliación. El exceso de exigencia de sincronización de los equipos posterga de forma recurrente la fecha de finalización de los proyectos.
  7. Atención: decidir a qué dedico mi atención hoy, que compromiso tengo conmigo mismo es esencial para poder llegar a donde queremos. Herramientas de planificación diaria como TOBU matrix será un gran aliado.
  8. Locus de control interno: apalancarnos en nuestras fuerzas, en nuestra intencionalidad, en aquello que depende de nosotros. Ante esto, podemos gestionar proactivamente los impedimentos que tiene nuestra organización y equipo haciendo un seguimiento semanal de estos.

Finalmente, en un contexto de alta volatilidad debemos decidir que batallas priorizar y focalizarnos a ganancias marginales de 1% en cada una de ellas en aras a poder ganar cambios substanciales a futuro. En palabras de Cal Newport: “La claridad sobre lo que no importa aporta foco en lo que importa”.

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