El toque práctico y el arte pobre marcan el sector del lujo

Las pasarelas expresan estos días un cambio de actitud de la población ante el contexto económico y social

 Paris Fashion Week 2022 | Europa Press Paris Fashion Week 2022 | Europa Press

Seguir de cerca los primeros salones de la moda de este año tanto a escala nacional como internacional produce el placer de constatar que este sector es el que más rápidamente capta las tendencias profundas de la sociedad y las incorpora. Más allá de las corbatas retro, las transparencias, las perlas, los flecos, los satinados, las influencias rústicas junto a las urbanas..., las pasarelas expresan estos días un cambio de actitud de la población ante el entorno económico y social. Persiste la calidad, pero no es llamativa; incorpora cada vez más elementos del arte pobre y profundiza en la estética de la ropa desgastada; es más Normcore, un tipo de anti-estilo; recupera objetos y materiales en su estado natural o incorpora desechos; se adapta rápidamente a los dispositivos digitales aplicando experiencia de compra a la tienda presencial y a las plataformas y redes; e introduce en su fabricación y distribución, procesos de economía circular, porque los clientes así lo exigen. Todo esto, sin reducir los precios de sus productos, más bien al contrario, siempre protegiendo los márgenes.

En la Semana de la Moda de París, de Milan, en el Momad de Madrid o en la Estambul Fashion Connection, que se acaban de celebrar, igual que se apunta en el 080 de mayo en Barcelona, se ha confirmado que el lujo no se toca, se reconvierte. Y lo hace rápidamente. El hecho es que este sector se resiente menos que otros en los periodos recesivos o inflacionistas y reaviva antes. Cayó un 26% durante la pandemia. El 2021, ya levantaba cabeza con un incremento de la facturación de más del 15%, según EAE Business School. Y en el 2022, la salida de la crisis dibujó la forma de V. La cadena de valor está perfectamente equipada para afrontar las turbulencias económicas; el factor clave de éxito es que se avanzan a la mentalidad de los consumidores. Por ejemplo, el 65% de los consumidores tienen en cuenta a la hora de decidir sus compras el compromiso de las empresas con el desarrollo sostenible, según un estudio del Comité Colbert -de las empresas de lujo francesas- y BCG (The Luxury Industry: Accelerating and Advancing Corporate, 2022). Pues bien, hace tiempo que el sector del lujo concibe el desarrollo sostenible alcanzando las materias primeras y la producción, la circularidad a lo largo de la cadena de suministro del ciclo de vida del producto, la relación con el cliente, y la responsabilidad colectiva de las empresas. Quien no sigue este criterio no triunfa.

El lujo no se toca, se reconvierte

Democratización

Si creemos las estimaciones del Credit Suisse, en Occidente habría unos 400.000 multimillonarios. Si añadimos los 30 millones de europeos y norteamericanos que se pueden considerar ricos -disponer de un patrimonio neto de dos millones de euros, según la Encuesta de Riqueza Moderna 2021 de Schwab-, se trata de un mercado fiel y suculento. Ni millonarios ni multimillonarios dejaron de comprar productos caros durante la pandemia.

Ahora bien, los principales consumidores de lujo ya no se encuentran en esta área geográfica del mundo. El mercado se ha globalizado. El estudio del Comité Colbert y BCG indica que dos tercios del crecimiento de los artículos de lujo de aquí al 2025 tendrán lugar fuera de Europa y los Estados Unidos: en China, sobre todo, pero también en Corea, Japón, Turquía, Brasil, Emiratos Árabes... A estos mercados hay que añadir el resto de países del mundo, sobre todo los más pobres, donde las élites hacen un gasto medio parecido o superior. Se ensancha pues este grupo selecto de compradores ricos, al que se tiene que incorporar otro colectivo mucho más amplio, el del grupo de los compradores que se acercan selectivamente a sus tiendas a propósito de un acontecimiento, una celebración, un encuentro, un regalo... Hablamos de miles de millones de personas involucradas de una forma u otra con los productos de lujo. Puede ser que estos últimos adquieren un pocas veces en la vida, pero estas compras esporádicas significan la culminación de la democratización definitiva del sector.

Esta es la razón fundamental por la cual la industria del lujo aumenta el ensanchamiento de la base de consumidores. En efecto, entre el 2016 y el 2021, el principal grupo, LVHM, ha triplicado su facturación; este liderazgo ha reconfigurado la industria por todas partes del mundo, marcando el camino al resto. Por su parte, el sector global lo ha duplicado (Global Powers of Luxury Goods, Deloitte, 2022). De aquí al 2025, Bain & Company considera que el sector habrá triplicado su facturación, hasta alcanzar los 400.000 millones de euros.

LVHM ha triplicado su facturación, reconfigurando la industria por todas partes del mundo y marcando el camino al resto

No todo el sector del lujo es rectilíneo. Las experiencias, incluyendo los viajes y de marca personal, van por debajo del resto, pero el mueble de diseño, la alta gastronomía, las bellas artes, los coches, los yates, o la moda de ropa y complementos de alta gama, de la que estamos hablando, superan los niveles prepandémicos.

Dos añadidos finales. Uno, el sector de la moda es un arte que todavía tira fuertemente del consumo y abastece de elementos estratégicos y operativos que después serán muy reciclados por la construcción de las marcas de otras industrias; y dos, las ferias del sector están abriendo este primer trimestre de este año a un nivel parecido al de 2019, avanzándose a la expectativa del resto de sectores.

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