
En esta época de vacaciones inminentes, mucha gente escoge ir a los Estados Unidos. Aun así, por primera vez desde la pandemia, ha bajado la demanda y las aerolíneas se han visto obligadas a bajar los precios un 15%. El país, que funciona a golpe de decreto y según el humor de su presidente, ya no está de moda. Los Estados Unidos, músculo económico, primera potencia mundial, y que durante décadas ha sido un espejo en la investigación y la innovación, ya no parece quererlo ser, con recortes de miles de millones de dólares dedicados a instituciones dedicadas a este campo. Ahora, Europa, China, Corea o Canadá quieren aprovechar el momento.
Por eso, está claro, se necesita dinero. La Comisión Europea recientemente lanzó su plan “Escoge Europa”, dotado de forma inicial con 500 millones de euros para los próximos dos años y atraer talento proveniente de Estados Unidos. En una conferencia en la prestigiosa Universidad de la Sorbona, en París, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, invitó a todos los investigadores de Estados Unidos a que se instalen en los países de la Unión Europea: con incentivos económicos, contratos largos, menos burocracia y asegurar que la libertad para poder investigar siempre estará blindada. “Europa tiene todo lo necesario para que la ciencia prospere: un ambiente estable, infraestructuras, tenemos el compromiso de una ciencia abierta y colaborativa; una economía social que permite buenas escuelas, educación y atención médica para todo el mundo”, defendió Von der Leyen en su anuncio.
Este nuevo plan de Bruselas se integrará parte del principal programa de investigación de la Unión Europea, Horizonte Europa, con un presupuesto total de 93.000 millones de euros. Europa quiere sacar pecho de sus méritos, quizás aún no puede competir con dinero, pero sí en modelo de vida, y también por ser el lugar de origen de la tecnología ARN mensajero (que posibilitó, entre otros, las vacunas de la covid-19), de donde se impulsó el experimento para captar una fotografía de un agujero negro y también por contar con el Consejo Europeo de Investigación, un organismo impulsado por la Comisión Europea, pero que se dirige y funciona exclusivamente por científicos.
Aun así, la Unión Europea tendrá que hacer mucho más e incrementar significativamente su inversión en innovación si quiere realmente competir con otros países interesados, como Corea, China y Japón, que según datos de la OCDE, están muy por encima de la Unión Europea. El objetivo de la Comisión Europea es llegar al 3% del PIB en 2030 (ahora se encuentra un poco por encima del 2%); Corea del Sur, por ejemplo, supera el 5%.
La Generalitat anunció recientemente un plan, llamado Catalunya Talent Bridge, con un presupuesto de 30 millones de euros destinados a este fin
Ahora es el momento de apostar por la investigación, también en Catalunya creen que ahora lo es, y ya se ha empezado a animar a investigadores que quieran dejar Estados Unidos y se hayan visto perjudicados por las políticas de Trump. La Generalitat anunció recientemente un plan, llamado Catalunya Talent Bridge, con un presupuesto de 30 millones de euros destinados a este fin.
Von der Leyen, por su parte, lamentó a principios de junio en un discurso en el Parlamento Europeo que “cuando los programas científicos exitosos sufren recortes en algún lugar del mundo, afecta a todo el mundo”, y prometió que el nuevo presupuesto europeo que debe proponer pronto el Ejecutivo mantendrá el dinero necesario para seguir haciendo competitivos el mundo.
Trump se está cargando la base de décadas de investigación puntera, no sólo con los recortes, también con la presión a prestigiosas universidades como Harvard, por sus planes sobre diversidad. Se han suspendido más de 200 subvenciones, recortado investigaciones del virus del VIH y también programas de financiación centrados en la covid-19 y sus consecuencias. Según la revista Nature, tres de cada cuatro investigadores estudian marcharse del país, y ha habido un incremento de más del 30% de solicitudes de trabajo fuera de Estados Unidos.
Estados Unidos puede perder grandes investigadores que quizás decidirán marcharse a Canadá o a la Unión Europea, con la esperanza de que todo el trabajo no quede entre laboratorios cerrados por una sierra eléctrica que decide hacia dónde debe ir el gasto público, tan importante para invertir en el presente y futuro de la humanidad.
La Unión Europea siempre ha tenido como una asignatura pendiente el aumento de la inversión en investigación e innovación. Podría ser esta la oportunidad que los veintisiete siempre han estado esperando.