¡Viva Zapata!

La economía es una ciencia mitad de números y mitad de gestión política; disociarla la una de la otra penaliza a las personas y a las empresas y distorsiona la economía de los países

Marlon Brando como Emiliano Zapata en la película de 1952 dirigida por Elia Kazan | YouTube Marlon Brando como Emiliano Zapata en la película de 1952 dirigida por Elia Kazan | YouTube

Da la impresión estos días que cada cual campa como puede, sin un horizonte claro. Unos suben los precios porque le han incrementado de verdad los costes de algunos de los factores productivos o de todos. Otros, porque sin que se los aumenten, si todo el mundo lo hace, yo también. Unos terceros aprovechan la ocasión, sin ninguna razón, para aprovecharse de la situación. En países como el nuestro donde hay cadenas de suministro con tantos actores, sin ser el que mayor inflación genera entre los países europeos, asistimos a la ceremonia de la confusión en cuanto a los precios.

Ahora hace tres años, celebramos, y sobre todo en Latinoamérica, el centenario de la muerte del héroe mexicano, Emiliano Zapata. Ayudó en su país a hacer la revolución, tardía, de los campesinos contra el antiguo régimen de los terratenientes, a comienzos del siglo XX. Una película, escrita por John Steinbeck, en la cual el protagonista, Marlon Brando, idealiza el enfrentamiento popular con el presidente Porfirio Díaz, lanzó al estrellato icónico a este mito de las revueltas populares. Con muchos claros y oscuros, encarna la epopeya del cambio de régimen; en el recorrido cabe el poder, todo se vale, todo ayuda, todo se perdona. El resultado es un ¡Viva Zapata! donde las improvisaciones, las gracietas de Emiliano, los amores en cada rincón del sur alimentan y agrandan su figura. No han objetivos claros, pero llenan una vida y acaban cambiando los cimientos de un estado.

El gobierno español a través de políticas social-demócratas clásicas, testadas históricamente en los tiempos de crisis -todos somos hijos de Keynes - demuestra tener la única hoja de ruta viable en estos momentos. Intenta una política de rentas, es decir, el control de los precios y salarios, de forma que los costes de la invasión rusa en Ucrania, principal causante de la inflación, no penalicen a los más débiles y favorezcan a los más fuertes. La proximidad de las elecciones generales impide presentar otras medidas, que pudieran, cuanto menos, representar una alternativa realizable por parte de la oposición. Cuando la inflación señala los dos dígitos, gobierno y oposición tendrían que consensuar unas grandes líneas que dieran una visión a corto y a medio a la ciudadanía y a la empresariado. A los primeros, para tranquilizarles ante las brusquedades de los aumentos de los precios. Y a los segundos, muchos de ellos desvalidos en estas condiciones, para plantearles indicaciones claras que iluminen las conductas empresariales a corto plazo. Mejor o peor, vemos actuaciones de este tipo en Francia, Inglaterra, Alemania, Austria o Portugal. No estamos diciendo que en estos países las oposiciones políticas no aprovechen la circunstancia para hacer una trifulca en los gobiernos, pero que en las condiciones políticas difíciles de cada país, hay sentido de estado. La economía es una ciencia mitad de números y mitad de gestión política; disociarla la una de la otra penaliza a las personas y a las empresas y distorsiona la economía de los países.

Antídoto del descontrol de los precios

Decíamos hace unos días que no asistimos a ningún episodio de recesión o de estanflación, ni hay indicios de que pueda acontecer a medio plazo. Recordábamos dos factores claves que lo evitarán. El primero, la liquidez que ofrece el turismo, y más aún estos meses de verano. El segundo, los fondos Next Generation. Aunque muchas empresas turísticas no están interpretando adecuadamente los cambios que los clientes reclaman, este sector, y el resto que lo rodean, disfrutarán durante unos cuantos meses de la venia que le otorga el alud de visitantes que venden. En cuanto a los Next Generation, podría darse el caso que alimentaran los negocios actuales a lo largo de un par o tres de años, y, en cambio, no fueran capaces de repercutir fuertemente a largo plazo; esta situación haría perder la gran oportunidad del futuro, que es la razón de ser de estos fondos comunitarios.

La forma de gestión de estos recursos extraordinarios tendría que hacer prevalecer esta segunda visión, para que las empresas adquirieran la habilidad de cambiar sus modelos de negocio adaptándolos a las nuevas herramientas y estrategias digitales, que les permitieran incrementar las dimensiones del negocio y los resultados. Para transformar los negocios, se requieren recursos que los Next Generation ayudan a cubrir; es el "valle de muerte" a través del cual tiene que atravesar toda empresa que quiera prosperar dentro del cambio de era. Quizás no ayudarían a corto plazo a destruir la inflación, que para eso hay otros mecanismos, pero sí que facilitaría unas cadenas de suministro más reducidas, que a la larga serían el antídoto del descontrol de los precios.

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