El imperio del Aga Khan

Los rankings más o menos oficiales le atribuyen una fortuna de más de 13.000 millones de dólares

Imagen de Karim Al Hussein | Aga Khan Foundation Imagen de Karim Al Hussein | Aga Khan Foundation

Hablar del Aga Khan puede traer recuerdos de otros tiempos a según qué generaciones, cuando quien llevaba este título era un personaje habitual de los medios de comunicación, especialmente de aquel segmento conocido como prensa rosa. Para situarnos, Aga Khan es un título de carácter religioso, del ámbito islámico, que lucen los imanes nizaritas. A su vez, los nizaritas son los miembros de una corriente del chiismo que siguen Nizar ibn al-Mustansir, un príncipe del siglo XI. Pues bien, casi mil años después de la muerte de líder, el título de Aga Khan fue a parar a manos de Karim Al Hussein (1936), imam número 49 e IV Aga Khan (esto último instaurado en 1817), que desde muy joven se convirtió en protagonista de las aventuras de la realeza europea.

En estos cerca de noventa años de vida, el Aga Khan se ha dedicado a acumular y gestionar un abundante patrimonio, al que conviene dar un vistazo. De entrada, los rankings más o menos oficiales le atribuyen una fortuna de más de 13.000 millones de dólares, lo que lo sitúa en el grupo de las familias reales más ricas del mundo (justo, es decir que las estimaciones de su patrimonio son exageradamente dispares y van desde los 800 millones hasta la cifra que hemos indicado). Su riqueza se alimenta de las donaciones que realizan los quince millones de ismaelitas que hay repartidos por el mundo, que acostumbran a contribuir con el 10 o el 12% de sus ingresos anuales. Es lo que tiene ser el representante de Dios en la Tierra y descendente directo del profeta Mahoma (sí, los nizaritas que hemos presentado antes son iismaelitas también, un poco complicado todo).

Su riqueza se alimenta de las donaciones que realizan los quince millones de iismaelitas que hay repartidos por el mundo

El elemento central del imperio de Karim Al Hussein es el Aga Khan Fund for Economic Development (AKFED), que crea, gestiona e invierte en empresas de países en vías de desarrollo. La lista de compañías que componen la cartera es larguísima (unas 150) e incluye inversiones en países cómo Afganistán, Burkina Faso, Costa de Marfil, India, Kenia, Kirguistán, Madagascar, Ruanda o Tanzania, hasta un total de dieciocho. Los sectores en que invierte son muy diversos, desde redes de telefonía móvil a algodón, pasando por energía o azúcar. Todo esto dentro de una estructura que tiene seis áreas principales: servicios financieros, agricultura, infraestructuras, turismo, medios de comunicación y aviación. Es difícil conocer datos con precisión sobre esta ingente cartera (la sede es en Suiza, con el secretismo que esto implica), pero si tenemos que creer la información que ellos mismos facilitan, la facturación agregada llega hasta los 4.000 millones de dólares. Los principios inversores siempre hacen referencia al largo plazo y al apoyo en zonas que necesitan desarrollarse.

La vida de quien posee el título de Aga Khan desde el 1957 va mucho más allá de los negocios que gestiona

Pero el AKFED solo es una de las muchas agencias que controla el Aga Khan, que también tiene servicios educativos, microfinanzas, centros de salud y así hasta un total de diez agencias que intentan hacer más fácil la vida de millones de personas. La diferencia entre la AKFED y el resto de entidades es que estas no tienen afán de lucro, a diferencia de la primera.

Pero la vida de quien posee el título de Aga Khan desde el 1957 va mucho más allá de los negocios que gestiona, porque a quienes algunos medios han etiquetado como el hombre con más contactos del mundo se ha dedicado a disfrutar con intensidad de su posición social. Castillos, yates, un ejército de caballos de competición y su presencia en todos los acontecimientos de la realeza europea son el paisaje habitual de su vida. Eso sí, según se explica, durante la ceremonia de entronización renunció a repetir la tradición arraigada hasta entonces, consistente a ser pesado en una báscula y recibir el importe del peso en oro y diamantes fornido por sus seguidores. Todo un detalle, esta renuncia. Las relaciones sentimentales también son un rasgo característico de la familia, porque su abuelo se casó cuatro veces, su padre un par -uno de ellos con la actriz Rita Hayworth- y él mismo ya lleva dos matrimonios, el primero con la modelo británica Sarah Frances Croker-Poole y el segundo con Gabriele Renate Homey, una alemana miembro de la familia Thyssen. Entremedias de las dos hubo una relación muy seria con Sílvia Casablancas Ubach, una chica de Sabadell (a pesar de que circunstancialmente nació en Buenos Aires) procedente de una familia del textil muy adinerada. La historia no acabó con matrimonio por la negativa de Casablancas a continuar con la relación.

Cerca de los noventa años, es previsible que Karim Al Hussein deje pronto a su hijo al frente de esta monarquía sin territorio, el que será el Aga Khan V.

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