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Apagones: ¿improvisación o responsabilidad empresarial?

La capacidad de responder y recuperarse de este tipo de interrupciones es uno de los elementos que diferencia a las mejores empresas de las demás

Las calles de Barcelona sin luz la noche del 28 d'abril de 2025 | Europa Press
Las calles de Barcelona sin luz la noche del 28 d'abril de 2025 | Europa Press
Xavier Solano | VIA Empresa
Politólogo
Barcelona
06 de Mayo de 2025

El apagón del 28 de abril de 2025 puso a prueba la capacidad de respuesta de las empresas ante una crisis repentina. Catalunya y el resto de la península Ibérica quedaron, durante horas, a oscuras. Más allá de los servicios afectados (internet, transporte, pagos electrónicos, etc.), la pregunta es clara: ¿cómo deben reaccionar las empresas en situaciones como esta?

 

La legislación laboral establece unas bases precisas. Las empresas deben garantizar la seguridad y el bienestar de los trabajadores en ciertas circunstancias. Esto implica planes de riesgo, protocolos de evacuación y mecanismos de protección. Tanto el Reino Unido como la Unión Europea (UE) lo regulan de manera estricta. Pero, seamos sinceros, a veces la ley no va tan allá como sería necesario.

Las empresas que piensan más allá del reglamento ya han empezado a considerar medidas adicionales: zonas seguras, sistemas de reserva energéticos, iluminación de emergencia e, incluso, espacios de descanso para los empleados atrapados en medio del caos. No es una obligación legal, pero sí es una decisión estratégica que dice mucho sobre la cultura de empresa.

 

Hablemos de lo básico como, por ejemplo, el acceso al agua potable, a los alimentos y a dinero en efectivo. Parece obvio, pero la mayoría de empresas no tienen equipos de emergencia con agua en botellas o comida no perecedera, ni tampoco tienen reservas de dinero en efectivo, imprescindibles cuando los cajeros automáticos y los sistemas de pago electrónico dejan de funcionar. Ante un corte de electricidad prolongado, ¿los trabajadores tendrán que esperar a que el problema se resuelva o abandonar la oficina aunque no puedan volver a sus hogares, dado que medios de transporte público como trenes y metros no funcionan? Quizás sería necesario revisar estos protocolos.

Cuando se produce una crisis, la información también es clave. La ley exige una comunicación mínima con los trabajadores. Pero esto no quiere decir que sea efectiva. Las empresas deberían considerar disponer de radios de emergencia o, incluso, de redes de comunicación internas y autosuficientes, para evitar el caos y la angustia de la incertidumbre entre los trabajadores.

Quien haya aprendido la lección, ya tendrá un plan: generadores y baterías de reserva, sistemas de trabajo remoto, flexibilidad operativa

Los apagones no solo afectan a la productividad, sino también a la salud física y mental de los empleados. Estrés, ansiedad, angustia… Algunas empresas ya implementan protocolos de ayuda psicológica en casos de crisis, pero son una minoría. Invertir en apoyo emocional debería ir más allá de ser una mera opción.

Quien haya aprendido la lección, ya tendrá un plan: generadores y baterías de reserva, sistemas de trabajo remoto, flexibilidad operativa. No se trata solo de cumplir con la ley; se trata de garantizar la continuidad de las operaciones y el bienestar de los empleados. Esperar que el siguiente apagón sea menos grave no es una estrategia.

Ahora que hemos experimentado la fragilidad de los sistemas de los que dependemos y que, erróneamente, considerábamos garantizados, sería necesario abrir de nuevo el debate con el objetivo de considerar medidas preparatorias de cara a futuras situaciones similares o peores. Tal y como ya hemos comentado en otros artículos, los "cisnes negros", es decir, acontecimientos excepcionales e imprevistos con consecuencias extremas, han tenido lugar en el pasado y volverán a ocurrir en el futuro. Es necesario estar tan bien preparados como sea posible e intentar evitar improvisaciones de última hora. La capacidad de responder y recuperarse de este tipo de interrupciones es uno de los elementos que diferencia a las mejores empresas de las demás y las economías resilientes de las vulnerables.